HISTORIA | El derbi de 45 minutos
Por Manolo Rodríguez
Es sabido que el rival más frecuente en la historia del Real Betis ha sido el Sevilla FC, su némesis desde siempre. A lo largo de los tiempos, verdes y blancos se han enfrentado en torneos locales, en campeonatos regionales y mancomunados, en la Liga y en la Copa e incluso tuvieron la oportunidad de verse las caras no hace mucho en la competición europea. A lo que habría que sumarles la infinidad de partidos amistosos que recogen los anales y esos épicos duelos en el Trofeo Ciudad de Sevilla que tanta fama tuvieron en el último tramo del siglo XX.
Como es natural, esta larga relación de partidos ha dado para mucho, dejando para la posteridad un buen número de historias que la ciudad se ha ido contando de generación en generación. Sobre todo, en los tiempos pretéritos, cuando las competiciones no estaban sometidas aún al carácter estricto con el que hoy se reglamentan.
Por eso, llamó tanto la atención lo ocurrido a finales de agosto de 2001, ya en la plena modernidad del fútbol, cuando se anunció que el Real Betis Balompié y el Sevilla FC se enfrentarían en un torneo de verano disputando un encuentro que sólo duraría 45 minutos. O sea, un derbi en medio partido.
Aquello ocurrió en el marco del I Torneo Estadio Olímpico, donde el Betis hubo de enfrentarse en el vanguardista campo de La Cartuja al Athletic de Bilbao y al Sevilla, bajo la fórmula conocida como del "3 en 1" que tan de moda estaba entonces. Es decir, tres medios partidos de 45 minutos cada uno, jugados todos ellos de manera consecutiva y en una sola noche.
El objetivo del torneo era poner en valor el estadio inaugurado 2 años antes, enseñárselo a los sevillanos y procurarle un futuro a ese imponente recinto al que no se le intuía la viabilidad. La idea la lideraba Rafael Carmona, presidente de la sociedad Estadio Olímpico de Sevilla, y, poco a poco, fue consiguiendo la aceptación de los clubes.
Pero las aficiones se resistían. Durante mucho tiempo se les había hecho ver que la pretensión del Ayuntamiento era obligarlos a abandonar sus estadios para que se trasladaran a La Cartuja y eso había dejado una huella. Tan fresca aún que los aficionados más radicales de uno y otro club emitieron sendos comunicados en los que mostraron su rechazo al torneo y al estadio y en el que anunciaron que no acudirían a presenciar los partidos.
Sin embargo, las vísperas estuvieron llenas de parafernalia. Se sortearon los vestuarios, se pactó el color de las equipaciones, se encargó un trofeo realizado en plata por la joyería Félix Pozo y se determinó que los seguidores del Betis ocuparían el Sector Sur y los del Sevilla, el Sector Norte.
Las entradas salieron a la venta tanto en el estadio Olímpico como en Heliópolis y Nervión y los precios oscilaron entre las 3.000 pesetas de la Grada Club de Preferencia y las 500 para los Bancos de Pista de Gol, aunque la mayor parte fueran de 1.000 pesetas, correspondientes a las localidades de las Gradas Alta y Baja de Fondo y Gol.
El cargo en taquilla fue de unos 70 millones de pesetas. El caché del Betis rondaba los 25 millones y la presencia del Athletic de Bilbao vino justificada por el hecho de que Andoni Zubizarreta (ex consejero delegado de la sociedad Estadio Olímpico de Sevilla) era en ese momento director deportivo del club de San Mamés.
El patrocinio del evento corrió por cuenta de la firma Supercable y lo retransmitió en directo Canal Sur Televisión, con narración del periodista Santiago Roldán y comentarios de los ex jugadores Juan Ureña y Rafa Paz.
Campeón con cuatro puntos
El torneo se disputó el viernes 31 de agosto de 2001. Sevilla y Athletic empataron a cero en el primer medio partido. Después se enfrentaron el Betis y el club vasco, al que dirigía el alemán Jupp Heynckes. Era la primera vez en su historia que los verdiblancos pisaban el campo de La Cartuja.
