El guardameta bético Jesús atrapa un balón en su área en el partido disputado contra el Alavés en 1928 (Foto: Mundo Gráfico).

HISTORIA | Cuando estaba naciendo el Campeonato de Liga

Por Manolo Rodríguez

 

La primera vez que el Betis jugó un partido oficial contra el Alavés aún no se había estrenado la Liga. Pero en eso se estaba. De hecho, tal duelo inicial entre verdiblancos y vitorianos correspondió a uno de los encuentros de promoción que debería dilucidar quién sería el décimo equipo de la Primera División recién creada. Un momento histórico.

Corría entonces el año 1928 y el fútbol estaba cambiando para siempre en nuestro país. Una trascendental transformación que, a partir de entonces, no sólo modificó los conceptos competitivos, sino que, al mismo tiempo, alteró de por vida la percepción sociológica del fútbol. Ese año nació el Campeonato Nacional de Liga y ya se sabe que como proclamó en su día una celebrada campaña publicitaria: “La Liga es la vida”.

En la década de los años 20 el futbol había ido intensificando su carácter de espectáculo de masas. A mediados de 1926 se aceptó el profesionalismo y esto lanzó a los clubes a una desaforada carrera de fichajes, cada vez más caros. Por ello, algunos visionarios, entre los que destacó principalmente el Secretario General de la Federación Española, Ricardo Cabot, trabajaron activamente para crear un campeonato que garantizase un número suficiente de jornadas al año con las que recaudar a través de las taquillas mayores ingresos que permitieran cubrir sus presupuestos.

El modelo a seguir era el inglés y lo que se pretendía era reunir a los mejores equipos nacionales para que se enfrentaran todos contra todos en un torneo a dos vueltas. Pero, claro, ¿cómo se aclaraba quiénes eran los mejores y cuántos deberían jugar en ese campeonato? ¿Y los demás? ¿Se creaba también para ellos una categoría inferior?

Y ahí fue donde empezó el problema. El único baremo del que se podía partir era el torneo de Copa que se venía disputando desde principios de siglo y, como es natural, los seis clubes que habían ganado ese título quisieron imponer sus derechos. Ellos eran los más grandes, vinieron a decir, y decidieron jugar solos. Se trataba del Athletic de Bilbao, FC Barcelona, Real Madrid, Real Unión, Arenas de Guecho y Real Sociedad. Fueron llamados los 'minimalistas'.

La reacción de otros varios equipos, liderados por el Athletic de Madrid, no se hizo esperar. Pero no hubo acuerdo con los campeones y eso los llevó a crear asimismo su propio torneo. Se les conoció como los 'maximalistas'.  

Cada parte puso en marcha su Liga en 1927, pero aquello fue un desastre. Ni los clubes cumplieron con sus compromisos, ni se jugaron los partidos que se tenían que jugar, ni al público le interesó aquello lo más mínimo.

Ese papelón se lo ahorró el Real Betis, que no se metió en nada. Pero sí se hizo presente en las conversaciones que se reiniciaron en 1928. En concreto, en una reunión que tuvo lugar el 2 de septiembre en Santander y que sirvió para ampliar el número de clubes del bloque 'maximalista'.

En ese momento, también el Betis estaba en pleno proceso de cambio y crecimiento. En febrero de 1928 se había proclamado por primera vez en su historia Campeón de Andalucía y en el mes de octubre se impuso al eterno rival en el partido que sirvió para inaugurar el nuevo campo sevillista de Nervión.

Esa satisfacción ya se la llevó Ignacio Sánchez Mejías, el nuevo presidente, quien había llegado a la magistratura del club en el mes de mayo con nuevos y ambiciosos proyectos que incluían preferentemente una importante mejora de las instalaciones del campo del Patronato.  

Sánchez Mejías era una personalidad desbordante y esto se dejó notar desde el principio en el debate sobre el campeonato que estaba naciendo. En julio acusó abiertamente al presidente de la Federación Sur, Juan López García, de no defender más que los intereses del Sevilla, y desde ese momento estuvo muy encima de lo que se cocía en las instancias federativas, con las que en aquel momento aún mantenía una buena relación.

