El debut de Arzu
Por Manolo Rodríguez
Arturo García Muñoz, 'Arzu', jugó diez años en el Real Betis. Un mediocampista de buen pie al que quizá la historia no le haya hecho toda la justicia que merece. Un futbolista que se puso la camiseta verdiblanca más de 300 veces, que fue campeón de Copa en 2005, que antes ya había ganado la Copa juvenil en 1999, que vivió ascensos y descensos, y que tuvo el honor de anotar el primer gol marcado por el Betis en la Champions League.
Un jugador que fue defensa central (y muy bueno) cuando lo exigieron las circunstancias, que acababa transformándose en un poderoso centrocampista si el partido pedía músculo y que siempre destacó por su enorme calidad y su gran visión de juego.
En diciembre de 2000 Arzu tenía 19 años y ya llevaba un lustro en la cantera de Heliópolis. Un niño de la casa que había despuntado en el filial en compañía de Joaquín. Esperaba su oportunidad en aquel Betis que entonces militaba en Segunda a las órdenes del gallego Fernando Vázquez y la oportunidad le llegó contra el Leganés.
Por entonces, el Betis estaba en el paquete de cabeza, pero sin terminar de acreditar el mando que cabía presuponerle a una plantilla tan costeada. Las dudas iban y venían, pero justo en ese momento el equipo parecía iniciar un despegue que lo mantendría imbatido durante varias jornadas.
Sin embargo, la semana previa al debut de Arzu estuvo marcada por otro asunto bien distinto. Un tema que no tenía nada que ver con el fútbol, pero sí con el Betis y, sobre todo, con el accionista mayoritario Manuel Ruiz de Lopera, a quien le llegó en esas fechas un sobresalto inesperado que lo tendría en vilo durante varios años.
En concreto, el último día de noviembre de 2000 Onda Cero Radio informó en exclusiva que el Juzgado número 17 de Sevilla había imputado al presidente del Betis por un presunto delito fiscal en relación con varias de sus empresas.
Según estas informaciones, la Agencia Tributaria había pasado el caso a la Fiscalía de Sevilla, al considerar que se habían encontrado diversas irregularidades en empresas vinculadas directa o indirectamente con Ruiz de Lopera y con el Betis.
Este parecía ser el resultado de las investigaciones de la Agencia Tributaria, cuyo primer avance se había conocido siete meses antes, al considerar que el entramado empresarial urdido por el presidente del Betis implicaba un “vaciamiento patrimonial del club”, que incluía distintas irregularidades en la declaración fiscal relativa, entre otros, a los derechos federativos del jugador Albert Nadj, a las obras de ampliación del estadio, al salario de Denilson o a las entradas para la final de la Copa del Rey de 1997.
A este grave asunto respondió el patrón verdiblanco muy en su estilo. Convocó a la prensa y culpó a Andrés de la Oliva, inspector de Hacienda y promotor de la Asociación de Béticos Detractores de Lopera, de ser la mano negra que estaba detrás de la denuncia presentada contra él en un juzgado sevillano por delito fiscal.
“Esa es la persona que no me quiere”, dijo el presidente bético, aunque dicho inspector no hubiera tenido nada que ver en los dos últimos años con la revisión de las cuentas del club. Pero él sospechaba que era quien movía los hilos de las acusaciones que ahora se investigaban en el Juzgado de Instrucción número 17 de Sevilla.
El señor De la Oliva denunció haber recibido amenazas de muerte y la Agencia Tributaria quiso aclarar en un comunicado que sus funcionarios están obligados por ley a “guardar secreto sobre sus actuaciones”, recordando que dicha Agencia “ni juzga ni condena, pero tiene la obligación legal de poner en conocimiento del fiscal los asuntos en los que aprecie indicios de presunto delito contra la Hacienda Pública”.
