Perdimos los tres partidos en los que ejercimos como visitantes ante el conjunto estudiantil.

No puedo ser en un año de menos a más

Cerramos el curso más convulso en la reciente historia del Betis Baloncesto con una amalgama de sensaciones cruzadas, la esperanza de que hay base para tiempos mejores y la satisfacción de haber visto competir al grupo a una altura que, hace apenas unos meses, no hubiese podido imaginar ni el más optimista de entre los optimistas.

La clave del desempeño en el último tramo de la temporada para por el excelente trabajo realizado hasta conformar un bloque homogéneo, un equipo por encima de cualquier individualidad que, poco a poco, fue recuperando el mucho terreno perdido en los primeros meses de competición, marcados por numerosos desajustes en la confección del plantel y por un obligado cambio en la dirección técnica que conllevó otro tiempo más hasta los primeros pasos en la conjunción de todos los elementos llamados a elevar el nivel competitivo del bloque.

Nos quedamos con la sensación de que la temporada se nos quedó corta, más si nos fijamos en los resultados del último tercio de la misma, claramente al alza. Ojalá la reacción se hubiese podido producir unas semanas antes para haber optado a un mejor cruce en el play off por el ascenso, donde conseguimos meternos defendiendo nuestra 9º plaza, casi quimérica a principios de este 2024, tras un sensacional sprint final en la fase regular. Encomiable el trabajo de Savignani y los suyos, que supieron sobreponerse y abstraerse de todo lo que no concerniera a la pelota y la pista, transmitiendo a la afición la satisfacción por el trabajo bien hecho, lo que se correspondió con el apoyo masivo de la misma en los últimos duelos disputados en San Pablo.

Así todo, las ilusiones pasaban por sortear a uno de los huesos más duros de la categoría, un Movistar Estudiantes que no solo contaba con el peso de su historia y el factor cancha para potenciar su vitola de favorito, sino que los potentes sponsors que lo amparan y el viento a favor del que se aprovechan todos los equipos, casi en todas las modalidades deportivas, desde la capital de España, lo hacia aún más inexpugnable?hasta que se echó el primer balón al aire de la serie.

No es cuestión de hacer ahora un repaso por los cinco partidos disputados, pero resulta evidente que hubo un momento en el primero de esos cinco choques donde quedó a las claras que habría que luchar no solo contra el rival deportico, sino además contra una serie de factores exógenos: el último cuarto del partido estuvo marcado por un conjunto de decisiones arbitrales escalofriantes contra nuestros intereses, que facilitaron muy mucho el volver a Sevilla con un 2-0 como parcial.

Al calor de los nuestros, y con la presión que daba el no tener el más mínimo margen para el error, el Betis Baloncesto sacó la mejor cara del año, logrando empatar la eliminatoria y devolviendo el desenlace de la misma a la pista estudiantil. Un quinto partido clave para el que, curiosamente, se volvió a designar al mismo árbitro que protagonizó la polémica la semana anterior.

Nuestros jugadores pelearon con dignidad y cayeron, superados por un equipo mejor, al que conseguimos neutralizar las muchas ventajas en gran parte de esta eliminatoria. Veremos a ver qué depara el futuro, pero se ha dejado bien cimentadas las bases de lo que tiene que ser un equipo de baloncesto.