Cruyff, en Heliópolis, intenta controlar un balón, rodeado por Bizcocho, Cardeñosa, Biosca y López, cuatro nombresmíticos de aquel gran Betis de los setenta.

Recuerdos de Cruyff y aquella Copa del 94

Por Manolo Rodríguez

 

La figura eterna de Johan Cruyff siempre provocará el recuerdo en el mundo del fútbol. A pesar de su trágica ausencia jamás dejará de rememorarse su virtuosismo como jugador y el carácter visionario con que forjó el estilo que le ha permitido al Barça dominar el mundo. Sus tres Copas de Europa con el Ajax, sus tres Balones de Oro consecutivos; el subcampeonato mundial de Holanda en Alemania-74; aquella Liga con el Barcelona en la temporada de su debut en España y la creación, ya en el banquillo,de ese Dream Team que hizo al Barça campeón de todo.

Pero también en el universo verdiblanco es obligado recordar la figura impresionante de Johan Cruyff. En particular, aquella primera vez que pisó la hierba de Heliópolis. Era el tercer dios al que veían los béticos. Di Stéfano había jugado por primera vez en el Villamarín en octubre de 1958 y Pelé lo hizo en el verano de 1959. Maradona debutaría en el campo del Betis en la temporada 1982-1983 y Messi en la 2008-2009.

Cruyff y su leyenda llegaron a Sevilla el día de la Inmaculada de 1974. La única vez que visitaba la ciudad, ya que sólo el Betis estaba ese año en la máxima categoría. Era la segunda temporada del holandés en el Barça, con quien ya se había proclamado campeón de liga el año anterior.

El Betis-Barcelona se juega en la jornada 11 con los dos equipos lanzados. Los azulgranas vienen de golear al Celta en el Camp Nou (4-0) y el Betis acaba de vencer en San Mamés con un gol de Cardeñosa y gracias, sobre todo, al penalti que Esnaola le ha parado a Villar a cinco minutos del final. Un anticipo del que le detendría en el Calderón tres años más tarde.

El Barcelona es segundo y el Betis, que no ha perdido en casa en todo lo que va de liga, es séptimo. El domingo sale soleado y el campo se llena. Récord de taquilla: 15 millones de pesetas. Ovación clamorosa al Betis que dirige Ferenc Szusza y todos los ojos para Cruyff, que intercambia banderín con el capitán bético Rogelio.

Arbitra el vallisoletano Pascual Tejerina y las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Sabaté, Cobo; López, Alabanda, Cardeñosa; Del Pozo, Mendieta (Mamelli, m.11) y Rogelio.

FC Barcelona: Sadurní; Costas, Marinho, Migueli, De la Cruz; Neeskens, Juan Carlos, Asensi; Rexach, Cruyff y Clarés.

El Betis es mejor desde el inicio y domina todas las vertientes del juego. Sin sombra alguna, como incluso reconoce al final del encuentro el entrenador blaugrana Rinus Michels. Gana por 1-0 y el gol del triunfo lo marca Biosca cuando el partido se acaba. Minuto 89. Falta en el costado izquierdo del área. Rogelio coloca la pelota ceremoniosamente, sin prisa. Toma carrerilla y al llegar al balón se frena en seco. La zaga barcelonista, que comanda el brasileño Mario Marinho,viene saliendo para dejar en fuera de juego a los rematadores béticos. Rogelio con su parón los obliga a retroceder. Y cuando no han terminado de ajustar las posiciones de nuevo, lanza, casi sin moverse para no dar ventaja, un largo balón bombeado que caza al vuelo Biosca saltando entre dos defensas. El guardameta Sadurní no puede hacer nada. Es el delirio.

