Estirada de Pepín en un partido del Real Betis. Una imagen que define a estalegendaria figura de la portería verdiblanca.

HISTORIA | El héroe de Belfast

Por Manolo Rodríguez

 

Pepín es considerado como el mejor guardameta de todos los tiempos en la UD Las Palmas y uno de los grandes iconos de la portería del Real Betis. Una figura de leyenda en el Insular y una referencia emocionada cada vez que se le recuerda en Heliópolis, donde siempre se le tuvo por el antecedente último del mítico José Ramón Esnaola.

Así pues, José Casas Gris (que este era su nombre) es el personaje que en mayor medida vincula la historia de los verdiblancos y de los amarillos, aun cuando deba considerarse que también en ambos equipos jugaron futbolistas tan superlativos como Alexis Trujillo o Rubén Castro.

Pero el caso de Pepín quizá tenga otra medida. En Las Palmas defendió durante once años inolvidables la portería canaria y en el Betis se convirtió en uno de los grandes símbolos de aquel equipo que fue tercero en la Liga, que ganó el Carranza y que se estrenó en Europa.

Momentos esplendorosos que se vieron acrecentados por el hecho de que llegara a jugar en la selección española cuando defendía el portal bético. El segundo internacional después de la Guerra Civil, cuajando, además, una destacada actuación el día de su debut, en aquel decisivo partido disputado en Irlanda del Norte en 1963. Todo un orgullo para los béticos.

Pepín, sin embargo, no era canario. Nacido en Valencia el 16 de noviembre de 1935 y fallecido en Las Palmas de Gran Canarias el 13 de octubre de 2010, empezó a jugar en conjuntos de las categorías locales valencianas, fichando la campaña 1950-51 por el Alicante, equipo de Tercera División.

La vida le cambió la fría mañana del viernes 4 de enero de 1951. Llegaron dos emisarios de la UD Las Palmas al campo donde entrenaba el Alicante y cerraron su contratación de inmediato. Al día siguiente salió desde Madrid para Canarias en un DC3 con dos motores de hélice. Primero volaron a Sevilla, después a Tetuán y a Casablanca; hicieron escala en Sidi-Ifni y finalmente aterrizaron en el aeropuerto de Gando, en Las Palmas. Total, diez horas entre turbulencias y sonidos infernales. Mucha tela para quien no se había montado jamás en un avión.

Debutó pocas horas más tarde en la portería del estadio Insular y allí se hizo grande. Echó raíces en Gran Canarias y durante 9 temporadas fue el portero titular del equipo amarillo.

Pero la UD Las Palmas desciende a Segunda en 1960 y la entidad canaria se ve en la obligación de desprenderse de sus mejores jugadores. Pepín es el más emblemático de todos ellos y son muchos los equipos que pujan por sus servicios.

Finalmente, es el Real Betis, que entonces preside Benito Villamarín, quien anuncia su fichaje a finales de junio de 1960, cuando Pepín cuenta 28 años de edad y todo mundo habla de él  como el portero 'canario'.

Su debut en la portería bética tiene lugar el 2 de octubre de 1960, en el partido Real Valladolid-Real Betis, disputado en el estadio José Zorrilla, cuarta jornada del campeonato.

En Heliópolis, le cuesta hacerse con la titularidad en las dos primeras temporadas. No goza de la confianza del entrenador Fernando Daucik, que lo considera bajo de estatura (medía 1,68) y prefiere a Otero y a Corral para defender el marco verdiblanco. Sólo tras la marcha del entrenador checo, en la segunda mitad de la campaña 1962-63, se establece como titular en el equipo.

Su gran momento llega al año siguiente, en la temporada 1963-64, a las órdenes de Domingo Balmanya. Ese curso en el que el Real Betis Balompié fue tercero en la Liga y se le abrió la posibilidad de jugar por primera vez en Europa en la Copa de Ferias.

Pepín cuaja actuaciones memorables (muy particularmente las protagonizadas en San Mamés y en el Bernabéu en octubre de 1963) y ello propicia que el seleccionador José Villalonga lo convoque para el equipo nacional. Y no para un partido cualquiera, sino para un encuentro decisivo en Irlanda del Norte, donde el equipo nacional se juega la clasificación en la Eurocopa.

La selección prepara el choque en el País Vasco y en los medios periodísticos sólo se habla de la feliz gestión federativa que ha permitido que los equipos italianos de la Juventus y el Inter hayan permitido que Del Sol y Suárez puedan jugar con la roja.

Se da por hecho que el portero titular será el madridista Araquistáin, pero éste se lesiona en  las vísperas. Pepín tendrá la oportunidad de actuar como titular.

El partido se juega el miércoles 30 de octubre de 1963 en el estadio Windsor Park de Belfast. Terreno de juego completamente embarrado en noche fría y lluviosa Lleno a rebosar. La selección sale con Pepín, en la puerta; Rivilla, Olivella y Reija, en defensa; Felíx Ruiz y Zoco, en la media y Pereda, Del Sol, Zaldúa, Suárez y Gento, en el ataque.

El encuentro es frenético y lo acaba ganando España por 0-1, gol de Gento. Todo el juego de la selección lo arma Luis del Sol, pero la gran figura del partido es Pepín, quien con varias paradas escalofriantes frena a los delanteros irlandeses. La prensa se le entrega y a partir de ese día será conocido ya para siempre como “El héroe de Belfast”. Incluso se le impone la Medalla de Plata al Mérito Deportivo.

En diciembre de 1963 vuelve a jugar con la selección en un amistoso contra Bélgica en Valencia y ya en aquellos días le confiesa a su querido Eusebio Ríos que Iribar, el joven portero del Athletic de Bilbao, va a hacerse eterno en la portería de la selección, que es, de largo, el mejor de todos.

España acabó ganando aquella Eurocopa en 1964 y ese mismo año Pepín es el portero del Real Betis en el debut del club en la Copa de Ferias.

En septiembre de 1965 rescinde su contrato en Heliópolis con la voluntad de retirarse del fútbol. Se establece en Las Palmas, pero es reclamado urgentemente por el equipo canario a consecuencia de las lesiones de sus dos porteros. Esto lo lleva a jugar dos años más en la UD Las Palmas, retirándose con 36 años.

En la historia verdiblanca, José Casas Gris, Pepín, tiene reservado desde entonces un lugar muy destacado y preferente. Sus reflejos felinos, su agilidad, sus espectaculares estiradas y su competente juego con los pies lo llevaron a erigirse en uno de los grandes ídolos de la afición en aquellas temporadas tan felices para los béticos.

Una grandeza que compartió con su brillante palmarés en Las Palmas. Los dos clubes de su vida. Los que se enfrentan esta noche.