HISTORIA | Una victoria del Real Betis que es historia del Levante
Por Manolo Rodríguez
El Levante UD debutó en Primera División en la temporada 1963-64. Nunca hasta entonces había alcanzado la máxima categoría, a pesar de que sus remotos orígenes podían datarse en 1909, fecha en la que nacieron el Levante FC y el Gimnástico FC, clubes que acabarían fusionándose tras la Guerra Civil.
Por medio, había compuesto hermosas páginas en la España futbolística, entre las que cabría destacar, sobre todas, la conquista en 1937 de la Copa de la España Libre, Trofeo Presidente de la República que hasta hace unos pocos años no le ha reconocido la Federación Española de Fútbol.
Más tarde, ya con los colores granotas del Gimnástico FC, vivió mayormente en Segunda División, con alguna caída esporádica a la Tercera. Ello provocó que cada vez se fuera haciendo mayor la distancia con su rival ciudadano, el poderoso Valencia CF, que desde la década de los cuarenta se había convertido en un grande de las competiciones nacionales.
Llegados los años 60 pareció que el Levante cambiaba su suerte. El club se estabilizó económicamente y, por fin, en la campaña 1962-63 pudo dar el salto a Primera tras ganarle una eliminatoria de promoción al Deportivo de la Coruña. El momento más feliz para todos aquellos aficionados fieles, gente humilde del barrio marinero del Cabanyal, que tanto presumían de ser el club más antiguo de Valencia.
En la primera jornada de la temporada 1963-64 el Levante estrenó la nueva categoría con un empate a cuatro en el campo del Espanyol. La segunda sería histórica, ya que supondría el debut en su campo de Vallejo. Y según decidió el calendario, el rival en un día tan señalado sería… el Real Betis Balompié.
Un Betis presidido por Benito Villamarín, y ya consolidado en Primera, que ese año había fichado como entrenador a Domingo Balmanya, un técnico prestigioso que había ganado títulos con el FC Barcelona y el Valencia CF.
No hubo fichajes llamativos, quizá porque la plantilla se hallaba bien conformada desde años anteriores. Ahí permanecían nombres tan ilustres como Pepín, Ríos, Lasa, Luis Aragonés, Kuszmann, Bosch o Ansola, a los que únicamente reforzó el extremo Molina, procedente del Valladolid.
Los verdiblancos arrancaron el campeonato por la puerta grande, derrotando en Heliópolis al eterno rival por 3-1 (goles de Luis, Molina y Liert da Silva) y en la segunda jornada acudirían al campo de Vallejo para convertirse en el primer rival que se medía al Levante en la máxima categoría.
Durante los días previos, Balmanya hizo diversas probaturas, provocadas mayormente por la sanción de Luis Aragonés, a quien el Comité de Competición castigó con cuatro partidos tras su expulsión en el partido contra el Sevilla.
A ello se unían las lesiones del brasileño Liert da Silva y del alicantino Cortés, por lo que a mitad de semana se jugó un amistoso en Morón que le sirvió al entrenador para ver cómo andaban los teóricos suplentes. Y ahí se encontró con Miguel Castro (autor de cuatro goles en ese partido), un extremo de 22 años al que le dio la titularidad en Valencia. El único encuentro de Liga que disputó.
El Betis marchó en tren a la ciudad del Turia en la tarde del viernes y allí lo recibió un ambiente por todo lo alto. El que naturalmente provocaba la euforia del ascenso. El Levante tenía un buen equipo en el que su principal figura era el delantero centro Wanderley. Un delantero brasileño que, para mayor curiosidad, era el hermano pequeño de la gran estrella del Valencia CF, Waldo.
Wanderley había llegado al Levante la temporada anterior, cuando ya se llevaban jugadas 14 jornadas y desde el primer día comenzó a meter goles. Fue pieza decisiva para el ascenso. Años más tarde jugaría en el Málaga, también con buen rendimiento.
El esperado Levante-Real Betis se disputó el domingo 22 de septiembre de 1963, a las cuatro y media de la tarde. El estadio de Vallejo (que estaría operativo hasta 1968), con capacidad para 20.000 espectadores, se llenó hasta los topes. Un entradón. La salida de los locales al campo fue apoteósica y para el Betis hubo una elegante ovación.
Arbitra el encuentro el catalán Oliva Fortuny y a sus órdenes los equipos presentan las siguientes alineaciones:
Levante UD: Beitia; Pedreño, Alustiza, Calpe; Vidal, Camarasa; Domínguez, Vall, Wanderley, Juliá y Serafín.
Real Betis: Pepín; Colo, Ríos, Grau; Montaner, Bosch; Castro, Kuszmann, Ansola, Lasa y Molina.
En la primera mitad el partido está muy a la par. Controlado por ambos equipos y con pocas ocasiones de gol. Y las escaramuzas que llegan al área verdiblanca las resuelve espléndidamente Pepín. En el Levante destaca el interior Rafael Juliá (ex jugador del Betis tres años antes y con el paso de los años prestigioso restaurador sevillano) y el lateral Calpe, que dos temporadas más tarde sería fichado por el Real Madrid, donde se proclamaría campeón de Europa en 1966.
A los cinco minutos de la continuación llega el gol del Betis, el que le acabaría dando la victoria. Un contragolpe de manual que deja a Fernando Ansola delante del portero. El ariete bético apura hasta la salida de Beitia y lo bate por bajo.
A partir de ahí, Balmanya hace ostensible el 4-3-3 que tanto empieza a imponerse. Mete a Kuszmann en el eje de la zaga marcando a Wanderley y deja a Ríos como libre. Lasa se incrusta aún más en el mediocampo. Así van pasando los minutos, sin grandes sobresaltos. Al final, el 0-1 es definitivo. El Betis se ha llevado los puntos.
La afición del Levante se consuela pensando en el próximo, y también histórico, compromiso, ya que seis días más tarde acude por primera vez a Mestalla para jugar un derbi en el que se impondrá el Valencia por 5-3.
El Real Betis, por su parte, sale de Vallejo como líder en solitario. Dos partidos, dos victorias, a la que seguirán otro par de ellas en las siguientes jornadas, contra el Oviedo en Heliópolis y ante el Athletic en San Mamés.
De esa manera se va gestando una temporada que será memorable. Un recuerdo preferente en la memoria de los béticos. La campaña en la que el Betis quedará clasificado en el tercer puesto del campeonato de Liga y se ganará el derecho a debutar en las competiciones continentales.
Una maravillosa aventura que, fuera de casa, comenzó a construirse con aquel triunfo en Valencia la tarde en que el Levante se estrenó ante su público como equipo de Primera División.