Borja Iglesias celebra su segundo gol en Girona: el Real Betis vuelve a la Europa League

Europa, Europa, Europa

Volvemos a Europa y esta frase, afortunadamente, se está convirtiendo en rutina, bendita rutina, una vez terminamos la temporada. Es la tercera clasificación consecutiva de este equipo, lo cual no hace más que corroborar el camino trazado desde la entidad para consolidar al Real Betis en los puestos altos de la tabla.

Y todo, como es consustancial con nuestra idiosincrasia, vino con la consabida dosis de sufrimiento, aunque por mucho que la trayectoria en el campeonato invitase a pensar que con una conservadora proyección de puntos el objetico estaba virtualmente conseguido, tuvimos que pasar algún que otro momento de apuro en el tramo final de La Liga hasta conseguir lo que, merecidamente, hace honor al trabajo desarrollado, otro año más, por Pellegrini y su grupo desde el césped y al consejo de administración y los altos ejecutivos de la parcela deportiva desde los despachos.

Tras la victoria crucial en San Mamés, ya analizada en la última entrega de este boletín, todo parecía encauzado.  Y aún más claro pareció cuando el Rayo Vallecano, diez días después, caía derrotado en Villamarín tras un 3-1 engañoso, no en cuanto a los merecimientos del equipo pero si por los apuros pasados porque, tras el 2-0 inicial, golazo de Sabaly y otro oportunísimo de Ayoze al filo del descanso, el gol visitante a poco de la reanudación nos tuvo en un brete durante el tramo final del choque, justo hasta que Borja Iglesias, tras asistencia de Joaquín, rubricaba el triunfo que nos dejaba con pie y tres cuartos en Europa, circunstancia que quedó aún más ratificada después del punto cosechado en la visita el eterno rival. Fue un partido áspero, sin brillo, donde volvimos a terminar en inferioridad, pero con el punto más que valioso para que la fiesta de la clasificación fuese apenas tres días después, en casa y ante un Getafe apretado por el fantasma del descenso.

Con esas compareció el equipo la noche del miércoles 24, y de nuevo, por momentos, la chispa necesaria para encender los partidos no surgía por ningún lado. Sin apreturas en defensa, se intentaba de distintas maneras, pero con nulo resultado. No había manera y el punto empezaba a no ser mal del todo hasta que la fatalidad se alió contra nuestros intereses y los azulones, al más puro estilo del fútbol que propugna su entrenador, se llevaron los tres puntos al convertir un remate de córner en el único balón entre los tres palos que tiraron a lo largo del partido. Así fueron las cosas, la temporada parecía pesar sobre el vestuario verdiblanco pero el quite del perdón llegó en Girona al siguiente domingo, vestidos con la preciosa camiseta azul: un 1-2, remontando, y tres puntos que, justamente, vinieron para Sevilla corroborando lo que matemáticamente era un hecho a pesar de la derrota ante el Getafe: el Real Betis volvía a Europa y lo hacía, de nuevo, a la competición que más veces ha disputado, la UEFA Europa League, en la que, para el próximo sorteo, quedará encuadrado en el bombo 2.

Tocaba cerrar la campaña en un partido quizás intrascendente en cuanto a los puntos -ya no podíamos ser 5º ni nadie amenazaba nuestra 6ª plaza- pero a todas luces, histórico, ya que, ante el Valencia, aún con cierto riesgo de descenso, Joaquín ponía punto y final a su carrera en el futbol profesional. Una fiesta que sirvió para decir adiós al futbolista más importante en lo que va de siglo en verdiblanco, quien esa misma noche igualaba el récord de 622 partidos disputados en la máxima categoría del fútbol español, y que colgaba las botas y la camiseta número 17con la satisfacción de haber lucido el escudo de las trece barras hasta en 528 en el cómputo de las competiciones oficiales disputadas en verdiblanco.