HISTORIA | 40 años de la Copa de la Liga
Por Manolo Rodríguez
Hace unos meses se han cumplido los 40 años de la creación de la Copa de la Liga, una competición nacida en 1983 con la finalidad de generar mayores ingresos para los clubes, pero que nunca llegó a arraigar entre los aficionados. Un torneo que se disputaba al concluir el campeonato de Liga y que tuvo una vida efímera que apenas se prolongó durante cuatro temporadas.
El Real Betis acarició un par de veces la posibilidad de haber llegado a lo más alto en el torneo, alcanzando las semifinales en 1984 y la final en 1986. En ambas ocasiones, sin embargo, acabó ahogándose en la orilla. Una pena, porque de haber ganado alguna de estas ediciones hubiera podido presumir de otro título nacional y, al mismo tiempo, de haberse adjudicado todas las competiciones del fútbol español en las que había participado hasta entonces.
Como indicábamos al principio, la Copa de la Liga amaneció en 1983 patrocinada por el FC Barcelona y, muy particularmente, por su presidente José Luis Núñez. El objetivo era engordar las arcas de los clubes, siempre necesitadas de dinero, con un mayor número de partidos, y por tanto de taquillas, al tiempo que se producían nuevos ingresos derivados de las retransmisiones televisivas.
Pero siempre pareció cogida con alfileres y los bandazos fueron continuos a lo largo de los años. En la primera edición sólo la jugaron los 18 equipos de Primera División; en las siguientes se fueron sumando algunos conjuntos de categorías inferiores; a partir de la segunda temporada se decidió que el campeón se ganara el derecho a disputar la Copa de la Uefa y hasta se pensó en un triangular en 1987 (que no llegó a jugarse nunca) con los campeones de cada uno de los grupos de aquella malhadada Liga del play-off.
Junto a este interés de orden económico, también estaba la necesidad de revitalizar con nuevas emociones a un fútbol español que había quedado muy hundido en los anímico y en lo económico tras el abrumador fracaso del Mundial-82 celebrado en nuestro país. Los públicos se habían retirado de los campos, los clubes estaban endeudados por las obras del Mundial, la sensación de vacío y desinterés era enorme, y desde todos los estamentos del balompié nacional se intentaban promover fórmulas distintas que volvieran a provocar el apasionamiento de los aficionados y la vuelta a los estadios.
El Real Betis, entrenado por Marcel Domingo, debutó en la Copa de la Liga de 1983 enfrentándose al Málaga. Ganó por 1-0 en Heliópolis (gol de Cardeñosa de penalti) y perdió por 2-1 en La Rosaleda, donde el "Lobo" Diarte hizo su último tanto oficial como jugador bético. La solución debió llegar a los penaltis y la verdad es que tardó. Se lanzaron hasta 26 máximos castigos, perdiendo los verdiblancos por 12-11. Como dato anecdótico, cabe consignar que Esnaola volvió a lanzar un penalti, y que lo marcó.
En aquella I edición el FC Barcelona acabó ganándole la final al Real Madrid, la del legendario gol de Maradona en el Bernabéu al regatear al madridista Juan José en la misma raya de gol.
Duro revés en Valladolid
Más doloroso fue lo ocurrido en 1984. La primera eliminatoria lo llevó a enfrentarse al filial del Sporting de Gijón, el Sporting Atlético, que militaba en Segunda B, categoría que a partir de ese año estaría presente en el torneo con dos equipos.
La ida en El Molinón acabó con empate a cero, pero donde estuvo a punto de saltar la sorpresa fue en el partido de vuelta jugado en Heliópolis, que acabó con el insólito marcador de 4-4. Tan dramática fue la situación que sólo en el descuento un gol de Suárez consiguió empatar el partido y forzar la prórroga y los penaltis. Una tanda también cargada de angustia, ya que fueron necesarios 14 lanzamientos para decidir la clasificación. El penalti definitivo lo paró el portero vasco Barandica, que apenas jugó partido y medio en aquel el año. Los únicos en su historia verdiblanca.
