Aspeto de la tribuna de fondo la tarde en la que Joaquín jugó su último partido oficial, ante el Valencia CF.

Un adiós a la altura de la ocasión y el protagonista

Los primeros días de junio de 2023 en verdiblanco quedarán para siempre en la memoria de los béticos como aquellos en lo que dijimos adiós a una de las principales leyendas, si no es la que más, en la historia del Club. Y como no podía ser de otra manera, dada la proyección social y deportiva de nuestro capitán, la despedida tuvo lugar en dos actos, apenas separados por 48 horas, y que congregaron en las gradas de Heliópolis a más de 114.000 personas, todas entregadas a la inconmensurable figura del portuense, el hombre de la eterna sonrisa y los muchos récords como jugador bético y como futbolista profesional.

Desde aquel 3 de septiembre de 2000 hasta el pasado 4 de junio del presente año, ha habido de todo en la vida del Real Betis y en la de Joaquín, juntos y por separados. Una primera etapa, hasta el verano de 2006, en la que el joven extremo diestro se consagró como máxima figura del fútbol nacional e internacional. De la mano de Fernando Vázquez debutó la jornada inaugural de la 2000/01, en Segunda, y ya se hizo dueño de una camiseta titular para siempre. Ese ejercicio le trajo la consolidación en el primer plantel, el ascenso de Jaén y sus primeras citaciones con el combinado nacional sub-21. El curso siguiente, el de su irrupción en Primera, no pudo resultar más esplendoroso: clasificó al Betis de Juande Ramos para Europa, coqueteó durante gran parte del año con las plazas Champions, fue líder efímero de la categoría, debutó con la selección nacional absoluta a las órdenes de Camacho y formó parte de la selección española que disputó, con infausto y malhadado recuerdo, el mundial de Corea y Japón. Tras esto vinieron dos campañas más en verdiblanco, bajo la tutela de Víctor Fernández, de irregular desempeño, pero donde la particular figura de Joaquín no dejaba de cotizar al alza, atrayendo el interés de los primeros equipos del continente, locos por atar a la perla verdiblanca, quien ya era más que fijo en el combinado nacional que preparaba la Eurocopa de Portugal donde, junto su inseparable Juanito, ostentaron la representación bética en una nueva fase final.

 El verano de 2004 trajo de vuelta a Villamarín la legendaria figura de Lorenzo Serra, quien venía dispuesto a sacar el Club de la mediocridad (9º y 8º clasificado en los dos ejercicios anteriores). Joaquín, ya consolidado al igual que una buena camada de canteranos -el ya mencionado Juanito, Capi, Doblas, Rivas, Melli, Arzu, Dani, acabó convirtiéndose en campeón de Copa 2005 y clasificando al equipo para la Champions por vez primera. Todo un acontecimiento que, quizás provocó ciertos desenfoques en la planificación del curso 2005/06, que acabó convirtiéndose casi en un calvario y que dio con Joaquín rumbo a Valencia por una cifra cercana a los 27 millones de euros, todo un récord en la historia del Club.

Muchos fueron los años en los que los caminos del Betis y Joaquín estuvieron separados. Muchos y convulsos, sobre todo para el beticismo que debió reconstruir la entidad mientras el portuense seguía instalado en la élite durante las cinco campañas en Valencia y las dos en el emergente Málaga que comandaba Pellegrini. De allí el salto a Italia, a la histórica Fiorentina, otros dos años en los que el Real Betis intentaba cicatrizar heridas de modo que pudiese plantearle un futuro razonable al 17 para afrontar los últimos tramos de su carrera?y que, felizmente, no fueron tales: Joaquín volvió en septiembre de 2015 con un contrato por tres temporadas que acabaron convertidas en 8. Llegó a un equipo recién ascendido y un par de años después ya estaba peleando por volver a Europa. Un Betis, pacificado social y accionariamente, con la participación del capitán, que encararía en el tramo final de su carrera quizás los mejores años conocidos: tres clasificaciones consecutivas para la competición continental y el inolvidable título copero de 2022 en La Cartuja.

Joaquín se va como el jugador con más partidos en la historia de La Liga, 622, igualado con Zubizarreta. Y con la despedida más deslumbrante que se recuerda en el fútbol español. Admirado por todo tipo de público, aplaudido en la inmensa mayoría de los estadios de España, con todo tipo de registros sobre longevidad sobre la hierba e instalado, ya para siempre, en lo mejor de la historia del Real Betis Balompié, ese Club a cuyo servicio se ha puesto desde que en la madrugada del pasado 6 de junio, después de un memorable partido entre amigo y compañeros que reventó Villamarín, decidiese poner fin a la leyenda que vino de El Puerto y se quedó, para siempre, como la eterna sonrisa del beticismo.