Los suplentes del Real Betis, Suárez y Barroso, pendientes de las noticias de la radio en el banquillo de La Rosaleda.

HISTORIA | La tarde de los transistores

Por Manolo Rodríguez

 

A vida o muerte.  Así fue el ultimo partido del campeonato de Liga de la temporada 1984-85 que el Real Betis debió jugar en el estadio de La Rosaleda de Málaga el 21 de abril de 1985. A esa última jornada llegaban cuatro equipos con riesgo de descenso, aunque, paradójicamente, todos tenían la salvación en su propia mano. El que ganara se salvaba, y al Betis, incluso, le servía el empate.

Las cosas estaban del siguiente modo: el Betis contaba 29 puntos y el Málaga, el Hércules y el Valladolid, 28, respectivamente. Uno de los cuatro bajaría a Segunda cuando se acabara el domingo. Por cierto, Domingo de Preferia en Sevilla.

El Betis y el Málaga se enfrentaban entre sí; el Valladolid visitaba al Sevilla en el Sánchez Pizjuán y el Hércules acudía al Bernabéu a jugar contra el Real Madrid.

Durante la semana hubo comentarios para todos los gustos. El partido más señalado era el Málaga-Betis, ya que un empate podia dejarlos a ambos a salvo, siempre, claro está que no ganaran los otros dos.

De cualquier modo, en Heliópolis daban por cierto que el Valladolid se iba a llevar los puntos de Nervión, aunque parecía más improbable que el Hércules pudiera dar una sorpresa tan evidente en el campo del Real Madrid.

Sin embargo, las alarmas saltan la noche antes, cuando una cadena nacional de radio reúne a los cuatro presidentes implicados en el gran drama: a Gerardo Martínez Retamero, presidente del Betis; a Antonio Pérez Gascón, mandatario del Málaga; a José Torregrosa, presidente del Hércules y a Gonzalo Alonso, dirigente del Real Valladolid.

Todos, como es natural, expresan su confianza en mantener la categoría y son comedidos y respetuosos con sus colegas. Todos, excepto el presidente del Hércules, quien afirma de manera enérgica y taxativa que "lo siento por uno de vosotros, porque os puedo garantizar que quien no va a bajar es mi equipo". Y era el que tenía que jugar en el Bernabéu…

Con esta incertidumbre llega el Betis a Málaga, aunque la moral esté por las nubes. Sólo cuatro días antes los verdiblancos le han ganado por 3-1 al Barcelona en los cuartos de Copa y eso los ha convertido en noticia nacional. Además, en Liga, vienen de sumar tres victorias consecutivas que han elevado notablemente sus aspiraciones de salvación.

La capital de la Costa del Sol recibe al Betis con cielo entoldado y nuboso. Pero cuando los jugadores ya están en los vestuarios descarga una tormenta violentísima, acompañada de granizo. Con buen criterio, el colegiado Enríquez Negreira, del Colegio Catalán, que reaparece tras dos meses de ausencia por lesion, decide retrasar el inicio del partido, al tiempo que obliga al portero malaguista Fernando a cambiar de jersey, por coincidir con el verde de las camisetas del Betis.

Así, cuando el balón comienza a rodar en Málaga, ya se llevan jugados seis minutos en Sevilla y Madrid.

La Rosaleda se llena casi por completo, con gran presencia de aficionados béticos en las gradas, y los equipos forman con las siguientes alineaciones:

C.D. Málaga: Fernando; Popo, Brescia, Regenhardt, Muñoz Pérez; Canillas, Zambrano, Albis, Juani (Micanovic, m.66); Toto (Tello, m.76) y José.

Real Betis: Esnaola; Calleja, Alex, Mantilla, Diego; Parra, Casado (Suárez, m.70), Ortega, Gordillo (Reyes, m.33); Rincón y Calderón.

El Betis, que luce  la segunda camiseta Meyba, con calzón verde, resiste la primera acometida local, debiendo emplearse a fondo Esnaola en un par de ocasiones, aunque la mejor ocasion la tiene Gordillo en sus botas.

Todo el mudo está pendiente de los transistores, incluidos los jugadores béticos que se sientan en el banquillo con Carriega. Por ahí conocen la noticia de que el Valladolid ha marcado muy pronto en el Sánchez Pizjuán, minuto 11, gol de Duque celebrado jubilosamente en las tribunas. Con ese resultado, está en Segunda el Hércules.

Al descanso se llega en Málaga con empate a cero, aunque un rato antes se ha producido una muy desgraciada noticia: Gordillo, lesionado, ha debido abandonar el terreno de juego. Le sustituye Reyes. 

Rafael Gordillo ya no volvería a jugar con la camiseta del Betis en Primera División hasta diez temporadas más tarde.

En la segunda parte, las cosas se disparatan desde muy pronto. Apenas a los tres minutos, el Málaga abre el marcador gracias a un gol de Juani, y se coloca en la tabla con 30 puntos, los mismos que el Valladolid. Con 29 quedan Betis y Hércules, aunque el mejor gol-average de los verdiblancos les sigue garantizando la permanencia, siempre que no marquen los alicantinos.

Pero quien marca es el Betis. Minuto 56. Córner que bota Calderón y cabecea Parra a la red. Vuelta a la normalidad, ya que la igualada posibilita la salvación de ambos.

Sin embargo, la bomba estalla cuando el partido de La Rosaleda se acerca a la media hora. Gol en el Bernabéu cantan las emisoras de radio. Gol del Hércules, gol de Sanabria, minuto 71. Con ese marcador, está en Segunda el Málaga.

De ahí, hasta el final, todo es atropellado y confuso. Muy confuso. El presidente del Betis, Gerardo Martínez Retamero, se ha refugiado en la caseta porque no puede soportar la tension del palco y en el banquillo malaguista han estrellado un transistor contra el cemento cuando se ha conocido el gol alicantino.

Todo el mundo contiene el aliento, ya que un gol malagueño provoca el descenso del Betis. Los locales, dirigidos por el mito blanquiazul Antonio Benítez, cargan contra la puerta de Esnaola sólo a base de casta, y, aunque no haya peligro real en sus ataques, cada pelota al área para los pulsos y los corazones. El Betis, por su parte, tiene la oportunidad de adelantarse al marcador con un lanzamiento de Calderón que se estrella en el larguero.

En Nervión sube al marcador el segundo gol del Valladolid, obra de Jorge, y enseguida termina el partido entre el gozo general. Poco después, concluye también el choque del Bernabéu. Los jugadores del Hércules, dirigidos por el ex barcelonista Antonio Torres, han hecho bueno el pronóstico de su presidente. Los alicantinos se han salvado ganándole al Madrid en su propio templo.

En La Rosaleda quedan aún cinco minutos y Málaga y Betis están solos contra el mundo. Como pasar, no pasa nada en ese tiempo postrero, pero nadie que lo vivió lo olvida. Uno de los dos va a morir. Y es el Málaga.

Carriega confiesa al final del encuentro "que partidos como este pueden dejarte para siempre en el banquillo", y Retamero llora abrazado su colega malaguista, Antonio Pérez Gascón, que, al igual que todos los aficionados, sigue perplejo ante lo ocurrido. Como confesaron los jugadores verdiblancos: "algunos jugadores del Málaga no se creían que estaban en Segunda División. Iban 'groggy' para  los vestuarios".

El Betis salva la categoría y el recordado Pedro Buenaventura canta sus letrillas en el vestuario. Han despertado de un mal sueño. Gracias a Dios.