HISTORIA | La Copa Spencer
Por Manolo Rodríguez
En la vida de los clubs hay triunfos (y derrotas) que con el paso de los años adquieren unos rasgos simbólicos muy por encima de su valor deportivo. Momentos y partidos que resumen una época, que provocan sensaciones que jamás olvidan sus aficionados, que son final o principio de ciclos históricos y que se transmiten de generación en generación como una marca indeleble sobre la memoria de la entidad.
Y con esos ojos debe ser mirada la llamada Copa Spencer, el trofeo ganado en 1926 por el Real Betis en un partido único jugado contra el Sevilla FC en el campo del eterno rival. Un duelo que fue producto de una buena obra, ya que se disputó a beneficio de la familia de Enrique Gómez "Spencer", gran figura y primer internacional del equipo sevillista, quien falleció prematuramente cuando apenas contaba 27 años de edad.
Su muerte conmocionó profundamente a la sociedad hispalense. Futbolista de éxito, era todo un divo en la Sevilla de la época. Se conocía que había sido operado de apendicitis, pero nadie pudo esperar jamás un desenlace tan cruel. Una desgracia que cayó como una bomba en la mañana del domingo 14 de marzo de 1926, cuando, según publicó el diario "El Noticiero Sevillano": "Falleció en la Clínica de Santa Isabel el simpático delantero del Sevilla FC, Enrique Gómez "Spencer", a consecuencia de habérsele presentado la peritonitis".
Al Betis la noticia le sorprendió en Madrid a donde había acudido a disputar un partido de Copa contra el Athletic capitalino. Los jugadores recibieron la noticia en el descanso del encuentro y a todos les invadió un profundo pesar. Inmediatamente, los responsables béticos se ofrecieron al eterno rival para colaborar en cualquier acto benéfico que pudiera organizarse, como quedó claramente expresado en una carta del presidente del Real Betis, Juan del Castillo, que recogieron todos los periódicos.
Abrumados por el infortunio se hallaban algunos béticos muy influyentes en aquella época. Particularmente, el periodista Gil Gómez Bajuelo, "Discóbolo", ex presidente de la entidad y estrecho amigo de "Spencer", quien glosó generosamente su figura e insistió en que se celebrara en su honor un homenaje que, asimismo, permitiera recaudar fondos con los que ayudar a su desconsolada madre.
Finalmente, se acordó que los eternos rivales se enfrentarían en un partido benéfico cuya organización corrió por cuenta de la Federación Regional Sur, que para tal fin se ofreció a donar una Copa para el vencedor. La Copa Spencer.
Pero entonces surgió el problema de las fechas. El Betis y el Sevilla tenían comprometido enfrentarse dos veces en mayo al final de la competición copera (partidos amistosos que les ofrecían un respiro económico de vital importancia) y los verdiblancos les comunicaron a sus rivales que harían lo que fuese necesario por la memoria de "Spencer", pero después de que se disputaran estos dos encuentros, fijados para los días 2 y 9 de mayo.
El Sevilla, que pasadas esas fechas ya tenía previsto un viaje a Valencia, se hizo el ofendido. El Betis replicó con firmeza y la palabra justa la dijo el antes mencionado Gil Gómez Bajuelo cuando escribió el siguiente comentario en el periódico "La Unión": "La nota del Sevilla FC sorprende por lo inesperado y lo infundado del ataque al Real Betis. Si hay algún club que debe honrar como se merece la memoria del gran Spencer es el Sevilla. Nos extraña que a la hora actual el Sevilla FC no haya tomado ninguna determinación en favor de la familia del pobre Enrique y todo lo cifre a este partido en el que por igual ponen su participación el Sevilla y el Betis (?) En cuanto al Betis hay que agradecerle el ofrecimiento generoso y no fijarle tiempo ni día y, mucho menos, colocarlo frente a la afición (?) El Sevilla FC sabía que existía el compromiso de estos dos partidos amistosos con en el Betis en el mes de mayo. Sabiéndolo, no ha debido contratar todas las fechas para jugar fuera antes del match a Spencer."
La fecha del duelo
Así las cosas, el partido homenaje a "Spencer" quedó fijado para el mes de octubre, en los inicios de la temporada siguiente, con el interés añadido de que sería la primera vez que en esa nueva campaña se vieran las caras los eternos rivales.
Antes de que llegara este esperado duelo, el Real Betis viajó por diferentes lugares de España, destacando sus visitas a Madrid y Bilbao. En la capital de España derrotó por dos veces al Racing en su campo de Chamberí y en San Mamés cosechó sendas derrotas ante el poderoso Athletic vasco.
Por fin, el domingo 3 de octubre de 1926 se jugó el partido homenaje a "Spencer". Durante toda la semana se publicaron sueltos en los periódicos informando de que los socios del Sevilla tenían reservada su entrada en la secretaría del club, en la calle Sierpes 89, y que el público en general podría adquirir su localidad en la taquilla oficial del club blanco, en la Cervecería Oriente.
