HISTORIA | Desempate en Valencia
Por Manolo Rodríguez
A la atardecida del miércoles 5 de junio de 1963 el Real Betis saltó al césped de Mestalla vestido con su camiseta de siempre y calzonas negras. Pero no para jugar contra el titular de la plaza como era común cada vez que visitaba aquel escenario.
No, esta vez los verdiblancos no se medirían al Valencia. Salían a disputar el partido de desempate de unos cuartos de final de Copa. De la Copa del Generalísimo, que era como se llamaba entonces. El único en esta competición que han disputado a lo largo de la historia en la capital del Turia.
Enfrente estaría el Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento. Nada más y nada menos que el "Pentacampeón", como lo llamaba la prensa de la época, por las 5 Copas de Europa que ya llevaba ganadas. El campeón de la Liga recién acabada.
Ese tercer partido que se anunciaba en Valencia era el acto final de un cruce en el que pasaron muchas cosas y casi ninguna buena. Una eliminatoria bien jugada por el Betis, pero dolorosamente marcada por las decisiones arbitrales y por el obligado retraso que a última hora le vino a dar al rival unas horas de descanso que resultarían trascendentales. Todo un cúmulo de infortunios.
Hasta llegar a los cuartos de Copa, ese Betis de la temporada 1962/63 había navegado ya por todas las aguas. Inició la campaña cargado de ilusiones, pero los primeros resultados no fueron buenos. Llegaron los nervios y empezó a dudarse de Fernando Daucik, el entrenador que cumplía su tercer año en Heliópolis.
Sin embargo, Villamarín defendía al checo, a pesar de las críticas del entorno. Hasta que a mediados de noviembre una derrota en Zaragoza vino a sumarse a ciertos comentarios llegados desde Barcelona que no gustaron nada en Sevilla. Rumores que apuntaban a que Daucik se habría ofrecido al Barcelona, si, como finalmente ocurrió algo después, el club blaugrana cesaba a Kubala como entrenador.
La presión de los resultados y de las murmuraciones hizo que Villamarín cediera. Y así lo explicó posteriormente en una entrevista en el diario "Sevilla": "Como por necesidad de mis negocios de exportación tenía que ausentarme de España a Norteamérica e Hispanoamérica por un lapso de tiempo bastante grande, y el entrenador no contaba, dentro de la directiva, con más confianza que la mía, opté por entregar el mando del primer equipo al preparador físico".
Ese preparador físico al que citaba el presidente era Ernesto Pons, una autoridad en la materia. Más un atleta que un hombre de fútbol que ya había pasado por varios banquillos gallegos y catalanes. Con Pons al frente, el equipo recompuso la figura, pero sin despegar hacia los puestos altos. Al final, acabó noveno en la tabla.
Mejor empezó la Copa. Con victoria en Las Palmas y goleada a los canarios en el Villamarín con 4 tantos de Luis. Después, como ocurriera el año anterior, el bombo copero tuvo el capricho de que el Betis y el Sevilla volvieran a verse las caras.
En Heliópolis ganaron los verdiblancos por 2-1 (tantos de Bosch y Ansola) y en Nervión un empate a uno clasificó al Betis. Volvió a marcar Luis y entre la afición se desató la euforia. Era lógico. Tenían motivos para estar contentos, aunque, de inmediato, el sorteo de la eliminatoria de cuartos de final trajera la noticia de que el rival sería el Real Madrid. Que podría haber sido el Málaga o el Valladolid, por poner unos ejemplos más asequibles. Pero, no: el Real Madrid, con toda su leyenda y su poderío.
En la ciudad, el interés crece a medida que va corriendo la semana. El partido se fija para el domingo 26 de mayo a las 6 de la tarde y desde el jueves previo está concentrado el equipo en la finca "Los Álamos", en Sanlúcar la Mayor. Hasta allí acuden los periodistas para entrevistar al gran protagonista de esas horas: el extremo Antonio Cruz, un joven de 19 años que ha destacado en los escalafones inferiores y que apenas unos meses antes ha debutado con gol en la selección española juvenil.