El entrenador verdiblanco, Juande Ramos, que declaró en las vísperas que este triangular era "un amistoso más", sacó un equipo donde mezcló a titulares y suplentes y en el que eran bajas obligadas Varela y Joaquín (con la selección sub-21) y Denilson, concentrado con Brasil.
Arbitró el sevillano Medina Cantalejo (que dirigió los tres partidos) y las alineaciones fueron las siguientes:
Real Betis: Gaspercic; Cañas, Crosa, Belenguer, Mingo; Benjamín, Calado, Ito, César; Joao Tomás e Ikpeba (Merino, m.44)
Athletic de Bilbao: Lafuente; Larrainzar, Ocio, Óscar Vales, Del Horno; Imaz, Felipe, Cuéllar, Tiko; David Karanka y Ezquerro.
Al cuarto de hora, un excelente balón en profundidad de Calado a Joao Tomás lo culmina el delantero portugués tras driblar al portero en su desesperada salida. Fue el primer gol de este delantero portugués que había fichado dos días antes. Un espigado muchacho de 26 años de edad y 1,88 de estatura que había costado 680 millones de pesetas. Procedía del Benfica de Lisboa y permaneció en Heliópolis un par de temporadas en las que nunca llegó a despegar.
La victoria ante el Athletic puso al Betis en ventaja de cara al partido final. Empatar con el Sevilla bastaría para proclamarse campeón. Eso condicionó el ambiente y motivó al público que, según lo informado por la organización, superó los 43.000 espectadores.
Para que todo fuera exquisito y políticamente correcto los eternos rivales saltaron al terreno de juego con sus segundos uniformes. El Betis vistió camiseta verde con mangas blancas y calzón negro. El Sevilla, de rojo completo.
A las órdenes de Medina Cantalejo, que amonestó a los béticos Merino, Rivas y Benjamín y al sevillista Casquero, los equipos formaron con los siguientes hombres:
Real Betis: Prats; Cañas, Juanito, Rivas, Luis Fernández; Castaño, Merino, Capi, Benjamín (Ito, m. 20); Amato y Casas.
Sevilla FC: Notario; Njegus, Pablo Alfaro, Juanmi, David; Luis Gil, Podestá, Casquero, Tomás; Antoñito y Reyes.
Los cuarenta y cinco minutos se jugaron con toda la intensidad que cabe suponerle a un derbi. Juego recio, tensión a raudales y mucha igualdad. Ambos equipos apostaron por el contragolpe y el partido no tuvo dueño. Merodearon las ocasiones en una y otra puerta, pero no hubo goles, a pesar de que Gastón Casas marcó en la recta final, siendo anulado el tanto por falta previa de Amato. Acabó cero a cero.
El Betis se proclamó campeón y sus jugadores lo celebraron con pasión, tras recoger el capitán Juan Merino el trofeo de manos del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín. También en el palco, donde el club estuvo representado por el vicepresidente Ángel Martín.
Este fue el segundo trofeo que se anotaba el Betis esa pretemporada, ya que 20 días antes había ganado en Cádiz su tercer Carranza consecutivo, derrotando en la semifinal al Celta de Vigo y goleando en la final por un escandaloso 6-1 al Málaga.
Aquello fue, sin duda, el preludio de lo que resultó una excelente temporada. Los verdiblancos quedaron sextos en la tabla y alcanzaron la clasificación para la Copa de la UEFA. Todo un logro para un equipo recién ascendido. La culminación del buen año que se había iniciado con el insólito derbi de 45 minutos que le permitió al Betis estrenarse el campo de La Cartuja.
Y que, curiosamente, también concluyó para los verdiblancos en el nuevo gran estadio de la ciudad. Esta vez, disputando la semifinal del Torneo de la Unión Europea con el que se pretendía potenciar la precandidatura olímpica de Sevilla para el año 2012.
Pero en esta ocasión no se encontró con el eterno rival.