Igual ocurre en la temporada siguiente, la 75-76. Que también gana el Betis por 1-0. Esta vez, el domingo 23 de noviembre de 1975, día en que, por la mañana, se ha celebrado en el Valle de los Caídos el entierro del General Francisco Franco. Las tribunas se llenan de nuevo hasta el abarrote y antes del inicio del juego un sacerdote dirige a pie de campo una oración por el alma del Caudillo muerto.

En esta ocasión, el capitán del Betis es Antonio Benítez. El del Barcelona sigue siendo Cruyff, que en esas fechas ya tiene problemas serios con su entrenador, el alemán Hennes Weissweiler. Se conocen sus diferencias y el malestar del holandés, que ha retrasado su posición en el terreno de juego para incrustarse en el mediocampo. Ahí juega junto a Neeskens y Marcial. En punta actúan Mir, Sotil y Fortes.

En los verdiblancos se alinean los mismos que una semana antes han empatado a cero en San Mamés: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Iglesias, Lobato; López, Alabanda, Cardeñosa; Benítez, Mendieta y Anzarda. A ocho minutos del final, Rogelio entra por Cardeñosa y en ese ratito el coriano se hace dueño del balón. Lo controla, lo esconde, e incluso se permite la genialidad de tirar un córner sin que lo advierta nadie.

El gol de la victoria lo marca Cardeñosa a los 25 minutos, tras un rápido contragolpe de Anzarda en el que también interviene Benítez.

Cruyff pasa desapercibido y no asoma ninguna de sus grandes virtudes. Pero sí las saca a relucir un año más tarde, la única vez que gana como jugador en Heliópolis. El 9 de enero de 1977, la histórica noche en que se inaugura oficialmente la nueva tribuna de voladizo. Al Betis ya lo dirige Iriondo y al Barça ha vuelto Michels. Los verdiblancos empiezan ganando con un gol de Ladinski, pero en la segunda parte Cruyff se echa el equipo a la espalda y le da la vuelta al partido. Así lo atestiguan las crónicas. El choque acaba 1-3.

Fue la última vez que el holandés jugó en Heliópolis. Su vuelta se produjo, ya como entrenador, en la temporada 88-89. Ganó el Barcelona por 0-2, un Sábado Santo a las diez de la noche. Al Betis lo dirigía Cayetano Ré.

Dos temporadas después, en la 90-91 el Barça vuelve a ganar en el Villamarín. En esta ocasión por 2-3 a un Betis que entrena Cardeñosa y que a punto está de revertir el aparatoso 0-3 del descanso con los goles de Valentín y Mel.

El Betis se va a Segunda ese año y el Barça del Dream Team apenas aparece en trofeos de verano, como en aquel Ciudad de Sevilla dela Expo del 92 (cuando los azulgrana eran vigentes campeones de Europa) que los enfrentó en el Villamarín. El partido tenía innegables atractivos, pero el calor y la televisión dejaron al público en casa. El primer tiempo, en particular, fue vibrante y jugado a un ritmo altísimo, aunque los goles no acabaron por llegar. Empate a cero. Al Betis lo entrenaba Jorge D'Alessandro.

Pero lo mejor llega un año más tarde, en la campaña 93-94. El Betis, que dirige el croata Sergio Kresic, lucha por agarrarse al deseado ascenso a Primera División cuando se celebra el sorteo de cuartos de final de la Copa del Rey. El Betis es el único equipo de Segunda en el bombo, donde lo acompañan varios de los más grandes. Lo que venga, sea lo que sea, será importante para los béticos. Y lo que acaba llegando es el todopoderoso FC Barcelona de Johan Cruyff, que ya lleva ganadas tres ligas seguidas y va camino de la cuarta. Nada más y nada menos.

El Barça comparece en Heliópolis el jueves 27 de enero de 1994. No se llena Heliópolis, aunque la entrada es francamente buena. Los azulgranas llegan sin Koeman, Laudrup ni Romario y en los verdiblancos debuta el portero Yubero.

