HISTORIA | Concentrados en la Costa del Sol
Por Manolo Rodríguez
Se cumplen 50 años del traslado de la Feria al barrio de Los Remedios. Un acontecimiento que en 1973 conmocionó a la ciudad y le confirió un nuevo perfil urbano, cerrando definitivamente el inacabable debate que llevaba abierto desde 1914 cuando el Ateneo hispalense convocó por primera vez un concurso para establecer el lugar más apropiado para la fiesta.
Después llegó la propuesta del periódico "El Liberal" en 1919 para que se radicara en Los Remedios y de ello se siguió hablando en 1924 y 1929, al resultar cada vez más evidente la falta de espacio en el Prado de San Sebastián, donde se hallaba enclavada desde 1847.
En la década de los 40 del pasado siglo, el Ayuntamiento presidido por Miguel Ibarra incluso llegó a redactar un proyecto, con planos, informes, e incluso maquetas, que, de nuevo, aconsejaban el traslado a Los Remedios, contando esta idea, según ha desvelado el historiador Julio Mayo, con el apoyo decidido de Joaquín Romero Murube, en aquel tiempo delegado de Fiestas. De hecho, llegó a anunciarse que la Feria de 1942 sería la última que se montaría en el Prado.
Pero ya se sabe que los tiempos de Sevilla, como los designios del Señor, son inescrutables. Ello provocó que cualquier posible mudanza de la Feria se retrasara hasta diciembre de 1968, fecha clave en que el pleno municipal aprobó el proyecto de la nueva reubicación en Los Remedios y aceptó que estas parcelas volvieran al Gobierno central si dejaban de ser usadas para instalar la Feria. Cuatro años más tarde, en abril de 1972, el Ayuntamiento dio luz verde al plan de ordenación de los terrenos y, por fin, el 19 de mayo de ese año el alcalde Juan Fernández Rodríguez García del Busto anunciaba oficialmente el traslado.
La primera Feria en Los Remedios se inauguró a las diez de la noche del 30 de abril de 1973, adelantando en un día su inicio para que pudieran vivirse algunas horas del festejo en el mes de abril. Se pasó del medio centenar de casetas a las 630 de ese año y las primeras sevillanas en presencia del alcalde y de los capitulares fueron interpretadas por el cantaor Naranjito de Triana, con José Cala "El Poeta" a la guitarra.
A partir de ahí, la ciudad se sumergió en la fiesta y al decir de las crónicas periodísticas la Feria fue excelente, aunque la lluvia se hiciera presente y molesta el viernes 4 de mayo, coincidiendo con la visita a la ciudad de la entonces Princesa Doña Sofía.
Quien no pudo disfrutar de aquella primera Feria en Los Remedios fue la plantilla bética, a la que su entrenador, el húngaro Ferenc Szusza, concentró desde el miércoles en un hotel de Torremolinos al aguardo del decisivo partido que al domingo siguiente deberían disputar en el estadio de La Rosaleda contra el Málaga.
Aquella temporada las cosas no iban bien en el Betis. La campaña, que se había iniciado con la felicidad y la euforia provocadas por el retorno del mítico Luis del Sol, se fue torciendo mes a mes hasta desembocar en una situación límite que amenazaba severamente con el riesgo del descenso.
Las últimas jornadas, sin embargo, habían elevado la temperatura de la esperanza. Un empate en el Bernabéu y otro en San Mamés anunciaban mejores vientos, a pesar de que en casa tampoco se acababa de ganar, como había quedado demostrado contra el Espanyol -esa temporada aspirante al título- y la Real Sociedad.
Precisamente 48 horas antes de que se encendieran las luces del Real en Los Remedios había pasado por Heliópolis el equipo donostiarra, concluyendo el choque con una igualada a uno, conseguida in extremis gracias a un heterodoxo gol de cabeza de Macario. Gol, por cierto, marcado a Esnaola, quien apenas unos meses más tarde ficharía por el Real Betis para convertirse en el portero más grande que jamás vieron los siglos en el Villamarín.
Ese partido se jugó un sábado y, ya con la Feria en marcha, el martes volvió el fútbol al campo del Betis. Fue un partido de tono menor, correspondiente a aquello que se llamó la Copa de Andalucía de Reservas. Un choque de suplentes y muchachos canteranos contra el eterno rival, que también acabó en tablas. Al día siguiente, Szusza se llevó a la plantilla a la Costa del Sol, lejos del mundanal ruido de los farolillos.
Quedaron concentrados en el hotel "Camino Real" de Torremolinos, donde el técnico húngaro ordenó dobles sesiones de entrenamiento el jueves y el viernes. Había que preparar concienzudamente el duelo que lo enfrentaría a un CD Málaga que andaba muy bien clasificado, quinto en la tabla, aunque, eso sí, con la baja de su jugador franquicia, Sebastián Viberti. Pero tampoco en el Betis estaría Rogelio, lesionado en Bilbao.
El sábado de mañana la sesión preparatoria fue más suave y la tarde la dedicaron a baño y masaje, ya que "el cine más cercano les pillaba muy a trasmano", según se dijo explícitamente en el diario ABC de Sevilla.
En la nueva Feria de Los Remedios, mientras tanto, el ambiente festivo seguía en aumento. Se confirmaba la conveniencia del traslado "ante la imposibilidad que suponía el seguir celebrándola en el mismo lugar por razones de espacio", según consta en los Archivos Municipales, y se hacía patente que la Feria pasaría a los anales por sus buenos aparcamientos, pero también por sus difíciles accesos en las horas puntas.
Como se citaba anteriormente, a la Feria acudió la Princesa Sofía, que se paseó por el Real entre paraguas, y, para que nada faltara en la Sevilla oficial del franquismo, hasta se celebró una reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de España y de Portugal en el hotel Alfonso XIII.
En el ámbito taurino, los llenos fueron la tónica en el coso maestrante durante los días de festejos y al final del ciclo la Real Maestranza proclamó como triunfador de la Feria a Francisco Rivera "Paquirri", reconocido bético, mientras que los premios a la mejor estocada, a la mejor faena, y al mejor rejoneador los obtuvieron, respectivamente, José Antonio Campuzano, Paco Camino, y Rafael Peralta, también estos dos últimos béticos señalados.
La madrugada del sábado al domingo se alargó en la Feria hasta que despuntó el día y no aflojó durante toda la mañana y el mediodía. Ya por la tarde, a las 5,30, empezó a rodar la pelota en Málaga. El Betis saltó al césped de La Rosaleda con la camiseta verde de cuello y puños blancos que había utilizado ya en varios partidos foráneos esa campaña y las calzonas blancas que les eran propias. La alineación fue la siguiente: Pesudo; Bizcocho, Telechía, Cobo; López, Aramburu; Del Pozo, González, Del Sol, Orife y Benítez, Mediada la segunda parte, Roselló salió por Del Pozo.
El partido acabó con empate a cero y, al decir de las crónicas, fue disputado, pero no bueno. Quizá el Betis mereció más, aunque lo penalizó otra vez la falta de gol que había sido norma durante toda la temporada. Así lo expresó Ferenc Szusza en los vestuarios. En cualquier caso, la igualada se consideró como un resultado que podría valer de cara a las dos jornadas que restaban para el final del curso.
Pero no fue así. Una semana más tarde el Betis se impuso al Celta en Heliópolis, pero su derrota en Castellón en el último partido lo condenó al descenso. Fue un muy mal final para ese mes de mayo histórico en que la ciudad de Sevilla estrenó un nuevo emplazamiento para la Feria.
Ese recinto que ahora está cumpliendo 50 años.