HISTORIA | Pelé, el escudo de 1957 y el partido en Asia
Por Manolo Rodríguez
El universo mundo despidió hace unos pocos días en Brasil a "O Rei" Pelé. A Edson Arantes do Nascimiento. Ese nombre que aprendió mi generación de carrerilla como si encerrara una revelación o un prodigio. Otro dios del fútbol que se nos ha ido, como ya antes se marcharon Alfredo Di Stéfano, Johan Cruyff o Diego Armando Maradona. Silencio en los estadios y lamentos en la afición. Pero, a cambio, se agigantan los recuerdos al calor de esos genios que nos acompañaron a lo largo de nuestras vidas.
Y en el terreno de la nostalgia, apetece evocar de nuevo el día en que Pelé jugó en el campo del Betis. Algo que sucedió el 5 de julio de 1959 y que ya tuvimos oportunidad de citar en el primer volumen de "Historias del Betis" (páginas 109 y 110). Un partido internacional amistoso que enfrentó a los verdiblancos contra el Santos de Brasil, llenándose el viejo Heliópolis a reventar.
Fue la única vez que Pelé pisó la hierba del coliseo bético, firmando incluso el primero de los goles brasileños. El público pudo disfrutar de sus genialidades, a pesar del extraordinario marcaje que, según las crónicas, le hizo el defensa bético Portu, y hasta en el descanso del encuentro pudo tenerlo a la vista, ya que los paulistas no se retiraron a la caseta, sino que, curiosamente, apuraron el entreacto en el terreno de juego y en las cercanías de los fosos, como muy diligentemente captó la fotografía de Sánchez del Pando publicada al día siguiente en el vespertino "Sevilla".
Aquel Betis, dirigido entonces por Sabino Barinaga, vistió con camiseta verde y calzón negro, mientras que el Santos lo hizo de blanco completo. El encuentro fue un gran espectáculo que concluyó 2-2 (ambos tantos béticos de Esteban Areta) y la única contrariedad en aquella extraordinaria noche fue que con el Betis no se pudo alinear su gran figura y símbolo, Luis del Sol, quien esa misma tarde había jugado con la selección española "B" un importante partido ante Turquía, correspondiente a la Copa del Mediterráneo, en el campo de Atocha, en San Sebastián.
El escudo
También en estas fechas de enero cumple años otro hito de vital importancia en la historia de la entidad. El que tuvo lugar el 8 de enero de 1957, cuando en el transcurso de la reunión directiva presidida por Benito Villamarín en el Hotel La Rábida, se acordó la nueva versión del escudo de la sociedad, según la propuesta presentada por José María de la Concha, un bético de largo recorrido que en aquellas fechas era miembro del cuerpo técnico del club.
José María de la Concha, quien, con el correr de los años, se convertiría en el secretario técnico que construyó el legendario equipo de 1977 y que fallecería en 2005 siendo el socio número 1 del Real Betis, dejó para la posteridad una nota manuscrita de aquel importante día en la que, textualmente, detallaba que en aquella reunión de la Junta Directiva: "Entre otras determinaciones se acordó disponer, para que desde esta fecha, el emblema del Real Betis Balompié fuera el que presenté en diseño y que representaba las diferentes épocas de nuestra sociedad, siendo el compendio de todas ellas".
El emblema llamaba con propiedad De la Concha a ese símbolo que representaba al club. Así quedó escrito en estas líneas citadas, las cuales figuraban junto a la foto de las personas reunidas en el hotel La Rábida, entre las que se hallaban, con Villamarín, hasta tres ex presidentes: Alfonso Alarcón, Eduardo Benjumea y Pascual Aparicio, acompañados por otros béticos insignes.
Como es sabido, los escudos del club en los tiempos fundacionales fueron de carácter circular, recogiendo el espíritu y las formas que inspirara Papá Jones, añadiéndosele la corona en 1914 cuando le fue concedido el título de realeza y nació el Real Betis Balompié.
