HISTORIA / La Feria más hermosa (I)
Por Manolo Rodríguez
Hoy ya tendría que ser Feria en Sevilla. Pero no lo será. Se ha parado el calendario y los rigores de la pandemia también le han sustraído a la ciudad una fiesta que enteramente le pertenece. Como ya ocurriera con la Semana Santa y como pasará con todas las celebraciones que requieren de la calle y del bullicio, de la cercanía y del encuentro.
Dolorosamente, un año sin primavera.
Por ello, la Feria de Abril de este malhadado 2020 nos llevará hacia el territorio de los recuerdos. Donde se vuelve a vivir lo vivido. Y ahí, puestos a rescatar los momentos béticos que se emparentan con la alegría de la Feria, hay uno que sobresale por encima de todos hasta convertirse en una cumbre. Un hito superlativo. Tanto, que aún no ha tenido igual desde que el mundo es mundo y el Betis es Betis.
Nos referimos, claro es, a la Feria de 1935. Justo a los días en los que el entonces Betis Balompié (sin Real) se proclamó campeón de Liga. Algo que sucedió el 28 de abril de ese año en Santander, casi al mismo instante en que Sevilla despedía un festejo del que se habían ido descontando las horas y se respiraba Betis por todas partes.
Era Domingo de Feria cuando llegaron del norte las noticias de aquel 0-5 mitológico y eso rebotó en el Real, en las casetas, en La Maestranza y en todos los confines de una ciudad que vivía entre mil problemas, pero que encontró la oportunidad de ser feliz y de manifestar su orgullo. No en balde, el Betis era el cuarto equipo que alcanzaba el honor de campeonar tras los tres históricos más históricos: el Barcelona, el Athletic y el Madrid.
La visita de Lerroux
La Feria de 1935 duró cuatro días -del jueves 25 al domingo 28- y estuvo pasada por agua. Pero, en conjunto, quedó un magnífico recuerdo de ella. Así al menos lo recogieron los periódicos de la época, que destacaron el enorme gentío que se dio cita en las casetas y las auténticas multitudes que frecuentaron la calle del Infierno.
El clima social seguía sometido a la misma tensión que en los años anteriores, aunque eso no tuviera un reflejo expreso en el Real, con la única excepción del incidente ocurrido el viernes en la caseta de la Unión Republicana, donde se originó una sonora trifulca.
La noche del miércoles 24 de abril tuvo lugar la prueba del alumbrado y esa misma mañana había llegado a la estación de Plaza de Armas el presidente del Consejo de Ministros, Alejandro Lerroux, un camaleón político que lideraba el Partido Republicano Liberal, y que en aquellos días se hallaba negociando una nueva coalición con la fuerza hegemónica de la derecha española, la CEDA.
Empezaba la Feria, pero los futbolistas del Betis no llegaron a pisarla siquiera, ya que ese mismo miércoles en el que llegó Lerroux la expedición verdiblanca partía con destino a Santander.
Una breve nota de "El Liberal" contaba que: "Fueron despedidos los jugadores béticos por numerosos aficionados, que les aplaudieron y animaron para su lucha definitiva". En el orden deportivo la noticia más destacada era la ausencia de Timimi por lesión y la vuelta al equipo de Saro, quien no había podido jugar el partido anterior contra el Sevilla en el Patronato, que acabó con empate a dos.
Esa igualada contra el eterno rival, sin ser buena, tampoco había sido tan mala noticia, ya que el Madrid (segundo clasificado) fue estrepitosamente goleado en Barcelona por 5-0. Ambos resultados colocaban al Betis con un punto más que los madridistas, aunque, eso sí, lo obligaba a empatar al menos en tierras cántabras para alzarse con el título.
A principios de semana se supo que la directiva del Betis había enviado un telegrama a la sede barcelonista felicitándoles por el triunfo y eso sentó muy mal en algunos ambientes capitalinos. Desde ese momento, en los periódicos de Madrid se pudo leer de todo. A veces a favor del Betis y, las más, en contra.
Sobre todo, en esos medios nacionales que durante toda la temporada le habían estado negando el pan y la sal a los verdiblancos, pronosticando cada semana que ya llegaría la hora de que se cayeran del pedestal y sin otorgarles nunca la entidad suficiente como para que pudieran proclamarse campeones.
