HISTORIA / El primero de Bilek, el último de Sabas
Por Manolo Rodríguez
La primera vez que el Real Betis se encontró en la Copa del Rey con el Rayo Vallecano acababa de estrenarse el año 1991. Las cosas no iban bien en la Liga y ya se había producido un relevo en el banquillo, que no sería el último. Al mítico Julio Cardeñosa lo habían cesado tres meses antes sin muchos argumentos y el equipo lo dirigía ahora José Luis Romero, un técnico que nunca terminó de convencer a la afición.
Pero, sobre todo, el Betis procuraba reforzarse en aquellas fechas con futbolistas solventes que le dieran garantías en la segunda vuelta, una tarea que se había desatendido al inicio de la temporada. De este modo, el primer fichaje en anunciarse fue el del jugador búlgaro Trifón Ivanov, un defensa tan brillante como anárquico.
Ivanov debutó en Valencia en el mes de diciembre del 90 y entre Nochebuena y el Año Nuevo fue presentado el checo Michael Bilek. Un fichaje que requirió que se liberara una de las fichas de los jugadores extranjeros de la plantilla. Fue a Pumpido, convaleciente aún tras su grave lesión en el Mundial de Italia-90, a quien se le dio la baja federativa, aunque respetándole su contrato, que terminaba el 30 de junio de 1991, y permitiéndole seguir entrenándose con el resto de sus compañeros.
Bilek era un fino centrocampista que procedía del Sparta de Praga. Tenía 25 años, había sido 29 veces internacional, y venía de disputar la última Copa del Mundo. Llegó cedido hasta final de temporada por una cantidad cercana a los 20 millones de pesetas, aunque con una opción de compra de tres años cifrada en 70 millones.
El debut de Bilek tuvo lugar en Tenerife el día de Reyes de 1991, el domingo previo a la ida copera contra el Rayo. Pero no acabó el partido, ya que fue víctima de un mal entendido del que se habló mucho en aquellos días. Algo que pasó al filo del descanso. El árbitro Urízar Azpitarte lo expulsó con roja directa y dejó escrito en el acta por lo que fue: "Por hacerme gestos hacia el reloj, diciéndome cuatro minutos. No le hice caso y, a continuación, me dirigió algunas frases en idioma extranjero para terminar diciéndome: "Bobo", por lo que fue expulsado".
Aquello dejó estupefacto a todo el mundo porque Bilek no sabía ni una palabra de castellano. De hecho, Ángel Cuéllar, que estaba al lado del árbitro y del checo, relató que: "Bilek sólo ha dicho "time", pero el árbitro se ha vuelto y, sin mediar palabra, le ha sacado la tarjeta roja. ¡Si ni siquiera nos lo ha podido explicar en el vestuario porque no sabe decir nada!"
El Betis recurrió, pero al checo lo suspendieron con un partido, justo el de Vallecas. Allí los verdiblancos empataron a cero en una noche fría y de pobre juego. La vuelta se disputó en Heliópolis el 23 de enero. Al Rayo lo entrenaba Eusebio Ríos y ese era un nombre que siempre despertaba entre los béticos los mejores recuerdos.
La entrada fue buena en el Villamarín y los madrileños comparecieron en la hierba con su camiseta blanca rayada y calzonas rojas. Las alineaciones fueron las siguientes, a las órdenes del colegiado norteafricano Pérez Cabezas:
Real Betis: Fernández; Antonio Fernando, Ivanov (Julio, m.87), Ureña, Rubén Bilbao; Chano, Vinyals (Recha, m.62), Bilek; Valentín, Loreto y Cuéllar.
Rayo Vallecano: Férez; Cota, Miguel, Lema, Zapatera, García Cortés; Mario (Viscreanu, m. 86), Ortiz, Argenta; Soto (Francis, m.76) y Pruden.
El encuentro estuvo a la par durante muchos minutos y sólo en el último cuarto de hora empezó a desatascarse con un zambombazo de Chano que se clavó junto al poste izquierdo.
Y en el último minuto una galopada de Cuéllar fue frenada dentro del área por el portero visitante. El árbitro pitó penalti y Michael Bilek, con enorme frialdad, lo transformó con un tiro suave y preciso. Fue el primero de los 15 goles que hizo el checo con la camiseta verdiblanca en las dos temporadas que permaneció en el club. Un excelente futbolista que podría haber tenido un mayor recorrido y mejor futuro si hubiera llegado a un Betis más sosegado y estable.
En aquella Copa de 1991 los verdiblancos fueron eliminados en el cruce siguiente (los octavos de final) por el CD Logroñés, equipo que en aquellos años vivía su mejor etapa en la Primera División a las órdenes del técnico gallego David Vidal.
Desde entonces, pasaron seis años hasta que el Real Betis y el Rayo Vallecano volvieron a encontrarse en la Copa. Se produjo en 1997 y aquello fueron palabras mayores. Se jugaban ya los cuartos de final y estaba en el ambiente que aquel Betis iba camino de protagonizar una gesta.
El Betis tenía un equipazo que en la Copa ya había dejado en la cuneta al Écija, al Granada y al Tenerife. No había encajado un solo gol en Heliópolis y se había impuesto en los seis partidos disputados. Iba como un cohete hacia la final que terminó alcanzando.
La ida se juega en el Villamarín el jueves 26 de febrero de 1997. Gana el Betis por 2-0 y el gol que abre el marcador lo consigue Juan Sabas al entrar velozmente en el área y superar la salida del portero rayista. Apenas van 13 minutos y Sabas se levanta la camiseta verdiblanca dejando ver otra que lleva en el interior en la que aparece la foto de su hijo recién nacido con la inscripción: "Sabitas".
El momento lo vive con emoción el estadio. Finidi lo abraza cariñoso y Sabas entra en éxtasis ante los aficionados. Nadie lo sabe entonces, pero ese será su último gol con el Real Betis. El último de los 19 tantos que dejó para las estadísticas durante los tres años que militó en el club de Heliópolis.
Juan Sabas había fichado por el Real Betis en el verano de 1994, procedente del Atlético de Madrid. Un delantero rápido, habilidoso y capaz de generar sorpresa, que con el paso de las temporadas se convertiría en un revulsivo para partidos que necesitaban ser agitados. Un futbolista que saliendo desde el banquillo animaba los tramos finales de los encuentros y, en muchas ocasiones, los resolvía con sus goles.
Debutó en un día muy señalado en la historia de la entidad (el partido 1000 del Real Betis en Primera División) y para la posteridad han quedado su formidable y decisivo gol al Sevilla en esa primera campaña; el hat-trick al Valencia en marzo de 1996 y otros tantos que dieron puntos en la temporada 1996-97, como los obtenidos en los campos del Atlético de Madrid y el Racing de Santander.
Juan Sabas también jugó en Vallecas el partido de vuelta contra el Rayo, duelo en el que igualmente se impuso el Real Betis por 1-2, gracias a los tantos de Tomás Olías y de Juan José Cañas. Eso llevó a los verdiblancos a las semifinales en las que eliminaron al Celta y, de ahí, a la gran final del Bernabéu contra el Barcelona.
Ahora que el Rayo vuelve a cruzarse en el horizonte copero del Real Betis emergen del recuerdo aquellos goles que vinculan a ambas entidades en este apasionante torneo.
Entre ellos, el primero de Bilek y el último de Sabas con la camiseta verdiblanca.