Y es que no hay quien pueda con esta afición

‘No es suerte, es la mejor afición’. Así reza el eslogan de la campaña de abonados para el presente curso futbolístico, el que supuso el regreso a la máxima categoría del fútbol español del Real Betis Balompié. Ese espacio que le corresponde por historia y, por supuesto, por afición, esa sobre la que se agotaron todos los calificativos para su demostración de fidelidad absoluta a las Trece Barras durante la breve y a la vez larga travesía por la Liga Adelante, iniciada hace poco más de un año. 

37.431. Más abonados en Segunda División que la temporada previa en Primera y que propiciaron una media superior a los 30.000 espectadores en los partidos disputados en el Estadio Benito Villamarín; registro sin parangón en la División de Plata. Amor a unos colores más allá de victorias o derrotas. Una pasión, un sentimiento. Una bendita locura que acompañó al equipo, y de qué manera, también durante su peregrinar por cada uno de los estadios de la Liga Adelante.

Especialmente numerosos fueron los desplazamientos en Cataluña. Sabadell, Gerona, Palamós y, sobre todo, el realizado en el mes de abril al Mini Estadi ante unos 9.000 aficionados verdiblancos. El Real Betis Balompié, siempre fuertemente arropado en la novena provincia. Si bien, la marea verdiblanca también se hizo notar en Albacete, Leganés, Miranda del Ebro, Zaragoza, Gijón o en el Nuevo Colombino de Huelva, donde se dieron cita 8.000 béticos. Todos fueron la extensión de un sentimiento que alcanzó su máximo apogeo el pasado 24 de mayo, con la confirmación del ascenso a la Liga BBVA.

El reflejo de una perfecta comunión equipo-afición que ha continuado esta temporada, en la que se ha superado la cifra de 44.000 abonados. Una nueva muestra de fidelidad a unos colores verdiblancos que ya ha dejado huella en los encuentros fuera de casa y también, como no, en el Estadio Benito Villamarín. Sirva como ejemplo el derbi ante el eterno rival, donde más de 50.000 almas alentaron desde el minuto 1 al 90. Sello de identidad, refrendo de unas estrofas convertidas cada partido en realidad:

“Aquí estamos todos para cantarte tu canción,

estamos apiñados como balas de cañón.

Y es que no hay quien pueda con esta afición,

y aunque último estuvieras siempre te ven campeón […]”.