HISTORIA | La primera gira americana de Rafael Gordillo
Por Manolo Rodríguez
El 17 de junio de 1979 será un domingo que no se olvidará jamás en Heliópolis. Una fecha señalada en los libros de la alegría y el sufrimiento. El día en que el Real Betis volvió a Primera División entre "llantos, júbilo y delirio", como tituló algún periódico.
Y fue exactamente así, porque aquel ascenso quizá haya sido el más dramático que conocen los tiempos. Por la urgencia histórica que imponía el retorno a la máxima categoría y por el escenario final en el que se desarrolló. Un tenso aluvión de sensaciones en el que no faltó de nada: ni el calor asfixiante, ni los sobresaltos continuos cada vez que llegaban noticias de otros campos.
Los verdiblancos no dependían de sí mismos y, además, empezaron perdiendo. La tormenta perfecta. El campo lleno hasta el acabose y la angustia a flor de piel. Todo muy Betis. Tanto, como los goles de la remontada, que firmaron Antonio Benítez y Hugo Cabezas. Y el estallido final, la incontenible felicidad, el paseo a hombros del entrenador León Lasa y las lágrimas de un mito como Julio Cardeñosa y de todos aquellos grandes jugadores que habían ganado la Copa del 77.
En el vestuario, la fiesta se prolongó como si los relojes se hubieran parado. Sólo un muchacho tenía prisa. Era Rafael Gordillo (entonces con 22 años) a quien esperaba un coche en las puertas del estadio para trasladarlo de inmediato al aeropuerto. Esa noche debía dormir en el Hotel Barajas de Madrid y a la mañana siguiente volaría solo a Los Ángeles (California), con escala en Nueva York, para incorporarse a la expedición de la selección sub-23 que tenía previsto realizar una gira de 6 partidos por tierras americanas.
En el vuelo que lo condujo a la capital de España, Gordillo tuvo conciencia de que, por fin, habían saldado la deuda contraída con los béticos tras el inexplicable descenso del año anterior. Y no resultó fácil, no. Los campos de Segunda se les habían hecho insoportables y los vaivenes de la campaña forzaron en abril un relevo en el banquillo. Se fue García Traid, llegó Lasa, y a veces pareció que las cosas se enderezaban y en otras que descarrilaban definitivamente.
Pero, gracias a Dios, ya estaba hecho, pensó Gordillo, que esa temporada había disputado los 38 partidos de Liga sin faltar ni uno y había marcado 5 goles. Y jugando lo mismo de lateral que de extremo y hasta de delantero centro. Y vistiendo las camisetas con los dorsales 3, 4, 9 y 11. Un titular imponente que apuntaba a lo más alto, como finalmente ocurrió.
En el combinado nacional ya contaba dos participaciones con la selección absoluta. Había debutado en Gijón contra Noruega en marzo de 1978 y también participó en un Italia-España jugado en Roma en diciembre de ese mismo año. En la sub-21 y en la Olímpica era un nombre habitual.
Y ahora llegaba esta gira con la sub-23, que era algo más que una convocatoria para una selección inferior. En realidad, se trataba de una prueba de laboratorio que permitiría observar a los más prometedores jóvenes del fútbol español de cara al Mundial-82 que llegaría a España en tres años.
En Los Ángeles lo esperaba el seleccionador, José Emilio Santamaría, y allí se encontró con un grupo de compañeros que, como él mismo, ya habían transitado por las distintas selecciones formativas. Un puñado de futbolistas que con el paso de los años serían historia. Al menos, muchos de ellos.
Esta fue la relación completa de los jugadores que viajaron a tierras americanas:
Porteros: Amador (Hércules), Buyo (Deportivo) y Urruti (Espanyol).
Defensas: Celayeta (R. Sociedad), Gajate (R. Sociedad), García Navajas (Burgos), Olmo (Barcelona), Gerardo (Las Palmas), Sierra (At. Madrid) y Gordillo (Real Betis).
Centrocampistas: Portugal (Burgos), Víctor (Zaragoza), Joaquín (Sporting de Gijón), Blanco (Castilla) y Diego (R. Sociedad).
Delanteros: Esteban (Barcelona), Rubio (At. Madrid), Pichi Alonso (Zaragoza) y Carrasco (Barcelona).
Compartió habitación con el zaragocista Víctor y, sin apenas entrenar, debutó en la gira el jueves 21 de junio en el Memorial Coliseo de la ciudad californiana. Contra la selección A de México. Perdieron 1-0 y la alineación española fue la siguiente: Amador; Celayeta, García Navajas, Olmo, Gordillo; Joaquín (Blanco), Diego, Portugal (Víctor); Carrasco (Esteban), Pichi Alonso y Rubio.
De allí marcharon a Guadalajara (México), donde esperaban tomarse la revancha contra el seleccionado tricolor. En el hotel Holiday Inn, Rafael Gordillo conoció por las noticias que le llegaban de Sevilla que el Real Betis tenía un nuevo presidente: Juan Manuel Mauduit, quien en la noche del viernes 22 se impuso en las elecciones al otro candidato, José Luis Fernández Castañón. Con este acto se ponía punto y final a los fecundos diez años de mandato de Pepe Núñez.
El domingo 24 de junio, en el estadio Jalisco de Guadalajara (que había sido la sede del gran Brasil del Mundial-70), España arrasó a México por 3-0, con dos goles de Víctor y uno de Pichi Alonso. Gordillo volvió a jugar de salida y estuvo inmenso. Los periódicos de la época hablaron de exhibición española.
Tres días más tarde se enfrentaron en Ciudad de México a los Pumas de la Universidad. El equipo campeón de Liga de aquel país, reforzado además por tres futbolistas del América, uno de ellos el prodigioso centrocampista brasileño Dirceu, que ese mismo verano ficharía por el Atlético de Madrid.
Los locales se impusieron con claridad y Rafael Gordillo, de nuevo titular, tuvo la oportunidad de coincidir por primera vez en un campo de fútbol con Hugo Sánchez, quien años más tarde sería su compañero en el Real Madrid.
De ese partido salió con unas molestias que lo apartarían de las alineaciones en lo que quedaba de gira. Santamaría pensó que había llegado el momento de que parara. Ya estaba bien para quien no había dejado de jugar desde el mes de septiembre del año anterior.
Aún se disputaron tres encuentros más. En Bogotá, los sub-23 empataron 1-1 contra la selección A de Colombia; ganaron a la de Chile por 0-1 en Santiago y volvieron a verse la cara con los colombianos, esta ocasión en Caracas, donde se produjo otra igualada, ahora sin goles.
En todas partes fueron agasajados y muy particularmente en Venezuela recibieron un cálido homenaje de la Hermandad Gallega. Regresaron a España el martes 10 de julio de 1979, tras 6 partidos disputados en 5 países. Una experiencia apasionante.
En 1981, Rafael Gordillo volvió a cruzar el charco, en otra gira por tierras americanas, esta vez con la selección absoluta. Un rosario de partidos que los llevó a México, Venezuela, Colombia, Chile y Brasil.
Al final, de los 19 futbolistas que hicieron el viaje trasatlántico de los sub-23 en 1979, sólo tres formarían parte de la lista definitiva de España para el Mundial-82: el portero Urruti (ya entonces en el FC Barcelona), el centrocampista Joaquín (del Sporting de Gijón) y Rafael Gordillo, representante del Real Betis, quien a partir de 1980 se había convertido en titular indiscutible en el equipo nacional, al punto de formar parte del grupo que disputó la Eurocopa de ese año en Italia.
Un orgullo para los béticos por más décadas que pasen.