HISTORIA | El Atlético de Madrid, en jornada electoral
Por Manolo Rodríguez
El sábado 21 de febrero de 1987 el Real Betis recibió en el estadio Benito Villamarín al Atlético de Madrid. Partido televisado que dio comienzo a las siete y media de la tarde. Jornada 28 de aquella extraña Liga del play-off. Ambos equipos venían igualados a puntos, luchando por agarrar los puestos altos y con dos mitos en los banquillos: Luis del Sol entrenaba al Betis y Luis Aragonés a los rojiblancos.
El duelo tenía su interés, pero no era de lo que prioritariamente se hablaba en las vísperas. Había un asunto que aún destacaba en mayor medida: las elecciones a presidente que se iban a celebrar ese día y que durante semanas habían polarizado los comentarios de los béticos.
En ese año de 1987 concluía el mandato del presidente Gerardo Martínez Retamero. Cuatro intensos años que estuvieron marcados a fuego por la delicada coyuntura económica del club, pero que no le hicieron dudar de que debía optar a la reelección. Consideraba que su trabajo estaba sacando al club de la situación de quiebra en que lo encontró y, deportivamente, no se habían producido graves sobresaltos negativos. Junto a esto, gozaba entonces de una envidiable proyección nacional desde su flamante cargo de vicepresidente de la Liga de Fútbol Nacional.
Retamero se iba a volver a presentar, pero no quería que las elecciones tuvieran lugar a final de temporada, como era costumbre, a fin de no se paralizara una vez más todo el trabajo preparatorio de la campaña venidera.
Por ello, meditó en qué momento convocar las elecciones. Era consciente de que las críticas más ácidas le llegarían por su constante presencia en Madrid y por alentar la impresión de que ya no le dedicaba al club el tiempo necesario. Pero también sabía que la oposición no estaba organizada.
Por ello, antes de que acabara el año 1986, se atrevió a dar el paso. Convocó elecciones y anunció que el 15 de enero de 1987 dimitiría para presentarse a la reelección. Como gran baza electoral, sólo hizo un anuncio: de salir elegido, propondría un cambio estatutario a fin de que en el futuro al presidente del Betis lo pudieran elegir todos los socios y abonados, no sólo un pequeño grupo de socios numerarios como venía ocurriendo hasta ahora. O lo que es lo mismo: "un bético, un voto".
La medida cayó bien. Se trataba de una propuesta democrática que abría un nuevo horizonte de participación y que situaba a todos los béticos al mismo nivel.
En base a este calendario, el presidente acudió por última vez al palco del Villamarín el 4 de enero con ocasión de un Betis-Valladolid, y los días 12 y 13 de ese mes se despidió de los miembros de la Junta Consultiva y de los responsables de la Federación de Peñas, respectivamente.
Las elecciones
El 15 de enero tuvo lugar la anunciada Asamblea en el Hotel Macarena. Asistieron 156 socios compromisarios y Retamero les solicitó la autorización para convocar elecciones. En su breve parlamento, de apenas cinco minutos, sólo agradeció el apoyo recibido en estos casi cuatro años y presentó su dimisión. Se hizo cargo del club el vicepresidente Francisco García de la Borbolla.
Al día siguiente, anunció su candidatura Hugo Galera Davidson y una fecha más tarde, Juan Márquez Medrano.
El doctor Hugo Galera, un eminente catedrático de Anatomía Patológica, era el candidato formal de la oposición al retamerismo. Inteligente y brillante, excelente orador y agradable en las formas, tenía un pasado muy reciente en el club y por ese flanco parecía frágil. Márquez Medrano, por su parte, era un asiduo a este tipo de citas, aunque sin posibilidades reales.
El 10 de febrero concluyó el plazo de presentación de candidaturas. Eran necesarios 166 avales para la proclamación. Y, como se esperaba, sólo dos pasaron el corte. Una vez hechos los pertinentes y exhaustivos recuentos, Retamero presentó 935 firmas; Galera, 308 y Márquez Medrano, 137. Todo un síntoma.
Las elecciones se convocan para el sábado 21 de febrero de 1987, coincidiendo con el partido Betis-Atlético de Madrid. Durante la campaña menudean las escaramuzas que son propias en este tipo de citas. Denuncias más o menos trascendentes y declaraciones más o menos agresivas que, sin embargo, no enturbian el ambiente general.
Así las cosas, a las once de la mañana del sábado 21 de febrero se abren las urnas en el estadio. El día ha salido frío y lluvioso, pero la participación no se resiente en demasía. Vota un 63% del cuerpo electoral, o, lo que es lo mismo, 1.050 socios compromisarios de los 1.653 que tienen derecho a voto.
A las doce lo hacen los candidatos, quienes, a continuación, se trasladan a la grada para ser entrevistados, bajo la lluvia, por TVE. Acuden también a depositar su papeleta los ex presidentes Pepe Núñez y Juan Mauduit y es muy comentada la presencia del presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, quien, como un bético más, cumple con su derecho y su deber de elegir al presidente de su club.
El día transcurre sin incidentes y a las seis de la tarde se cierra el plazo de votación. Retamero no se queda al recuento. Se va a su localidad en la tribuna para presenciar el partido que enfrenta a béticos y colchoneros. Galera permanece durante unos minutos en la sala en la que se están contando las papeletas, pero enseguida se marcha igualmente. Lo que está empezando a oír no deja lugar a dudas.