El 23 de noviembre de 1928 se alcanzó, por fin, el acuerdo definitivo que dio origen al Campeonato Nacional de Liga que ha llegado hasta hoy. Tras innumerables polémicas se creó una Primera División formada por 10 clubes (los seis campeones de Copa; los tres conjuntos que habían sido finalistas en este torneo (Athletic de Madrid, Espanyol y Europa) y un décimo que debería ganarse su plaza eliminándose con otros nueve equipos). Equipos estos que serían los que conformarían la Segunda División y a los que se uniría uno de Tercera para cubrir la plaza del que ascendiera.  

Y ahí estaba el Real Betis, entre los clubes inicialmente encuadrados en la Segunda División, pero con la posibilidad de promocionar para subir a Primera. Estaba claro que Ignacio Sánchez Mejías había conseguido para la entidad lo máximo a lo que podía aspirar.

El equipo verdiblanco quedó encuadrado en la primera ronda eliminatoria y le correspondió enfrentarse al Deportivo Alavés, un potente rival que en la Copa de ese año había llegado a las semifinales, donde sólo cayó ante el FC Barcelona, el campeón. Tenía en el eje de la defensa a los entonces jóvenes zagueros Ciriaco y Quincoces que años más tarde, jugando ya en el Real Madrid, serían considerados como auténticos mitos del fútbol español, y también en el Alavés militaba en aquella época el delantero Manuel Olivares, máximo goleador de la Liga en la campaña 1932-33 vistiendo la camiseta madridista, y quien fuera entrenador del Real Betis en la temporada 1952-53.

Los partidos eliminatorios se llevaron a campos neutrales y el enfrentamiento verdiblanco contra los vitorianos se fijó en Madrid, en el Stadium Metropolitano. Lo insólito fue la fecha: el 25 de diciembre de 1928, día de Navidad. Allí compareció el Real Betis a las tres de la tarde con la base del equipo campeón de Andalucía, aunque con la novedad trascendente del cambio de entrenador, ya que César Reyes había sido sustituido por Juan Armet “Kinké”, un legendario ex jugador del Sevilla, que se distinguió siempre por su fútbol exquisito, el mismo que promovía como entrenador.

Precisamente con ese juego fue con el que el Real Betis le ganó al Alavés por 2-1. Sustituyendo el pelotazo largo por el pase corto, medido, preciso y al pie. Así lo reconocía el cronista del ABC de Madrid, Juan Deportista, al escribir que “puesto a jugar por bajo, su vieja escuela marca el sello inconfundible. Ese empeño en llevar el balón raso aniquiló al Alavés y les dio en la segunda parte el merecido triunfo”.

Dirigió el partido el colegiado catalán Guillermo Comorera, con las siguientes alineaciones:

Real Betis: Jesús; Jiménez, Jesusín; Angelillo, Estévez, Adolfo; Álvarez, Aranda, León, Enrique y Romero.

Deportivo Alavés: Beristain; Ciriaco, Quincoces; Camio, Antero, Urquidi; Olivares, Modesto, Ibarrarán, Albéniz y Cacho.

Los goles verdiblancos los marcaron Enrique y Andrés Aranda (que fue el mejor sobre el campo) y en Sevilla se celebró con júbilo. El Betis se mantenía en la pelea y su siguiente rival sería el Real Oviedo, al que se enfrentó el 13 de enero de 1929 también en el Stadium Metropolitano.

Y volvió a ganar. Esta vez con un gol de Angelillo en la prórroga. Se plantó en la semifinal de lo que el periodismo de la época definía curiosamente como “matchs de escaramuzas para lograr la calificación de un décimo club que entre a formar parte de la Primera División”, y hasta ahí llegó. Perdió contra el Racing de Santander, en esta ocasión en el estadio de Chamartín de Madrid, y se quedó en puertas.

Un mes más tarde debutaría en el Campeonato Nacional de Liga en Segunda División.