Mucho mejor resultaron las cosas en la siguiente eliminatoria de cuartos de final en la que, azares del destino, el Betis hubo de enfrentarse al hermano mayor de quienes tantas molestias les habían causado, o sea, al Sporting de Gijón. El 2 de junio de 1984, mientras que la Esperanza de Triana volvía a su barrio tras ser coronada en la Catedral, el Betis ganaba por 0-1, de nuevo en El Molinón, gracias a un bonito gol de Calleja. Una semana más tarde la clasificación quedó sellada al amarrar un empate a uno en casa, con gol inicial de Paco y empate de Eloy.
En semifinales esperaba el Real Valladolid, que había completado una discreta Liga, pero que en la Copa de la Liga llevaba una trayectoria imparable. La ida se disputó en Heliópolis con claro triunfo bético por 2-0, que pudo ser aún más holgado. Paco materializó ambos tantos en el tramo final del partido.
Parecía una renta suficiente, pero, desdichadamente, no lo fue 5 días más tarde. Con el añadido doloroso de que todo se desmoronó en el último momento. En ese fatídico minuto 90 en que Da Silva puso en el marcador el 3-0 final. Una jugada, por cierto, en la que fue expulsado el guardameta Salva cuando el Betis ya había hecho los dos cambios, debiendo colocarse bajo los palos el defensa Diego. Aquello dejó muy tocado al técnico verdiblanco, Pepe Alzate y días después el Real Valladolid se proclamaría campeón de esta II edición de la Copa de la Liga al derrotar al Atlético de Madrid en la final.
Un año más tarde, en 1985, el debut en la Copa de la Liga fue contra el Valencia y aquel equipo dirigido entonces por Carriega jugó muy bien contra los levantinos. Goleó en el Villamarín por 4-0, con dos goles de Calderón y uno de Paco y Rincón, y siguió adelante en el Luis Casanova, donde únicamente cedió una derrota por 1-0.
Después, se enfrenta al Atlético de Madrid en cuartos de final. Son superados en una matinal en el Calderón por 3-1 y en Heliópolis están a punto de remontar la eliminatoria. Se quedan en puertas o, lo que es lo mismo, a 8 minutos del final, momento en que los rojiblancos hacen el 2-1 decisorio. El primer gol bético lo anota Rincón y el segundo Gordillo. Nadie lo sabe entonces, pero será el último gol, y el último partido, como verdiblanco, de Rafael Gordillo Vázquez hasta que vuelva del Bernabéu 7 veranos más tarde. Aquella edición la ganó precisamente el Real Madrid al imponerse en la final al Atlético de Madrid.
La final perdida
La Copa de la Liga fue la principal ilusión de los béticos la temporada 1985/86, en la que hubo tantas luces como sombras. Un torneo que ese año celebraría su última edición y que, como en ocasiones anteriores, fue encarado con cierto escepticismo por todos los participantes. También por el Betis que, tras todo lo ocurrido al final de la Liga, buscaba quizá más un descanso que una nueva exigencia.
Pero las cosas se fueron encadenando. El primer rival fue Osasuna y sin gran esfuerzo, los béticos empataron a dos en Pamplona, con goles de Valdo y Calleja. En Heliópolis, la victoria fue más apurada de lo previsto, pero los tantos de Valdo, Gabino y Calderón sentenciaron un 3-2 que fue suficiente para avanzar de ronda.
Quedó exento en octavos y en los cuartos de final debió medirse al Valencia. En la ida en el Luis Casanova el Betis se impone por 1-2, con goles de Gabino y Calderón. Con tan notoria ventaja, el partido de vuelta lo administra el Betis según sus intereses. Ha crecido la entrada de público en el estadio, y muy pronto, apenas a los 6 minutos, un gol de Gabino encarrila la eliminatoria. A partir de ahí, los verdiblancos se hacen fuertes y dejan pasar los minutos. Sólo en el tramo final, una bella jugada de Romo pone el 2-0 en el marcador, tanteo que es recortado por Sixto casi en el descuento. Total, 2-1. El Betis es semifinalista.
