Adán: la historia de amor con el Real Betis continúa
Podríamos empezar esta historia al modo que lo hacen los cuentos infantiles y ahorrarnos muchas explicaciones. Porque la fábula que a continuación vamos a relatar tiene muchos villanos caídos, pero sobre todo, un final feliz.
Érase una vez un guardameta de mayúsculas prestaciones que abandonó el Real Madrid CF en verano de 2013 tras toda una vida dedicada al color blanco. Roto el vínculo con los moradores del Estadio Santiago Bernabéu, nuestro portero hizo las maletas y se marchó a la soleada Cagliari, idílico enclave de la isla de Cerdeña. La suerte no le acompañó en su nuevo destino, y lo que pretendía ser un acto de reivindicación, terminó tornándose en un periplo de pocos meses que fortaleció a Antonio Adán. Todos los héroes extraen argumentos positivos de sus pasajes más débiles.
No sería esta una narración adecuada si no existiera una relación de amor entre dos de sus protagonistas. Adán conoció a principios de 2014 a un Real Betis necesitado de alegrías por culpa de una mejorable situación clasificatoria. Desde la primera fotografía, todo encajó. Las soberbias intervenciones del guardián madrileño aportaron como efecto colateral la devoción de una grada rendida a unas estiradas más propias de seres de otro planeta. Las parejas que se profesan dedicación para toda la vida soportan juntas las circunstancias adversas. Pese a que sus prodigiosas actuaciones bajo palos no pudieron evitar el descenso a Segunda División a final de esa temporada, Adán permaneció en Heliópolis con el firme objetivo de saldar la deuda contraída. El retorno a la élite del fútbol español no era una ilusión, constituía una obligación para un club de las proporciones del Real Betis.
Adán fue sorteando, empequeñeciendo y tumbando enemigos en el laborioso trayecto por los campos de la segunda categoría. El Real Betis, un lugar para disfrutar de estabilidad, sentirse importante y presentar unos guarismos irrefutables. 35 tantos encajados en 40 partidos disputados en el curso de regreso al escenario del que nunca jamás debieron desterrar las rayas verdiblancas. Aupado por su brillante hoja de servicios a la condición de ídolo, ya en Primera División, el candado permaneció cerrado a todas las contingencias habidas y por haber en la portería bética.
Pueden tener las aventuras para niños (y adultos) elementos de diversa temática. Mezcla de géneros, teniendo cabida el suspense, el drama, el misterio, la comedia. Pero poseen todas ellas un argumento innegociable: el actor principal siempre aspira a que su próximo día realce más que el anterior. Fue así como Antonio Adán y su Betis, el marco en el que atrapó el amor, consolidaron su historia ya de vuelta en Primera División. Paradas como sinónimos de alegrías y triunfos convertidos en felicidad para alguien cuya renovación del contrato que le unía con la entidad de las Trece Barras explicaba por sí sola la comodidad de nuestro guardameta en la ciudad. En el Club. Entre la afición.
El resto del libro ya es sabido. La primera parte fue un éxito a nivel personal, pero la insatisfacción colectiva por el descenso dejó a los lectores con la sensación de un cierre demasiado triste. La secuela, escrita con la pasión de una afición que no se vio derrumbada ante una situación tan complicada, elevó a Antonio Adán varios peldaños en los corazones de miles de béticos. Luego se convirtió en trilogía con la llegada del best-seller, una semblanza que analiza su altísima relevancia en la positiva cifra de 20 puntos con los que el Real Betis se marcha al parón navideño de 2015. Mientras tanto, la puerta de la selección española continuó siendo aporreada en busca de la convocatoria merecida. Quién sabe si en 2016 aparecerá una nueva obra sobre las andanzas de Antonio Adán con la zamarra del combinado nacional.
En la actualidad, Adán y el Real Betis, el Real Betis y Adán, son felices y comen perdices. ¿Así era cómo se cerraban los cuentos infantiles, no?