El campo, sin embargo, no se llenó. Y así lo explicaba "El Noticiero Sevillano": "En la entrada general, bastante público; en las tribunas laterales de los socios del Sevilla, la soledad más grande y en la preferencia, pocos aficionados. ¡Qué pronto se olvidan las amistades y afectos!
La pelota echó a rodar a las 3 de la tarde, con arbitraje de Luis Medina Toledo, colegiado que, como ya escribimos una vez, le abriría paso a una prestigiosa saga de árbitros sevillanos. Padre de Luis Medina Díaz (quien estuvo en la élite 16 temporadas) y abuelo de Luis Medina Cantalejo, sin duda el mejor árbitro que ha dado la ciudad, quien dirigió finales nacionales y europeas y tuvo un destacado papel en la Copa del Mundo de 2006. A sus órdenes, las alineaciones fueron las siguientes:
Sevilla FC: Eizaguirre; Iglesias, Sedeño; Caballero, Ocaña, Gabriel; Roldán, Carreño, Kinké, León y Brand.
Real Betis: Jesús; Jiménez, Tenorio; Saldaña, Estévez, Adolfito; Romero, Germán, Carrasco, Enrique y Manolín.
Ganó el Real Betis por 1-3 y todas las crónicas coincidieron en la justicia del marcador. El equipo verdiblanco fue claramente superior y acabó imponiendo su estilo y su fútbol. Se adelantó en el marcador el Sevilla con un gol de León, pero a partir de ahí el Betis le dio la vuelta a la contienda con un primer tanto de Carrasco al que siguieron dos más de Enrique, al que en algunos periódicos llamaban cariñosamente "Enriquillo".
Elogios al vencedor
En "La Unión" se pudo leer que los jugadores verdiblancos: "Actuaron con rapidez, ágiles como gamos, raros dominadores del balón, matemáticos en sus concepciones, inspirados genialmente en jugadas circunstanciales, limpios y airosos en el sorteo, poseedores del temple, suaves en la ejecución, alegres y luminosos con ese don de la escuela sevillana de fútbol".
En "El Liberal", por su parte, se achacaba el triunfo bético a tres virtudes esenciales: "Entusiasmo, ciencia y entrenamiento", citando este mismo periódico que al terminar el partido: "Sus partidarios se lanzaron al terreno de juego abrazando y felicitando a los jugadores y prorrumpiendo en entusiastas vivas al Balompié"
La única polémica del encuentro se suscitó al renunciar el Real Betis a la copa donada por un ex jugador del Sevilla que premiaría al mejor futbolista del partido. Parece que por estar convencidos de que, pasara lo que pasara, se la entregarían a un sevillista.
Esta actitud de "La Sociedad Real Betis Balompié, atendiendo a los deseos manifestados por sus jugadores", según se hacía constar en la nota hecha pública por el club, provocó no poca controversia, al punto de que incluso el tantas veces mentado Gil Gómez Bajuelo, "Discóbolo", la criticó duramente por inelegante.
Dos días más tarde, se reunió en la Federación Regional Sur la comisión organizadora del partido homenaje, votándose que la copa al mejor jugador se le entregara al sevillista León, aunque se acordó asimismo concederle un trofeo al bético Enrique.
Igualmente se decidió que la Copa Spencer donada por el ente federativo se le entregaría al Real Betis el 24 de octubre en el campo del Patronato con ocasión del primer partido del Campeonato de Andalucía de la temporada 1926-27.
Así ocurrió y antes de que los verdiblancos derrotaran al Málaga FC por 2-1, el secretario de la Federación, Antonio Cantos, le hizo entrega al jugador bético Enrique de esa entrañable Copa que, casi un siglo después, sigue orgullosamente presente en las entrañas del estadio Benito Villamarín.
Un trofeo cuyos rasgos simbólicos, ya lo decíamos al principio, están muy por encima de su valor deportivo. La ganó el Betis en el campo del eterno rival, lo hizo en el partido que homenajeó al mejor futbolista del Sevilla hasta entonces y, además, llegó en un momento en el que los verdiblancos cada vez se acercaban más a discutirle a los blancos su hegemonía en el torneo regional.
No cabe duda de que por esas razones los "balompedistas", "los balompédicos", los béticos, en definitiva, fueron muy felices en aquel octubre de 1926. Cuando la ciudad vivía para la Exposición Iberoamericana que, tras diversos retrasos, pudo por fin inaugurarse en 1929 y cuando, por fin, llegaban buenas noticias de la Guerra de África, tras la rendición en mayo de Abd-el Krim y la confirmación de que el desarme rifeño se había hecho efectivo.
Aquella Sevilla de la que era alcalde el Conde de Bustillo y que en esas fechas debatía el nombramiento de hijo adoptivo a favor del general Miguel Primo de Rivera, "el dictador de guante blanco", según feliz acuñación del profesor Leandro Álvarez Rey, que gobernó España de 1923 a 1930.