HISTORIA | El Real Betis en la Novena Provincia
Por Manolo Rodríguez
El Real Betis vuelve a Cataluña. A esa tierra en la que tanto se le quiere. Otro viaje emotivo y sentimental a la Novena Provincia para que los andaluces de distintas generaciones puedan disfrutar de un nuevo reencuentro con los colores que llevan en el corazón. El verde y el blanco de Andalucía y del Real Betis Balompié.
Así ha sido desde que el mundo es mundo. Lo mismo en el Camp Nou que en el vetusto Sarriá. Igual en Tarragona, Lérida, Sabadell, Tarrasa o que en aquellas matinales antañonas en campos de la periferia. En todas partes riadas de andaluces han llenado siempre las calles y las gradas para animar a ese símbolo que traía del sur la evocación del solar que debieron abandonar sus padres o sus abuelos. El Real Betis como depositario permanente de la memoria
En esos desplazamientos a Cataluña que hunden sus raíces en los orígenes mismos del fútbol, pasaron muchas cosas que siguen pareciendo cercanas. Más allá de las tradicionales visitas al Barça o al Espanyol. Por ejemplo, aquella curiosa circunstancia vivida el 20 de enero de 1974 en el campo de Santa Coloma, teniendo como rival al conjunto barcelonés del San Andrés, en partido de Segunda de la temporada 73-74. Aquel partido en el que el Real Betis vistió durante cuatro minutos? ¡con una camiseta blanca!
Fue, lógicamente, por accidente. La agencia de viajes encargada del traslado del material envió los baúles por error a la localidad de Martorell y tras cuarenta y cinco minutos de espera el árbitro, Olasagasti Echániz, exigió que se iniciara el partido, ya que el estadio se encontraba lleno a rebosar con miles de béticos y se corría el riesgo de que el público se impacientara.
El San Andrés prestó todo lo necesario: camisetas, calzonas y botas, saltando los jugadores béticos al campo con elástica blanca (en cuyo centro figuraba el escudo del equipo local), calzón negro y medias negras con vuelta roja. Un equipo que estuvo compuesto por: Esnaola; Bizcocho, Iglesias, Sabaté, Cobo; López, Olmedo, Biosca; Del Pozo, Aramburu (Mameli, m.70) y Benítez.
Apenas a los cuatro minutos de iniciado el encuentro llegaron, por fin, los bultos. Se paró el juego y se restableció la normalidad. Los futbolistas del Betis volvieron al vestuario, de donde salieron, ahora sí, con la camiseta verdiblanca y las calzonas blancas, aunque mantuvieran las medias del anfitrión hasta el final del choque, que acabó, por cierto, con empate a cero.
Desde entonces, nunca más se ha visto el Real Betis en la tesitura de tener que vestirse de blanco, una analogía, obviamente, nada deseada.
Siete años antes los verdiblancos habían visitado al CE Europa en el campo de la calle Cerdeña, en la barriada de Gracia. La única vez en la historia que el Real Betis ha acudido a enfrentarse a este histórico. Un club que en la actualidad sobrevive en la Tercera División, pero que en la protohistoria del fútbol fue finalista de Copa en 1923 y le cupo el honor de ser uno de los diez equipos fundadores de la Liga.
Allí llegó el Betis el 12 de marzo de 1967, cuando los de Heliópolis peleaban por un ascenso que acabarían obteniendo. Lo entrenaba Antonio Barrios y la alineación de salida aquella mañana estuvo formada por: Campillo, Aparicio, Telechía, Antón; Frasco, Azcárate; Macario, Quino, González, Pallarés y Rogelio.
El partido acabó empatado a dos, con goles de Frasco y Rogelio. Pero lo más trascendente es lo que pudo leerse en los periódicos de la época. Así, por ejemplo, la crónica del Mundo Deportivo empezaba con el siguiente párrafo:
"¡Betis!, ¡Betis! Este grito, repetido en forma de estruendosa ovación, fue la primera nota destacada de la matinal deportiva, esta vez a cargo de los cientos ?o millares- de forofos andaluces, cuando el once blanquiverde saltó al césped. También fue ovacionado el conjunto del escapulario (el cuadro local), pero ello no fue óbice para que los hinchas béticos dejaran constancia a lo largo del disputado encuentro del cariño y las simpatías que sigue despertando el equipo que ahora prepara Antonio Barrios".
Por su parte, en la crónica del diario ABC de Sevilla se publicaba lo siguiente:
"Se dejaron sentir con mayor intensidad los gritos de aliento de los seguidores andaluces que los del conjunto local. En este aspecto parecía como si el Betis actuara en su propio ambiente. No todos los equipos pueden decir lo mismo".
Así, toda la vida. Sin excepción alguna. Los béticos de Cataluña siempre han vencido a los elementos, incluso a los más penosos, como ocurrió en Palamós en una etapa relativamente reciente, cuando el Betis acudió a enfrentarse con la Llagostera. También la única vez que el Betis ha ido a jugar contra este equipo gerundense. Fue el 29 de noviembre de 2014, el día que debutó como interino en el banquillo bético Juan Merino, tras el cese de Julio Velázquez. Una tarde de lluvia desbordaba que no cesó ni un solo momento y que convirtió el césped en una laguna donde era imposible dominar la pelota.
Ganó el Betis 0-2, con goles de Rubén Castro y Renella, y una alineación integrada por: Adán; Molinero (Piccini, m. 63), Bruno, Jordi Figueras, Varela; Xavi Torres, N´Diaye; Ceballos (Renella, m. 46), Kadir (Caro, m. 71), Cejudo; y Rubén Castro. Lo imponente fue que cerca de 4.000 béticos llenaron el graderío, y no pararon de animar, a pesar de la tormenta inmisericorde que golpeó a lo largo de todo el encuentro.
Esa misma temporada, tres meses antes, ya había sido un arrebato la Nova Creu Alta de Sabadell, donde quedaron para la posteridad algunas imágenes imponentes de tribunas llenas de béticos que acudían a ver a su equipo. Y además, ganó el Betis por 2-3.
Allíen Sabadell, los béticos de la Novena Provincia ya habían sido muy felices con un triunfo verdiblanco que se produjo en enero de 1993. Una clara victoria por 1-3, donde Ángel Cuéllar metió un golazo sólo al alcance de los elegidos. Dribló a cuantos contrarios le salieron al paso y acabó clavando la pelota ante la salida del portero. Una obra de arte que provocó que el entonces entrenador, Jorge D'Alessandro, siempre tan expresivo, se llevara las manos a la cabeza, mientras que le transmitía a la grada que nunca había visto nada parecido. De aquella tarde dejó escrito el Mundo Deportivo que: "los hispalenses congregaron en las gradas el mayor número de aficionados de la temporada y fueron llevados en volandas al éxito por su afición, incansable e inconmensurable (?) Su legión de seguidores celebraron el éxito por todo lo alto. La Nova Creu Alta fue una fiesta. Verdiblanca, claro".
Ahora, la visita verdiblanca a Cataluña tiene como destino Girona. Para contender contra un equipo al que ya se encontró el Real Betis en la década de los 30 y los 40 del pasado siglo, pero que, realmente, es un rival moderno en la alta competición.
Y lo hará en un campo donde la victoria es la norma y donde, por supuesto, tampoco han faltado nunca los béticos. En ocasiones, con escenas tan entrañables y andaluzas como las que se vivieron en aquel encuentro de las Peñas Béticas de Cataluña que reunió a miles de aficionados en octubre de 2009. Después, se fueron todos juntos a Montilivi.
Y también ganó el Betis.