HISTORIA | El retorno de Gordillo
El caluroso domingo 6 de septiembre de 1992 regresó a casa Rafael Gordillo Vázquez, el gran símbolo del Betis contemporáneo. Siete años después de su marcha recorría de nuevo el césped de Heliópolis con el 3 a la espalda, y esta vez, además, como orgulloso capitán de la tropa verdiblanca.
Fue un reencuentro cargado de emociones y de recuerdos. Repleto de ovaciones y de júbilo. Otra vez estaba allí ese vendaval de medias caídas que corría, desbordaba, y sacaba hermosos centros templados desde la línea de fondo. Algo que no dejó de ocurrir desde la tarde de su debut en 1977 y que, para satisfacción de los béticos, volvía a hacerse realidad cuando ya habían pasado tres lustros.
Retornaba del clamor de los triunfos del Bernabéu el hijo pródigo. Y volvía como se fue. Revestido en la humildad que no le abandonó nunca, sin protagonismos ni soberbias.
Por eso, el aplauso fue imponente cuando se le vio en la bocana del vestuario, cuando saludó desde el centro del campo, cuando entró en contacto con el balón. Y mucho mayor cuando en el minuto 26 abrió el marcador al lanzarse en plancha para cabecear un centro de Kukleta.