Un auténtico aluvión de descalificaciones que desde Sevilla se combatieron con orgullo. Tarea en la que destacó el gran Andrés Martínez León, pintor e ilustrador, bético de raíz y una celebridad en ese tiempo. Su personaje "Oselito", luchando contra todos vestido del Betis, fue el mascarón de proa en aquella batalla desigual contra los grandes medios de Madrid.
La prima del Madrid
En los días siguientes, quizá lo más directo fue lo publicado por El Heraldo de Madrid al criticar los lamentos madridistas por la derrota en Las Corts. Por eso escribió: "Y ahora mucho cantar las bellezas de Santander y mucho mandar delegados a ofrecer primas de mil pesetas a los ingenuos jugadores del Racing".
Esta versión de la supuesta prima madridista a los santanderinos se mantuvo en el tiempo y abiertamente fue citada por el periodista sevillano Manuel Benítez Salvatierra (César del Arco) en el libro "Medio Siglo del Fútbol Sevillano", editado en 1958.
Más contemporáneamente, el reportero Victorio Duque de Seras, alma mater del formidable documental "La foto del siglo" que recrea el título bético de 1935, publicó en 2015 un artículo en el diario "El País" sobre este mismo asunto en el que se podía leer:
"El entrenador bético, Patrick O'Connell, y su jugador Larrinoa, que habían pertenecido al equipo cántabro, se acercan al hotel donde está concentrado el Racing para saludar y "sondear" el ambiente.
-Vosotros ya no os jugáis nada. Mañana no os mataréis para ganarnos, ¿no?, pregunta O'Connell.
-Lo siento, míster. El Madrid nos está presionando para que os ganemos. Nuestro presidente, José María de Cossío, que es madridista, nos da mil pesetas por cabeza si os ganamos".
Nada de esto sabían aún lo jugadores del Betis cuando, dos días antes, viajaban en el autobús del club, "La Flecha Verde", camino de la capital de La Montaña. Perseguían la gloria al tiempo que dejaban atrás una ciudad que el jueves 25 de abril estrenaba una nueva Feria.
Una Feria instalada en el Prado de San Sebastián que contaba con 35.000 bombillas más que el año anterior y que había ampliado su perímetro. El cartel anunciador lo había pintado el artista sevillano Juan Balceras de Fuentes y mostraba a una estilizada mujer vestida de flamenca, tras la cual se podían ver el escudo de la ciudad y las siluetas de la Giralda, la Catedral y la Torre del Oro.
Las primeras horas del jueves son de gran animación. Se hacen presentes caballistas y amazonas junto al mucho público que va llenando las casetas. Pasado el mediodía llega al Real, en automóvil, el presidente Lerroux, que viene del Palacio Arzobispal de cumplimentar al cardenal Ilundain.
El mandatario está alojado en un chalet de la Palmera propiedad de Guillermo Moreno Calvo, subsecretario de Presidencia y hombre fuerte de su partido. Un político de amplia jurisdicción en la provincia de Huelva que meses más tarde se verá salpicado, como el propio Lerroux, por sonados casos de corrupción que acabarán con sus carreras políticas.
García Lorca
Pero ese jueves no sólo es noticia la presencia en Sevilla del presidente del Consejo de Ministros. También lo es el poeta Federico García Lorca, que ha llegado a la Feria invitado por un bético insigne como Santiago Montoto y al que ha acogido como huésped en los Reales Alcázares Joaquín Romero Murube -otro gran bético-, entonces alcaide del recinto monumental.
A las dos de la tarde, en la caseta "La Venta de los Gatos", Federico come con un grupo de buenos amigos de la Tertulia del Arenal, entre los que se cuentan Jorge Guillén, Antonio Núñez de Herrera, Andrés Martínez de León, Manuel Chaves Nogales, Gustavo Bacarisas, José María del Rey Caballero, Manuel Sánchez del Arco y los mencionados Montoto y Romero Murube. Así lo atestigua una hermosa foto que publica el diario madrileño "Ahora", que dirige Chaves Nogales, en las páginas gráficas de su edición del sábado 27.
Por la tarde, en La Maestranza, la primera corrida de Feria tiene poco lucimiento. Ganado de Esteban González y discretas faenas de Chicuelo, Manolo Bienvenida y Lorenzo Garza. Los tres le brindaron sus primeros toros a Lerroux. En el diario ABC el crítico Gregorio Corrochano dejará escrito que: "Los toreros no hicieron ningún esfuerzo por dar sensación de Feria de Sevilla".
(Continuará)