HISTORIA | El traspaso de Luis Del Sol
Por Manolo Rodríguez
La primera semana de abril de 1960 está en los libros de historia del Real Betis. Cinco días tremendos en los que el universo bético se vio sacudido por un terremoto sentimental de enormes proporciones: el traspaso de Luis del Sol al Real Madrid. La eterna lucha entre el corazón y la cabeza. La fría lógica del presidente Benito Villamarín contra la pasión de muchos de los aficionados verdiblancos.
Algo natural porque Del Sol era el dios de los béticos. El mejor futbolista que se puso la camiseta del Betis desde que el Betis existe. Un fenómeno predestinado a ser figura grande en el mundo del fútbol.
Aunque nacido en Arcos de Jalón (Soria) lo bautizaron en la Macarena y fue en Sevilla, en el barrio de San Jerónimo, donde vivió una infancia siempre marcada por la cercanía del balón.
Un día de aquellos la pelota lo llevó al Betis. Allí lo vieron Pepe Valera y Antonio Quijano y enseguida llegó a ser futbolista. Un futbolista que tenía que coger tres tranvías diarios con sus correspondientes idas y vuelta. Después, todo pasó muy de prisa. De los juveniles del Betis al Utrera y de ahí a su debut en octubre del 54 con el 11 a la espalda y sólo 19 años.
Meses después llegaba Villamarín a la presidencia y su nombre quedaría asociado para siempre al de Luis del Sol. Ambos se convertirían por los siglos de los siglos en los símbolos de la regeneración del club.
Desde mediados de los cincuenta Del Sol es ídolo, bandera y estandarte que genera pasiones y mueve sentimientos entre los béticos. La gente empieza a ir a Heliópolis "a ver a Del Sol" y termina encontrándolo todas las tardes. Con una fiereza que apenas cabe en su cuerpo, con unas ansias de victoria que lo definen, con la calidad de un superdotado y con una casta que levanta los estadios. Del Sol machaca rivales, mete goles, enloquece al graderío y anima a sus compañeros.
Siendo así, retorna con el Betis a Primera División el 1 de junio de 1958. Ese ascenso fue clave. Significó el final de la travesía del desierto y el primer gran logro de Benito Villamarín en aquel Betis que estrenaba unas posibilidades económicas desconocidas hasta entonces. Y a eso le siguió el gol de Luis del Sol que inauguró el marcador de Nervión, y el jubileo por el 2-4, y el éxtasis de todos aquellos combatientes que tanto habían sufrido cuando la vida parecía no tener sentido.
Más tarde, tras aquellos días de vino y rosas, vinieron otras primaveras y otros otoños. Un tiempo siempre fecundo para aquel futbolista que cada vez era más grande. Y que tanto lo fue, que su nombre estaba en boca de todos, principalmente en los periódicos de tirada nacional y en las agendas de los clubes más grandes de España.
Del Sol empezó a ser asiduo de la selección española "B", fue convocado para la absoluta y en cada concentración los futbolistas del Real Madrid le hacían sitio en su mesa, "porque antes o después tu serás de los nuestros", según le confesaban. El club de Chamartín no ocultaba su interés por aquel al que llamaban el Di Stéfano del Betis y en junio de 1959, tras la previa autorización de Villamarín, lo invitaron para que jugara con el equipo del Madrid en el partido que enfrentó al campeón de Europa contra el Santos de Pelé.
Un mes después, antes de que arrancara la temporada 1959-60, circuló generosamente el rumor de que el Real Madrid ofrecía por su traspaso dos millones de pesetas, incluyendo en la operación a Rial y Mateos. Aquello no se confirma, pero el culebrón sigue vivo.
Así van pasando los meses y la cantinela es eterna. Que si lo quiere el Madrid o que si lo va a fichar el Barcelona. Es el caso que esto marca al futbolista, que ese año juega menos que nunca. Parece inevitable que se acabará yendo, pero la afición no quiere ni pensarlo.
A cuatro jornadas para el final de la Liga el Real Betis recibe al Barcelona. Del Sol, capitán aquella tarde, juega espléndidamente, pero nadie aprovecha sus pases de gol. Se imponen los azulgranas por 0-3. Es el domingo 27 de marzo de 1960.
El jueves 31 se disputa en Heliópolis un amistoso entre el Betis y el Tenerife que sirve para presentar a Gargallo, delantero procedente del Sabadell. Del Sol, aquejado de unas molestias, está viendo el partido en la tribuna con su novia. Allí lo busca el utillero Adolfito, quien le da el recado de que lo esperan en la caseta. Al llegar al vestuario, el entrenador Barinaga y unos directivos le dicen que se vista, que va a jugar un rato.
Del Sol les recuerda que no está en condiciones, pero le insisten y le explican que no es necesario que se emplee a fondo, sólo que corra y se deje ver. Entra sustituyendo a Bosch y cuando acaba el partido se entera que en la tribuna han estado los dirigentes madridistas Raimundo Saporta y Antonio Calderón.
Después, Benito Villamarín le pide que acuda a su casa. Cree que le van a pagar un dinero que ha solicitado para su boda, pero en vez de recibir el talón del Banco Coca se encuentra a la mujer del presidente quien lamenta que se tenga que ir.
Enseguida, Villamarín aclara las cosas. Le informa que se ha cerrado su traspaso al Real Madrid y que al día siguiente volará a la capital de España. Que no se mueva de su casa hasta entonces. Así lo hace. Cuando llega a la secretaría del Madrid se lo encuentra todo hecho. Ni le preguntan ni le consultan. Le ponen el contrato por delante, sin más.
La noticia se conoce en Sevilla el sábado 2 de abril y la hace oficial el gerente del Real Madrid, Antonio Calderón. Algo que tampoco gusta. El Madrid paga seis millones y medio de pesetas, más tres jugadores, Llorens, Pallarés y Martín Esperanza, procedentes de su filial el Plus Ultra, a lo que debe sumarse un partido amistoso a jugar en Heliópolis.
En el beticismo la noticia cae peor que mejor. Dimite el vicepresidente Juan Alfonseca, un histórico desde los tiempos de Sánchez Mejías, y nadie se explica que apenas 48 horas antes Villamarín haya declarado en el diario "Pueblo" que Del Sol no sólo no se vende, sino que está buscando a otro como él para ficharlo.
El domingo 3 de abril el Real Betis gana su partido de Liga en Valladolid por 0-1 (gol de Kuszman) y llegado el lunes 4 Benito Villamarín se reúne con los representantes de las peñas y les expone sus razones. Entre ellas, les dice que Del Sol se había convertido en un problema al no haber rendido lo que se esperaba. Hoy se diría que estaba con la cabeza en otro sitio.
Repite que la operación era muy ventajosa para el club y que alguna vez tendría que pasar algo así. Sus explicaciones convencen a los socios, que cierran filas con el presidente. Incluso en los días posteriores circula generosamente un pasquín que dice: "El Betis ha triunfado sin Del Sol, con el que no hubiera triunfado es sin Benito Villamarín".
En medio de este clima llega el Granada a Heliópolis el domingo 10 de abril. Domingo de Ramos. Al acceder al palco, el público, que casi llena el estadio, le tributa una sonora ovación a Benito Villamarín, que agradece las muestras de apoyo. Saluda a los aficionados y se muestra reconfortado. Parece que la crisis ha quedado cerrada.
Meses más tarde, en una estación de tren, Villamarín y Del Sol aclararán sus diferencias en una conversación íntima y cargada de emotividad que el futbolista no ha podido olvidar nunca. Asunto zanjado.