Pons confirma enseguida que Cruz será titular, ya que Lasa y Rogelio están lesionados. El muchacho se halla en una nube y recibe, en todo momento, la tutela de Eusebio Ríos, jefe del vestuario. Incluso lo acompaña en las entrevistas.
El fichaje de Balmanya
Al día siguiente, sin embargo, surge otra noticia que durante unas horas eclipsa el interés por el partido. El sábado 25 de mayo el diario "Sevilla" publica en portada que Domingo Balmanya entrenará al Real Betis en la temporada siguiente. Un bombazo informativo.
El catalán Balmanya es un clásico del fútbol español. Un prestigioso ex jugador que, como técnico, ha ganado una Copa con el Barcelona, además de entrenar a equipos tan importantes como el Zaragoza o el Valencia. Su último trabajo lo ha desarrollado como secretario técnico del Espanyol y llega cargado de ilusiones a Heliópolis. Así lo dice: "He elegido al Betis porque es el equipo que más me convenía de acuerdo con mi estilo".
Como es natural, el nuevo entrenador acude a presenciar el partido del domingo contra el Madrid. La ida de la eliminatoria. El Villamarín registra una excelente entrada en tarde calurosa y arbitra el choque el colegiado vizcaíno Ortiz de Mendibil. Las alineaciones son las siguientes:
Real Betis: Pepín; Colo, Ríos, Grau; Bosch, Martínez; Cruz, Pallarés, Ansola, Luis y Areta.
Real Madrid: Vicente; Isidro, Santamaría, Casado; Zoco, Pachín; Amancio, Félix Ruiz, Di Stéfano, Puskas y Manolín Bueno.
El partido es igualado. Sin ocasiones de gol en el primer tiempo y con un planteamiento bético que maniata a las estrellas del Bernabéu. El poderoso Martínez se convierte en la sombra de Puskas y Esteban Areta, incrustado en el mediocampo, le cierra los caminos a Di Stéfano.
La segunda parte sale con la misma cara hasta que en el m. 61 Ansola abre las hostilidades. Se queda solo frente a Vicente, pero su tiro se va fuera ante la desesperación del público. Después, es el Real Madrid quien golpea. Dos secos disparos de Puskas y un cabezazo ajustado de Manolín Bueno provocan tres imponentes paradones de Pepín.
Calmada la tempestad, el pensamiento general es que el encuentro concluirá en tablas. Sin embargo, a tres minutos del final, una falta lanzada por Colo la remacha Luis desde cerca. Es el gol de la victoria que estalla en Heliópolis como un trueno. El 1-0 que pone al Betis en ventaja en la eliminatoria.
Ahora queda el partido de vuelta en el Bernabéu. Y sólo de eso se habla en la ciudad, aunque durante los primeros días de la semana se sabe que Ernesto Pons seguirá vinculado al club, por petición expresa de Domingo Balmanya, como responsable del fútbol base. De hecho, Pons será el entrenador del filial, el Triana Balompié, en la campaña 1963/64.
El miércoles previo, la selección española juega contra Irlanda del Norte en Bilbao y actúan tres futbolistas del Madrid: Pachín, Félix Ruiz y Amancio. Mientras tanto, la prensa nacional empieza a asignarle posibles fichajes al Betis de cara a la temporada siguiente. Pero ninguno de los nombres que se manejan aquellos días (Justo Tejada, Carmelo Cedrún o Héctor Aramendi) llegarán jamás al Villamarín.
Ajena a todo esto, la expedición bética sale para Madrid por carretera el jueves 30 de mayo. Hacen noche en Bailén y a la mañana siguiente se dirigen hasta Aranjuez, donde quedan concentrados a la espera del encuentro. La única novedad en la lista es que Cruz no viaja. Decididamente, Pons apuesta por los futbolistas de más experiencia.
Más de 50.000 espectadores se dan cita en el estadio madridista en la noche del domingo 2 de junio. Ligero viento y lluvia fina que se hace más intensa en los últimos minutos del partido. El Madrid viste de blanco y el Betis con su camiseta verdiblanca y calzón negro.
En el equipo local, sólo hay una novedad en la alineación: vuelve Gento al extremo zurdo tras un par de meses de ausencia. En el Betis, por su parte, se producen dos cambios respecto al choque de ida: Montaner ocupa el puesto de Cruz y Lasa, el de Pallarés.