Arbitra el colegiado gallego Raúl García de Loza y las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Yubero; Merino II, Ureña, Olías, Merino I, Monreal; Mágico Díaz, Cañas, Gordillo (Alexis, m.55); Cuéllar y Ekström (Juanito, m.59).

FC Barcelona: Busquets; Ferrer, Amor, Nadal, Goicoechea; Iván, Quique Estebaranz (Guardiola, m.82) Eusebio; Stoichkov (Ekelund, m.59), Julio Salinas y Beguiristain.

El encuentro no defrauda y el Betis le aguanta el pulso al campeón e incluso tiene una clara ocasión de gol en las botas de Ekström. Al final, empate a cero que deja las espadas en todo lo alto, sobre todo porque esta es la primera temporada en que se le otorga valor doble, en caso de empate, a los goles marcados en campo contrario. Así las cosas, una igualada con goles en la ciudad condal clasificaría al Betis.

Cruyff, sin embargo, a pesar de que lleva semanas repitiendo la cantinela de que “se está acabando un ciclo”, se pone irónico cuando un periodista sevillano le inquiere en la rueda de prensa por el porcentaje de cada equipo para pasar la eliminatoria. Y le responde: ¿lo pregunta usted en serio?

En busca de la hazaña, Kresic prepara un muro defensivo para el partido de vuelta. A las nueve de la noche del jueves 3 de febrero de 1994 empieza a concretarse el sueño. Retransmiten el partido las televisiones autonómicas, la temperatura es agradable y el Camp Nou acoge unos 70.000 espectadores. Dirige el partido el árbitro tinerfeño Juan Manuel Brito Arceo, con las siguientes alineaciones:

FC Barcelona: Busquets; Ferrer, Koeman, Sergi; Iván (Beguiristáin, m.60), Guardiola, Nadal, Eusebio; Quique Estebaranz (Baquero, m.57), Julio Salinas y Stoichkov.

Real Betis: Diezma; Merino II, Chirri, Ureña, Monreal; Mágico Díaz, Roberto, Cañas, Alexis (Merino I, m.60), Cuéllar (Tab Ramos, m.68);  y Juanito.

Los primeros compases son de dominio local, pero los remates de Julio Salinas y de Quique Estebaranz no encuentran portería. Con el paso de los minutos el Betis se va asentando e incluso se deja ver en campo visitante.

Únicamente se producen escaramuzas, hasta que a la media hora sobreviene la jugada que cambia la historia. Un pelotazo sobre el área blaugrana lo resuelve Koeman cediéndole el balón de cabeza a su portero. Busquets, sin embargo, no entiende al holandés y cuando quiere salir a buscarla se resbala. La duda y el traspié los aprovecha Juanito para colarse entre ambos y empujar la pelota al fondo de las mallas. El grito del gallego cantando el gol forma parte desde entonces del imaginario de los béticos.

Para alegría de los béticos, y para sorpresa universal, se llega al final del partido con la victoria del Betis, que acaba de culminar otra gesta impresionante. Como aquel lejano año de 1966 en que eliminó en el Bernabéu al Real Madrid que acababa de proclamarse campeón de Europa.

Apenas concluido el encuentro, los béticos se echan a las calles. Miles de aficionados con bufandas y banderas. La toma de la Plaza Nueva es épica.

Ya con el Betis en Primera, Johan Cruyff visita dos veces más el estadio Benito Villamarín como entrenador. En ambas se enfrenta al Betis de Lorenzo Serra. En la 94-95 se produce un empate a uno y a la temporada siguiente, 85-96, los blaugrana vencen por 1-5 en un partido extraño en el que el arbitraje penalizó en exceso a los de casa.

A partir de ese momento, los béticos han vivido la leyenda de Cruyff desde la distancia. Su grandeza y su legado. Y como todos los aficionados al fútbol sintieron como propia la pérdida de ese gran mito que siempre fue por delante de su tiempo. Un nombre decisivo para entender el fútbol contemporáneo.