Esta vez, el rival es el Real Zaragoza. Se abre la eliminatoria en La Romareda y Gabino suelta un partidazo, marcando los dos goles con los que el Betis derrota 1-2 a los maños. El segundo, tras regatear a todo el que le sale al paso. La racha se mantiene en el choque de vuelta. Partido matinal y mucho público en los graderíos. Los béticos han vuelto a Heliópolis al calor de una ilusión inesperada. Y ganan sin esfuerzo. Por 2-0. Parra abre el marcador en el minuto 16 y Valdo lo cierra en el 79. Ya es finalista.
No hay tregua. El calendario está tan comprimido que la final se empieza a disputar apenas 72 horas más tarde. El miércoles 11 de junio, a las nueve de la noche, en el estadio Benito Villamarín. El rival es el FC Barcelona, que llega a Sevilla con un equipo muy debilitado, ya que la mayor parte de sus mejores futbolistas se encuentran en México disputando el Mundial.
Parece una ocasión propicia y, por ello, se invocan en las vísperas todas las razones para el optimismo. De una parte, se valora la espléndida trayectoria de Luis del Sol como entrenador y, junto a esto, se hace hincapié en el hecho de que ganar la Copa de la Liga le supondría automáticamente al club verdiblanco la posibilidad de obtener una plaza en la Copa de la UEFA en la temporada siguiente.
En el partido que abre la final, Calderón borda el fútbol ante el Barça en los 45 minutos en que estuvo sobre el césped del Villamarín. Marcó el único gol del encuentro al lanzar primorosamente una falta, pero, lamentablemente, hubo de quedarse en la caseta en el descanso como consecuencia de un fuerte golpe en el tendón de Aquiles. Y el Betis lo notó. El 1-0 final sabe a muy poco después de tanto fútbol y tantas ocasiones. Lo mejor fue el ambiente de Heliópolis. El de las grandes noches. Lleno casi absoluto que dejó más de diez millones en las arcas de la entidad, y público ilusionado y entregado con su equipo.
Pero en la vuelta casi salió todo mal. El Barça remontó la eliminatoria al vencer por 2-0 y aquel sábado 14 de junio de 1986 quedó para siempre en la historia verdiblanca como una fecha negra en la que se perdió una oportunidad única de haber ganado un título que ya no podría ganar nunca.
El arbitraje del vizcaíno Urizar Azpitarte fue calamitoso; la expulsión de Quico perjudicó gravemente al equipo y el juego del Betis no se pareció en nada al de partidos anteriores Todo empezó a desmoronarse muy pronto. Apenas a los 9 minutos, Amarilla abrió el marcador y a los 38, Urizar se inventó un penalti que protestó innecesariamente Quico hasta ganarse la expulsión. Lo transformó Alexanco.
Y poco más. El Betis sólo se asomó a la puerta azulgrana con un cabezazo de Habzibegic que se fue por encima del larguero y se consoló cargando contra el arbitraje, que, sin duda, merecía todas las críticas. El presidente Retamero dijo que Urizar le había recordado al Mercader de Venecia y más directo fue el vicepresidente García de la Borbolla, quien afirmó sin tapujos que "con la expulsión de Quico nos metieron la mano en la cartera y nos robaron el partido".
Un partido que jugaron los siguientes protagonistas:
FC Barcelona: Amador; Manolo, Salva, Alesanco, Fradera; Sánchez, Pedraza, Moratalla, Nayim (Villaroya, m.73); Esteban (López-López, m.77); y Amarilla.
Real Betis: Cervantes; Diego, Alex, Hadzibegic, Quico; Ortega (Suárez, m.65), Parra, Romo; Gabino, Perico Medina y Calderón (Reyes, m.46).
No fue lo que pudo haber sido. El Betis se ahogó en la orilla en la última edición de la Copa de la Liga. Después ya no hubo más.