El partido del Betis es espléndido, pero lo pierde por 3-2. Injustamente, como ahora veremos. Llega a decir el prestigioso periodista "Gilera" en su crónica del ABC que: "El Betis ha jugado en Madrid uno de los mejores encuentros de su historia en la capital". Y lo explica del siguiente modo: "Se defendió bien, pero con tan excelente técnica, que no fue un rompedor de juego, sino un obstaculizador que salía airoso del lance y, al poseer la pelota, la jugaba, o intentaba jugarla, con pases cortos, con avances de todos los hombres, sin perder la distancia. Y eso es jugar bien".
El duelo había comenzado de modo inmejorable. A los 13 minutos, Ansola hizo el 0-1 para el Betis. Puskas empató pronto y a la media hora empezaron las ayudas al Madrid. Una caída de Félix Ruiz se castiga con penalti. Jugada dudosa. Lo transforma Puskas.
Mucho peor, indignante incluso, es lo que ocurre ocho minutos más tarde. Un balón largo vuela frontal hacia la portería del Betis. Pepín, anticipándose a la llegada de Puskas, despeja con la cabeza fuera del área. Todo el mundo lo ve. Menos, al parecer, el juez de línea, que levanta la bandera y le indica al colegiado que el guardameta bético la ha rechazado con las manos. Increíble. Todo el Betis protesta, pero el árbitro, el aragonés Adolfo Bueno, se mantiene inflexible. La falta la tira Di Stéfano y hace el 3-1. También se quejarán algunos jugadores verdiblancos de que el lanzamiento lo había marcado el juez como indirecto?
Tras el descanso, sin embargo, no comparece un Betis hundido ni lastimero. Todo lo contrario. Se dedica a jugar y a meter al Madrid en su portería. Así lo refieren los locutores de Radio Nacional que retransmiten el partido para la ciudad de Sevilla.
Pero a las 10 de la noche se interrumpe la narración del encuentro para dar paso al "Diario Hablado", informativo de obligada emisión en todas las emisoras. Los béticos, pegados al transistor, no pueden oír en directo el gol de Ansola a un cuarto de hora del final.
Cuando vuelve la conexión con el Bernabéu, los béticos conocen por fin que el partido ha terminado 3-2 y que los últimos minutos fueron angustiosos para el campeón de Liga y pentacampeón de Europa. El Betis se fue a vivir al área del Madrid, forzó córners y remató sin acierto. El empate se presentía, pero no llegó. Una lástima.
Al día siguiente, Borbujo, corresponsal de "Marca" en Sevilla, recrea este feliz desconcierto. Y escribe: "La impresión reinante era que el Betis, como se preveía, había caído ante el poderoso rival con todos los honores. De ahí la sorpresa de todos los aficionados al enterarse del 3-2 que forzaba un partido de desempate, lo que causó enorme repercusión en toda la ciudad. La noticia, por inesperada, causó sensación y la euforia bética se desbordó en los medios deportivos y, sobre todo, en los verdiblancos".
Al final, unos y otros quedan citados para disputar el partido de desempate 48 horas más tarde.
El enojo de Villamarín
Al terminar el encuentro, Benito Villamarín se levanta del palco visiblemente contrariado. No le ha gustado nada el arbitraje. Acompañado por el secretario, Diego Viguera, y por el tesorero, Francisco García Fernández, se reúne en las oficinas del Bernabéu con los señores Muñoz Lusarreta y Moraleja, directivos madridistas. Intentan ponerse de acuerdo sobre el escenario del tercer encuentro.
Villamarín propone que se juegue en Zaragoza y, en principio, a los representantes del Madrid les parece bien. Pero mientras que hablan se conoce que el sorteo de semifinales ha cruzado al Real Zaragoza con el vencedor de la eliminatoria entre béticos y madridistas. La capital maña queda descartada.
Entonces, el Madrid sugiere Bilbao y el Betis, Barcelona. Argumenta Villamarín que en el Camp Nou será posible hacer un excelente taquillaje y, aunque no lo dice, piensa en el mucho apoyo que podría recibir el equipo en la novena provincia.
