La motivación oculta de Rubén Castro
El colegiado decretó el pitido final, y con la señal, la plantilla del Real Betis abrazó una nueva victoria que apunta a la diana del ascenso directo. Celebración sobre el césped adornada con la alegría de quien conoce la importancia de un triunfo fundamental a pocas jornadas del cierre liguero. Intercambio de emociones con la afición desplazada a Mallorca, bastión capital en el gran recorrido firmado por los verdiblancos en el torneo doméstico.
Muescas de euforia contenida, ya que aún quedan tramos por atravesar hasta la consecución del objetivo. En cualquier caso, los tres puntos obtenidos en Palma de Mallorca, más allá de la influencia clasificatoria, reportaron consecuencias positivas para el grupo en el plano psicológico. La moral del líder de la Liga Adelante se reforzó en un día con la presión añadida que suponía saltar al escenario del Iberostar Estadi conociendo los resultados positivos que habían alcanzado sus rivales en la carrera por acceder a una plaza en Primera División.
Entre la acumulación de gestos de entusiasmo, sobresalía el rostro de Rubén Castro. El delantero canario acudía fielmente a su cita con el gol, coronando su impecable partido con una asistencia para su compañero, amigo y confidente Jorge Molina. 26 goles que alumbran la meta en la escena mejor filmada de su trayectoria deportiva. Resulta curioso comprobar cómo las declaraciones de ambos a la conclusión del encuentro se entrelazaron, tan diferentes en la forma y similares en el fondo. "Lo positivo y lo bueno es que somos dos delanteros a los que evidentemente nos gusta marcar goles, pero no somos egoístas. Si vemos al compañero en una posición mejor para marcar, se la damos”, declara Jorge Molina en referencia al apoyo mayúsculo de Rubén Castro, un sustento dibujado con asistencias para ser remachadas por el delantero alcoyano.
Como si una línea invisible conectara los pensamientos de los dos socios en la vanguardia bética, Rubén saboreaba no solo su capacidad única para encontrar el gol, sino su determinación para filtrar el pase perfecto. Una vez que la satisfacción copó el vestuario visitante, el gozo del deber cumplido se trasladó al autobús que debía trasladar a la expedición hasta el Aeropuerto de Palma de Mallorca. Y es en ese punto de la historia donde Rubén se hace más grande y amplía su leyenda. Entre risas, el '24' bético manifestaba junto a sus compañeros el orgullo de computar 13 asistencias en 37 jornadas disputadas. Lejos de acaparar la atención y vanagloriarse del poder decisorio de sus goles, Rubén no entiende de individualidades y prefiere remarcar que por encima de cualquier reconocimiento a nivel personal, su trabajo es el bien colectivo.
Si nos atenemos a los logros individuales que pretende el canario en este tramo final de Liga, cobra mayor fuerza su actitud sobre el campo y en el viaje de vuelta a Sevilla. Pichichi y récord anotador personal en la competición liguera al margen, Rubén ambiciona que sus números recojan su carácter solidario, compañerismo y compromiso total con sus compañeros. Imaginación puesta al servicio del bloque. Talento y creatividad, cualidades que se expanden más allá de su olfato goleador. Una nueva forma de desequilibrar partidos en su numeroso catálogo de virtudes. Así las cosas, sumando los 26 goles más las 13 asistencias efectuadas por Rubén, vemos que el '24' ha participado en 39 de los 61 tantos ligueros del Betis, lo que equivale a una incidencia del 63% en la producción goleadora del cuadro heliopolitano.
Trece pases de gol que abrillantan aún más la que está siendo una temporada excelsa para Rubén Castro, cuyo acierto goleador acrecienta las opciones de ascenso y enaltece la historia del Club de las trece barras. Asistencias que si bien no causan tanto impacto mediático como sus cifras goleadores, no hacen sino más que confirmar que nos hallamos ante uno de los mejores futbolistas que ha visto la afición del Real Betis Balompié desde su fundación en 1907.
El mejor Rubén de siempre, el más completo. Goleador y asistente a gran escala.