En 1931, tras ser proclamada la República, fue obligado a retirar el símbolo real, lo cual se aprovechó para elaborar un nuevo escudo compuesto por un rombo que incluía la doble B que se correspondía con la denominación Betis Balompié y que se apoyaba sobre un triángulo invertido en el que figuraban trece barras verdiblancas. Con este escudo, del que fue autor Enrique Añino Ilzarbe de Andueza, el Betis Balompié se proclamó Campeón de Liga en el año 1935.
En 1941 le fue restituido a la sociedad el título de Real, tomándose la decisión de que nuevamente se incorporara la corona, asentada en este caso sobre el rombo del escudo de 1931. Una composición que mostraba un evidente desequilibrio en el ajuste de la corona, razón por la cual el nuevo diseño presentado por De la Concha en 1957 vino a sustituir el rombo vigente por un círculo en el que se integraban las dos B entrelazadas. Todo ello rematado por la corona real y encajado en el triángulo verdiblanco con las trece barras. Un modelo que ofrecía una imagen mucho más sólida y artística del símbolo por antonomasia de la entidad.
Desde entonces hasta hoy, las modificaciones sufridas por el escudo han venido motivadas por razones estéticas más que por consideraciones históricas, debiendo entenderse que esta aportación de José María de la Concha se ha consolidado como la representación más definida y universal del Real Betis Balompié.
En suelo asiático
Con ese escudo, el Real Betis ha jugado obviamente en España, pero también en Europa, en África y en el continente americano. Y en estos días acude a Asia para disputar la Supercopa de España, una tierra nueva en su historia deportiva, aunque pueda rescatarse un antecedente circunstancial que evidencia que no es esta la primera vez que el Real Betis Balompié salta a un terreno de juego en suelo asiático.
Y es así porque en 1995 el equipo verdiblanco hubo de enfrentarse en la primera eliminatoria de la Copa de la Uefa al Fenerbahce de Turquía. Un equipo radicado en Estambul, pero cuyo estadio (hoy llamado Sükrü Saraçoglu Stadyumu) se halla en la zona asiática de la ciudad, en el distrito de Kadiköy, el emplazamiento más antiguo de la antigua Constantinopla.
En aquella ocasión, el Real Betis se alojó en el hotel Conrad, en la zona europea, y el día del partido (12 de septiembre de 1995) hubo de atravesar el puente del Bósforo para ingresar en el continente asiático. Allí jugó y ganó un partido que empezó a confirmar el extraordinario momento, también a nivel internacional, de aquella escuadra que tantas satisfacciones nos brindó a mediados de los 90.
Sendos goles de Pier Luigi Querubino y de Juan Sabas le otorgaron un merecido triunfo por 1-2 al equipo verdiblanco en un imponente coliseo (entonces el Fenerbahce Stadium) que ya estaba lleno dos horas antes de que comenzara el encuentro
Para el recuerdo queda aquel equipo que se sobrepuso al infernal ambiente y al buen rival otomano y que estuvo formado por: Jaro; Jaime, Ureña, Vidakovic, Josete; Cañas, Alexis, Merino, Jarni (Menéndez, m.89); Stosic (Sabas, m.63) y Pier. Precisamente este último, Pier, fue el gran damnificado del choque al ser expulsado de manera injusta por el árbitro ruso Sergei Kussainov después de que fuera agredido por el jugador turco Kemaletin.
Fue la primera vez y la única que el Real Betis lució su escudo en territorio asiático. Ahora llega un nuevo reto en esta 39 edición de la Supercopa de España, que tendrá lugar en la ciudad de Riad, capital de Arabia Saudita. En concreto, en el Estadio King Fahd, que es la sede de la selección de ese país, así como el campo de los conjuntos del Al-Hilal y el Al-Nassr.
Tampoco esta vez será contra un equipo de Asia, pero todo se andará.