Y lo que ocurre es que Retamero dobla en número de votos a Galera: 695 por 342, con 7 papeletas nulas y 6 en blanco.
El recuento concluye a las ocho de la tarde y Retamero es informado en su asiento de preferencia de que sigue siendo presidente del Betis y de que ha obtenido, por mayoría absoluta, un nuevo mandato por cuatro años. La megafonía y el marcador electrónico lo ponen, asimismo, en conocimiento del público.
Retamero expresa su satisfacción y afirma que los béticos le han dado la posibilidad de gobernar sin hipotecas. Galera, por su parte, anuncia que su incursión en el mundo del fútbol ha terminado. Obviamente, las cosas no serán así en los años venideros. Ni Retamero pudo acabar este mandato que acababa de estrenar, ni Galera se fue del fútbol ni del Betis, cuya presidencia ostentaría de 1989 a 1992.
El golazo de Calderón
En la hierba, por su parte, el Real Betis le gana el partido al Atlético de Madrid por 2-1. Un encuentro jugado de poder a poder sobre los charcos que se decide con una obra maestra de Gabriel Calderón, tras los tantos primerizos del rojiblanco Da Silva y del propio Calderón de penalti.
El gol del triunfo fue un escándalo. Corría el minuto 76 cuando un balón largo por la banda izquierda lo rescata Reyes antes de que se vaya por la línea de fondo. En la portería de Gol Norte. Recorta hacia el área y le cede la pelota a Ito, que se la da a la primera a Calderón, que viene de cara. El argentino recibe y hasta cuatro defensas atléticos le salen al paso intentando dejar en fuera de juego al posible receptor de su pase.
Calderón, entonces, realiza una maniobra impensable. Conforme le llega el balón, tira un regate seco que limpia con un solo toque a todos sus oponentes. Los defensas del Atlético pasan de largo y Calderón se queda solo delante del portero. Espera la salida y con la zurda coloca el balón entre las piernas de Mejías. Un golazo que gana el partido.
Para el recuerdo queda la alineación del Real Betis aquella noche, compuesta por: Cervantes; Calleja, Alex, Hadzibegic, Diego; Gail, Parra (Reyes, m.62), Chano; Rincón, Gabino (Ito, m. 68) y Calderón.
Dos semanas más tarde, el 2 de marzo de 1987, agotados todos los plazos marcados por la normativa electoral, Gerardo Martínez Retamero vuelve al puente de mando. Pero el flamante presidente aspiraba a más, a mucho más. Una amplia facción del fútbol español, liderada por la Liga de Fútbol Profesional y por diferentes Federaciones Territoriales, se había levantado en armas contra el presidente de la Federación Española, José Luis Roca. Y le plantearon en el pleno federativo una moción de censura que, viendo los apoyos de unos y de otros, parecía que iba a prosperar.
De ser así, el entonces presidente de la LFP, Antonio Baró, pasaría a presidir la Federación Española de Fútbol, mientras que la presidencia de la Liga de Fútbol Profesional quedaría en manos de su vicepresidente, a la sazón Gerardo Martínez Retamero, mandatario bético.
El pleno se convocó para el 3 de abril de 1987. Se votó en medio de una expectación creciente y ¡se produjo un empate!, que dejaba las cosas como estaban, ya que la moción debía obligadamente salir vencedora.
Aquello, como tantas otras cosas, o quizá como todas, también se vivió en la ciudad en clave de Betis-Sevilla. El club de Nervión, presidido en aquellas fechas por Luis Cuervas, cerró filas con Roca y de ello presumió al conocerse el fracaso de la moción de censura. Lo cual propició el natural y agrio cruce de palabras de ambos dirigentes en los medios de comunicación.
"Un bético, un voto"
Por fin, el 12 de mayo de 1987 pudo cumplir el presidente Martínez Retamero la más importante de sus promesas electorales. Ese día convocó a la Asamblea de socios del club en el estadio Benito Villamarín y sometió a su aprobación la modificación parcial de los estatutos de la entidad. Una modificación que perseguía equiparar los derechos de todos los socios, sin distinciones ya entre numerarios y abonados, a fin de que todos por igual pudieran participar en la toma de decisiones del club.
Paradójicamente, la luz verde a este proyecto debían darla los socios numerarios, que eran quienes mayores derechos ostentaban en la entidad. Pero lo hicieron. Por amplia mayoría. La medida democratizadora propuesta por el presidente bético parecía acorde con los tiempos y necesaria para la apertura del club.
Fue festejada en su conjunto, aunque, curiosamente, desde entonces nunca la asamblea democrática de socios del Real Betis Balompié tuvo la oportunidad de elegir a ningún otro presidente. Nunca. En 1989 el relevo de Retamero por parte de Hugo Galera se hizo por la vía de la dimisión del primero; en 1990 el propio Galera convocó elecciones que no llegaron a celebrarse porque no hubo más candidatura que la suya y en 1992 llegó la Sociedad Anónima Deportiva con sus nuevas regulaciones y la aparición de los accionistas como representantes de la entidad.
Quizá por todo esto, merezcan ser recordadas aquellas elecciones de 1987. Las que se celebraron el lluvioso y frío día de febrero en que el Real Betis derrotó en Heliópolis al Atlético de Madrid.