HISTORIA | El día que debutó Finidi
Por Manolo Rodríguez
El primer día de septiembre de 1996 el Real Betis recibió en Heliópolis al Athletic Club de Bilbao. Un partido grande que esa temporada llegaba en la primera fecha del calendario. Justo cuando se alzaba el telón de la Liga. Un clásico que traía el interés por los puntos, pero, también, la expectación que siempre provocan los fichajes y las nuevas incorporaciones. La sal del fútbol.
El Benito Villamarín se llenó hasta arriba. Algo natural. Arrancaba un curso, se renovaban las ilusiones y, además, suponía el estreno de algunos jugadores como Prats o Luis Fernández que despertaban el interés de los aficionados.
Pero, sobre todo, el partido se antojaba histórico porque debutaba Finidi. Finidi George. Palabras mayores. Un futbolista enorme que en 1995 se había proclamado campeón de Europa y de la Copa Intercontinental jugando en el Ajax. Un extremo derecho largo y profundo, potente y rápido, brillante ante el gol y con una carrera de gacela que realzaba la belleza de todo lo que hacía. Una perla venida de Nigeria que marcaría toda una época con la camiseta verdiblanca.
Finidi George había llegado al Real Betis en el mes de julio de 1996 y su contratación fue un bombazo, ya que el mismísimo Real Madrid había expresado día antes su interés por hacerse con el jugador nigeriano, incluso anunciando el viaje de unos emisarios a Amsterdam para cerrar la operación.
Sin embargo, fue el presidente del Real Betis en aquella época, Manuel Ruiz de Lopera, quien culminó su fichaje en una operación de altos vuelos que tuvo un coste de 1.024 millones de pesetas. El Ajax cobraba 680 millones por la cláusula de rescisión (su contrato terminaba el 30 de junio de 1997), a los que habría que sumar el 18% de impuestos para el Fisco holandés, más 110 millones en concepto de comisiones a intermediarios y 1.200.000 dólares que percibiría el futbolista, que firmó por cinco años.
Aquello hizo que el tiempo se parara. Revolucionó la ciudad desde su llegada y corrieron ríos de tinta intentando explicar los secretos de aquel muchacho nacido en la localidad nigeriana de Port Harcourt el 15 de abril de 1971. Un talento precoz que había empezado a jugar descalzo hasta que lo obligaron a ponerse botas.
Su vida no había sido fácil. Al contrario. Se inició en el Calabar Rovers, club de la Primera División de su país, con el que alcanzó la internacionalidad. Durante una gira de su selección por Holanda, en el verano de 1993, los técnicos del Ajax se fijaron en él y lo incorporaron a un equipo de ensueño, donde a las órdenes de Louis van Gaal compartió vestuario con primeras figuras como Kluivert, los hermanos De Boer, Davids, Litmanen y Overmars. Lo ganó todo y garantizaba una media de 11 goles por temporada.
Finidi, cuyo nombre significa buen futuro, enseguida quedó inmortalizado por Manolo Melado, speaker del estadio, como "La sombra juguetona". Empezó a compartir habitación con Luis Márquez y no tardó en demostrar la fama que le precedía. Un futbolista que hacía cosas geniales a una velocidad impresionante.
Estaba justificado, pues, el gran ambiente que rodeó la puesta de largo del Real Betis en la Liga 1996-97. Debutaba Finidi y, además, había vuelto Alfonso tras un efímero paso por el Real Madrid. Y, por si faltara algo, se había incorporado plenamente al grupo el croata Robert Jarni, de quien se rumoreó durante toda la pretemporada que sería traspasado. De hecho, ni siquiera estuvo presente en la concentración de la plantilla en la localidad holandesa de Noordwjkerhout.
El partido se juega a las siete de la tarde con un calor sofocante. El Athletic no vive sus mejores días, pero se presenta con algún fichaje que tiene buen nombre. Principalmente, el delantero Urzaiz, un hombre de área para el equipo que lidera Julen Guerrero, el león más afamado en aquel tiempo. Como entrenador viene un debutante. Un francés que ha sido importante como jugador y que no pasará inadvertido en el fútbol español durante varios años. Se trata del muy peculiar Luis Fernández, quien una década más tarde se sentaría en el banquillo del Betis.
Arbitra el choque el colegiado madrileño Fernández Marín y las alineaciones son las siguientes:
Real Betis: Prats; Jaime, Roberto Ríos, Vidakovic, Luis Fernández; Finidi, Merino, Alexis, Jarni (Najd, m.59); Alfonso (Sabas, m.83) y Pier (Cañas, m.59).
Athletic Club: Valencia; Larrainzar, Carlos García, Andrinúa, Larrazábal; Etxeberría, Urrutia, Alquiza, Tabuenca (Goicoechea, m.57); Guerrero y Urzáiz (Ziganda, m.68).
Desde el principio el campo parece volcado hacia la puerta vasca. Manda el Betis que avisa enseguida con sendos remates de Pier y Roberto. Y al cuarto de hora llega el éxtasis. Jarni manda un balón preciso al costado derecho y allí aparece como un relámpago Finidi para clavar un derechazo inapelable en la red. El primer gol del nigeriano. Un instante que se vive en el Villamarín como una sacudida. La felicidad de los béticos.
El partido lo ganan los de Serra por 3-0 (Roberto y Sabas harán los otros dos goles) y el periodismo pone por las nubes a Finidi. "Un recital de velocidad y toque, desmarques y amagos. Un espectáculo que saboreó el Betis entero", escribe Fernández de Córdoba en el ABC.
A partir de ese día, ya no faltaría nunca en el corazón de los béticos. Su rendimiento fue imponente y su simpatía y sencillez lo hicieron definitivamente grande a los ojos de los aficionados. Un nombre que trae a la memoria esas tardes de gloria y goles en las que desde el Gol Norte del estadio volaba un sombrero que Finidi acudía solicitó a recoger y que se colocaba a la vista de todos mientras que recibía el abrazo de sus compañeros tras el tanto anotado.
Un clásico que duró las cuatro temporadas que vistió la camiseta verdiblanca en las que
disputó 152 partidos oficiales (130 de Liga; 11 de la Copa del Rey; 5 de la Recopa de Europa y 6 de la Copa UEFA), marcando 44 goles.
Su magia permanecerá de por vida en el recuerdo de los aficionados. Esos béticos de corazón limpio que un domingo de mayo de 2018 lo recibieron como a un héroe cuando volvió a Heliópolis para ser homenajeado y para que los más jóvenes supieran quién fue aquel talento nigeriano.
Saltó al césped acompañado de su hijo y una vez en el centro del terreno Alexis Trujillo le entregó una camiseta con el número 25, esa que fue la suya, y que en un gesto de cariño mutuo y compartido él dedicó a los aficionados. La ovación fue imponente, al tiempo que desde las tribunas se escuchaba el cántico que tantas veces le dedicó la hinchada.
Finidi se marchó del césped con la camiseta, aplaudiendo al público y llevándose su mano derecha al pecho en señal del profundo cariño que siente por el beticismo.
Ese beticismo que lo sigue considerando el icono de un hermoso tiempo.