Cardeñosa y Chano, dos nombres decisivos en el triunfo bético que salvó al Eibar.

HISTORIA | Cuando el Betis le echó una mano al Eibar

Por Manolo Rodríguez

 

A finales de mayo de 1990 el Real Betis culminó el ascenso a Primera División. Un objetivo irrenunciable que había llegado a estar en peligro y que, por ello, obligó a un relevo en el banquillo cuando solo faltaban seis partidos para que acabara el campeonato. Juan Corbacho fue cesado tras una derrota en el campo del Castilla y con toda urgencia se hizo cargo del equipo Julio Cardeñosa, un mito eterno del beticismo.

Y Cardeñosa confirmó el retorno a la máxima categoría una semana antes de que concluyera la Liga. Algo hermoso que ocurrió el domingo 20 de mayo jugando contra el Sabadell. La gente fue feliz, corrieron las lágrimas, Heliópolis se llenó de banderas y el Betis pudo respirar después del sofocón del año anterior.

A partir de ese momento comenzaron las fiestas y los homenajes. Al día siguiente, los directivos, el entrenador y los jugadores cortaron una tarta que les ofreció una emisora radiofónica y todas las miradas se volvieron entonces hacia el presidente Hugo Galera, quien debía decidir en breve si se presentaba o no a la reelección en el cargo.

Una incógnita que apenas duró unas horas. Galera aceptó enseguida y anunció que se convocarían elecciones y que él presentaría su candidatura. Una decisión meditada y responsable que le provocaría innumerables sufrimientos en los años posteriores como consecuencia de un nuevo descenso, del frustrado intento de vender el estadio y, sobre todo, por el tortuoso proceso de la conversión del club en Sociedad Anónima.

El jueves 24 de mayo la plantilla bética acudió al mediodía a la Catedral para realizar una ofrenda floral ante la Virgen de los Reyes y por la noche se disputó en el Villamarín un partido amistoso contra el Stuttgart alemán que sirvió para homenajear a la afición.

Un encuentro que terminó con empate a cero, pero en el que la emotividad estuvo en el reconocimiento a diversos personajes que se habían distinguido por su apoyo a la entidad en los escabrosos meses anteriores. Y como colofón, se le impuso a Hipólito Rincón la insignia de honor del Real Betis con motivo de su retirada del fútbol. La segunda que recibía el goleador, quien ya había sido recompensado con tan alta encomienda cuando se proclamó Pichichi en 1983.

En fin, que todo era júbilo y celebración en aquellos días. Se hablaba mucho del futuro y de los posibles fichajes, pero muy poco de que todavía quedaba una jornada del campeonato por jugar. La última. Una jornada de armas tomar.

Principalmente, porque el Betis debía acabar el campeonato en Santander, enfrentándose a un Racing que, en ese momento, sólo necesitaba un punto para mantener la categoría. Los cántabros habían iniciado la campaña con aspiraciones de ascenso, pero tras el cese de su primer entrenador (el legendario jugador del Atlético de Madrid, José Armando Ufarte) habían caído en barrena y ahora se veían abocados a un final de infarto.

Por detrás, amenazante, tenían a la SD Eibar, que llevaba cinco jornadas sin perder, pero que terminaba la Liga en el campo del Espanyol, una potente escuadra a la que el Betis le había cerrado las puertas del ascenso y que ya concentraba todas sus energías en la promoción que habría de jugar contra un equipo de Primera.

En la víspera de ambos duelos se dispararon los rumores. Como es normal en estos casos. Se dijo que el Racing y el Betis tenían amarrado el empate; que al Espanyol le convenía perder para dirimir la promoción con el Málaga en vez de contra el Tenerife y, por supuesto, se habló de primas y de conversaciones entre futbolistas.

Así las cosas, la expedición bética inicia su viaje a Santander a las doce menos cuarto de la mañana del sábado 26 de mayo. Vuelo a Madrid y posterior traslado en el tren Talgo a la capital de Cantabria. Cardeñosa deja en Sevilla a Miguel Ángel II, Puma Rodríguez, Recha y Ureña y se lleva al joven Abel, un central que debutará en El Sardinero.

La tarde del partido arranca con ansiedad y nervios. La afición del Racing llena la mitad de las tribunas y mayormente hay confianza en lo que pueda pasar. Las cuentas están claras: mientras que ellos no pierdan contra el Betis, se salvan. Haga lo haga el Eibar.

Antes de que los jugadores salten al campo, Julio Cardeñosa habla para Canal Sur TV. Muy serio, niega que haya componenda alguna y les garantiza a los béticos que su equipo saldrá a ganar. Que nadie lo dude.

El Betis luce camiseta verde y calzón blanco y dirige el encuentro el colegiado leonés Valdés Sánchez. Las alineaciones son las siguientes:

Racing de Santander: Ceballos; Revilla, Javi, García-Jiménez, Juan Carlos, Gelucho; Mauri, Cinho (Pedrazzi, m.75), Geli; Pedraza y Marcelino (Miró, m.57).

Real Betis: Trujillo; León, Abel, Miguel Ángel I, Rubén Bilbao (Job, m.71); Monsalvete, Chano, José Luis, Neiman (Oliveira, m.61); Melenas y Mel.

En el primer tiempo pasan pocas cosas. Casi ninguna. Calma tensa, mientras que van cayendo los goles en Sarriá, donde el Espanyol le gana 2-1 al Eibar en el descanso. La afición racinguista mantiene la tranquilidad. ¿Cómo iba a pensar nadie que las cosas podrían cambiar tanto?

Pero cambian. Las cosas del fútbol. En el segundo tiempo se desata la tormenta y el Betis arrolla a los locales con un recital majestuoso de Chano, un centrocampista que ya ha alcanzado la plena madurez y que va para futbolista grande.

Bajo su dirección, los verdiblancos se hacen los amos y empiezan a trasladar al marcador tan enorme superioridad. El primer gol bético llega en un lanzamiento de falta que el propio Chano clava en la red desde 40 metros y poco después Pepe Mel (Pichichi de Segunda esa temporada) remata con brillantez un pase medido, también de Chano. Va un cuarto de hora de la segunda mitad y las cosas ya están 0-2 en Santander. Pero no hay novedades en Sarriá.

Sin embargo, el último cuarto de partido va a resultar trágico para el Racing. En el minuto 71 marca Chano el 0-3 para el Betis. Y casi en el mismo momento, el Eibar empata en Barcelona. La gente no sale de su perplejidad.

Y mucho menos, cuando cuatro minutos después el Eibar vuelca el marcador en el campo del Espanyol y se pone ganando 2-3. La afición santanderina entra en pánico y ni siquiera el gol que anotan los cántabros alivia su derrumbe moral. Todo se ha consumado.

El Eibar permanece en Segunda División (donde, a partir de entonces, se mantendrá durante 16 temporadas consecutivas) y el Racing se despeña a la Segunda B. En los días siguientes se hablará mucho de la prima ofrecida por los guipuzcoanos y del pago en especie del equipo armero.

Pero es el caso que el Betis le echó un cable decisivo al equipo azulgrana. Un favor de los que se recuerdan.