HISTORIA | El primer triunfo en color en el Bernabéu
Por Manolo Rodríguez
En la década de los 30 del pasado siglo el Betis ganó dos veces seguidas en el campo del Madrid. En las temporadas 1933-34 y 1934-35. Triunfos que tuvieron un amplio eco y que en el segundo de los casos permitió incluso sumar los puntos decisivos que convertirían a los verdiblancos en campeones de Liga. Dos extraordinarios recuerdos.
Sin embargo, después de aquello, cayó la noche más oscura. Desde entonces sólo se contaron derrotas. Una tras otra y a veces muy duras. Lo mismo en Chamartín que en el moderno Santiago Bernabéu inaugurado en 1947. Así anduvieron las cosas hasta los años 60.
Entonces, en 1963, llegó el primer empate de la historia en el coliseo de La Castellana. Se disputaba la sexta jornada y el 1-1 final dejó al Betis de Balmanya como líder en solitario en la cabeza de la tabla. Una gran Liga en la que terminaría tercero.
De aquel partido se recuerdan, sobre todo, las paradas memorables de Pepín, el partidazo de Luis Aragonés y una pelota que sacó milagrosamente en la línea de gol el defensa Martínez después de que el balón hubiera pegado en los dos palos del marco bético.
La siguiente igualada tardó casi diez años en llegar. Y esa sí que fue una sorpresa, ya que el Betis, dirigido en ese tiempo por Ferenc Szusza, luchaba por eludir un descenso que no pudo evitar, mientras que el Real Madrid peleaba un título que se acabaría llevando su rival capitalino del Manzanares.
Ese encuentro se jugó un sábado para que el Real pudiera preparar con desahogo la ida de la semifinal europea que cuatro días más tarde lo enfrentaría al Ajax en Amsterdam. El Betis, que había jugado la semana anterior en Burgos, se quedó concentrado en un hotel a las afueras de Madrid y en uno de los entrenamientos previos sobrevino la lesión de Luis del Sol, regresado ese año de Italia y quien tanto anhelaba volver a jugar en el Bernabéu.
Biosca le pisó un dedo en un lance desafortunado y esa congoja acompaña desde entonces al bravo central campeón de Copa. No se le ha olvidado nunca. En cuanto al partido, marcó pronto el Madrid de penalti y empató el Betis casi al final con gol de López. Fotos hay de los emocionados abrazos de los futbolistas tras concluir el choque con un precioso uniforme verde completo, camiseta, calzonas y medias.
En definitiva, dos empates en cuarenta años mal contados. Pero ni una sola victoria. Hasta que llegó, por fin, la de 1977, la primera en color en el Santiago Bernabéu. Un éxito que ya es patrimonio de la historia moderna del Real Betis.
Fue el 24 de abril de 1977. Domingo de Feria en Sevilla. Un día que en Madrid salió luminoso y soleado. El Betis se presentó en Chamartín colocado en la mitad de la tabla, pero a un solo punto de los puestos que daban acceso a la Copa de la Uefa. A tiro de todo o de nada, como clara demostración del sesgo que había llevado la campaña.
Una temporada que empezó entre dudas por la marcha de Szusza, que Iriondo equilibró más tarde sin que llegara a ser redonda y que a cinco jornadas del final estaba abierta a cualquier escenario. Incluso a un posible campanazo en la Copa (como terminaría ocurriendo), torneo en el que los verdiblancos ya habían alcanzado en esas fechas los octavos de final tras haber eliminado previamente al Baracaldo, Sestao y Deportivo de la Coruña. Ahora esperaba el Valladolid.
El Betis sale al Bernabéu con un equipo lógicamente precavido. En la portería está como siempre Esnaola. Por delante, una defensa de cuatro con Bizcocho y Cobo en los laterales y Biosca y Muhren en el eje de la zaga. En la zona ancha juegan los titularísimos de siempre: López, Alabanda y Cardeñosa, que cuentan con el apoyo de Benítez y de Gordillo en las bandas. En punta, en solitario, se sitúa Megido.
El Madrid, por su parte, alinea a Miguel Ángel; Sol, Benito, Pirri, Camacho; Del Bosque, Breitner, Rubiñán (Vitoria, m.71); Jensen, Santillana (Aguilar, m.71) y Roberto Martínez.
El partido dice poco y el Betis no sufre. De hecho, las pocas ocasiones de gol las tienen los verdiblancos. Un tiro durísimo de Benítez lo rechaza con apuros el portero local y Gordillo galopa un par de veces por el costado izquierdo. Pero no pasan más cosas hasta el descanso. Empate a cero.
En la segunda parte el encuentro aún se espesa más. El Betis tiene maniatado a los creadores madridistas y el juego se mueve por tierra de nadie. Así las cosas, a los 58 minutos Iriondo ordena el primer cambio. Saca del campo al extenuado Megido y coloca en el eje del ataque a Ladinszky. Diez minutos después, llega la jugada que lo cambia todo.
Ataca el Madrid cuando el Betis roba la pelota. Cardeñosa sale con ella por el centro y al llegar al área contraria se la pone por delante a Ladinszky en el lado derecho. Attila tira un regate tal como le llega, se la acomoda en la pierna izquierda y suelta un trallazo que deja sin reacción a Miguel Ángel, que además está tapado por Camacho. Es el gol de la victoria.
Ladinszky salta alborozado y todos se abrazan al goleador, que luce la camiseta número 13. Un dorsal insólito para un hombre de área. A partir de ahí, no pasa casi nada. El Real Madrid parece resignado y los jugadores del Real Betis no están dispuestos a soltar un botín tan precioso. Una victoria que se ha retrasado 42 años.
Concluido el duelo, sorprenden las declaraciones del entrenador madridista Miljan Miljanic. Dice el yugoslavo que a su equipo lo ha perjudicado "el clima tropical". Las altas temperaturas de la tarde que, según declara, han dejado a sus jugadores "bastante achuchados". O sea, el calor.
Iriondo, por su parte, está eufórico. Achaca la victoria al excelente marcaje a los hombres claves del conjunto blanco y mira con optimismo el futuro. Tanto, que incluso apuesta por la clasificación verdiblanca para la Copa de la UEFA.
En lo que no hay duda es en la elección del mejor jugador del partido. Todas las opiniones coinciden en señalar al holandés Gerrie Muhren como la gran figura del encuentro. Un futbolista elegante y reposado, de enorme talento y formidable toque de balón, que había llegado esa temporada a Heliópolis cuando ya contaba 30 años de edad y podía presumir de haber ganado tres Copas de Europa en aquel prodigioso Ajax de Amsterdam que lideraba Johann Cruyff.
A Muhren siempre se le dio muy bien el Real Madrid. Esa temporada 1976-77 ganó con el Betis los dos partidos de Liga (con un formidable gol de falta del holandés en el choque de la primera vuelta) y cuatro años antes ya se había impuesto en el Bernabéu vistiendo la camiseta del Ajax en la Copa de Europa. Al año siguiente, también salió vencedor en el único duelo en el que intervino. Es decir, que no perdió nunca contra el Madrid.
Desde el gol de Ladinszky y aquel triunfo sólo han llegado, por el momento, cuatro más en campo madridista. Un par en los años 90 y las dos victorias consecutivas en las temporadas más recientes. Todos, éxitos grandes en un estadio mitológico. Cada uno de ellos con su particular histórica y sus héroes preferentes.
Pero nunca podremos olvidar lo ocurrido en abril de 1977. El primer triunfo en color en el Bernabéu.