Por ahí no pasan los madridistas. No quieren Barcelona ni en pintura. Llegados a ese punto, Villamarín pasa a la ofensiva y deja claro el profundo malestar que lo embarga. Y plantea lo siguiente:
"El Real Betis estaría dispuesto a jugar aquí mismo, en el Bernabéu, con dos únicas condiciones: que la taquilla fuera para nuestro club y que el trío arbitral venga? ¡de Portugal!"Los directivos madridistas sonríen ante el comentario irónico del presidente del Real Betis. Villamarín no está para bromas y enseguida se despide. La conversación no se prolonga mucho más y ante la falta de acuerdo se ponen en manos de la Federación.
Diego Viguera y Francisco García Fernández se dirigen a la sede de la FEF. Llegan primero que los representantes del Madrid y enseguida conocen la decisión federativa: el partido de desempate se jugará en Valencia el martes 4 de junio a las ocho y media de la tarde.
Mientras tanto, las supuestas manos de Pepín siguen dando mucho que hablar. El portero está indignado y bastante más el entrenador Ernesto Pons, quien declara: "Ya es un éxito que el Madrid necesite para eliminarnos tres partidos y ¡algo más?!"
El "Marca" publica una viñeta humorística de Rafael Martínez Gandía en la que se ve a Pepín con una tercera mano que le sale de la cabeza y en la "Hoja del Lunes" de Madrid se anuncia que las cámaras de televisión española han recogido fielmente la escena y que esa misma noche el periodista Miguel Ors las mostrará para que pueda verse lo sucedido.
Y se ven. Queda claro, sin ninguna sombra de duda, que Pepín golpeó la pelota con la cabeza. Lo reconoce todo el mundo. Hasta el propio entrenador madridista, Miguel Muñoz.
El aplazamiento
Los comentarios periodísticos del día después giran en torno a esta jugada y a las posibilidades de unos y otros de cara al partido de desempate. Es indudable que la calidad del Real Madrid marca la diferencia, aunque al Betis, según se dice, le podría beneficiar el sobresfuerzo al que se verá sometido el pentacampeón. No se olvide que Di Stéfano cuenta 36 años, Puskas, 35, Santamaría, 33 y quizá les pueda pasar factura tener que jugar dos partidos tan exigentes con tan poco margen de tiempo.
Pero en la tarde del lunes 3 de junio se muere el Papa. El Papa Juan XIII. Al Betis lo coge viajando hacia Valencia. Conmoción en la cristiandad y oraciones por el descanso eterno del "Papa Bueno". Tenía 81 años y su legado es enorme. El santo que le cambió la cara a la Iglesia con el Concilio Vaticano II.
La noticia la da Radio Nacional de España minutos antes de las ocho de la tarde. Inmediatamente el país se pone de luto. Doblan las campanas en las iglesias de todas las ciudades y se suspenden los actos públicos. También los deportivos. Sobre la marcha, la Federación Española aplaza al miércoles el partido de desempate. El Real Madrid se ha encontrado con 24 horas más de descanso.
Llegado el día, Villamarín y Bernabéu, los presidentes por antonomasia de Betis y Madrid, se sientan juntos en el palco de Mestalla. Ha vuelto la cordialidad y el tercer partido así lo pone de manifiesto. Todos se llevan bien. Incluso el árbitro con el Betis.
Los equipos salen con brazaletes negros y rezan un padrenuestro por el alma de Su Santidad antes de que la pelota empiece a rodar. El campo se llena, con 55.000 espectadores en las tribunas. Gento y Lasa son los capitanes.
El Betis juega con los mismos hombres que en el Bernabéu, mientras que el Madrid alinea a Yanko Daucik en el puesto de Félix Ruiz. Arbitra bien el guipuzcoano González Echevarría.
El partido mantiene la igualdad durante el primer tiempo, pero en la continuación se impone el Madrid con claridad. Di Stefano (que estuvo sensacional) y Puskas ponen en el marcador el 2-0 final. Al Betis lo perjudica mucho la lesión de Ríos.
Hasta ahí llega la aventura verdiblanca en aquella Copa de 1963. Hasta el desempate en Valencia. Con el cierto orgullo de haber forzado al límite al todopoderoso Real Madrid.