La imputación de Hacienda inició a partir de entonces un tortuoso camino judicial que desembocó cuatro años más tarde, en diciembre de 2004, en la confirmación del procesamiento de Lopera por un presunto delito fiscal de unos diez millones de euros, si bien ambas partes fueron rebajando dicha cantidad, ya que solo una parte de ellos fueron conceptuados como delito fiscal. Junto a esto, el Betis aportó a su favor varias resoluciones del Tribunal Económico Administrativo que le habían dado la razón en sus recursos a lo largo del año 2004.
Finalmente, en diciembre de 2005, el presidente bético llegó a un definitivo acuerdo con la Agencia Tributaria y la Fiscalía para pagar 4,1 millones euros por el delito fiscal que se le imputaba, y de este modo evitar la posible pena de prisión.
Dicho pacto también dejó fuera de la acusación al vicepresidente Ángel Martín, y a la representante legal de la empresa Tegasa, M.T.G.M., que habían sido asimismo imputados.
Pero el asunto, como es natural, estaba muy vivo en los medios de comunicación en aquellos días de diciembre de 2000. Los jugadores firmaron un manifiesto de apoyo a su presidente; en la tribuna de Gol Sur se desplegó una pancarta con idéntico propósito y Fernando Vázquez insistió en su discurso de que solo se hablara de fútbol.
Y por primera vez convocó a Arzu de cara al partido contra Leganés, un conjunto modesto pero que, a las órdenes de Enrique Martín, andaba con desahogo por la categoría. Era décimo con veinte puntos, sólo dos menos que el Betis, y contaba en sus filas con varios futbolistas salidos de Osasuna entre los que destacaba el ex bético José Mari. En el Betis volvían a la titularidad Capi y Prats.
El partido, correspondiente a la jornada 15, se juega a las cinco de la tarde del domingo 3 de diciembre. Ambiente frío y buena entrada. Arbitra el vasco Pérez Izquierdo y las alineaciones son las siguientes:
Real Betis: Prats; Otero, Belenguer, Rivas, Merino; Capi, Pavón (Joaquín, m.41), Ito, Benjamín; Gálvez (Gastón Casas, m.85) y Amato (Arzu, m.78).
CD Leganés: Raúl Arribas (Tito, m.63); Óscar (Barbarín, m.78), José Marí, Macanás, Julián Ronda; Fede Marín, Puñal, Merino, Pardo; Trigueros (Miguel, m.69) y Miguel Ángel.
El partido no es bueno y la primera parte transcurre sin que pase nada. La segunda, con Joaquín en el campo, ya es otra cosa. El portuense se asocia con Capi y juntos fabrican la jugada que acaba culminando Amato. Es el 1-0. Después, Gálvez caza un saque de esquina y pone en el tanteo el 2-0. Todo parece resuelto.
Pero los verdiblancos sufren en el tramo final. A doce minutos de la conclusión, Vázquez llama a Arzu y le dice que va a entrar en el campo. El chaval confiesa que estaba muy nervioso cuando Amato le da el testigo. Pisa la hierba ante la atenta mirada de Rafael Gordillo, delegado del equipo, y casi la primera pelota que toca se la pone en profundidad a Gálvez, que sin embargo no marca.
Después anota el Leganés y el encuentro concluye con una cierta angustia. Pero bien está lo que bien acaba. El Betis sube hasta la cuarta plaza y ya tiene los mismos puntos que el tercero. Tocando las posiciones de ascenso.
Arzu es feliz y lo será más en las jornadas siguientes, cuando Fernando Vázquez siga contando con él. La primera tarde que sale como titular hace el gol que le da al Betis los puntos contra el Sporting de Gijón y dos meses más tarde marca otro bonito tanto en el Vicente Calderón.
Pero el cese del gallego lo relega a la suplencia. Más tarde desaparecería del equipo y al año siguiente sería cedido al Córdoba. Pero su retorno fue para quedarse, como lo atestiguan las nueve temporadas consecutivas que permaneció en la entidad, con la que llegó a proclamarse campeón de Copa en 2005.
Un futbolista al que quizá su timidez y su aparente frialdad le restaron un mayor favor del público, pero que, sin duda, forma parte por derecho propio de esa galería de nombres imprescindibles en la historia verdiblanca. Un capitán que dijo adiós en agosto de 2011.