Gabriel Calderón y Faruk Hadzibegic, recién llegados al fútbol francés, posan con la camiseta de sus nuevos equipos.

HISTORIA | Cuando los ídolos del Betis se fueron a Francia

En junio de 1987 Calderón y Hadzibegic le dijeron adiós al club verdiblanco para continuar sus carreras en el  PSG y el Sochaux, respectivamente

Por Manolo Rodríguez

 

Llevamos toda la semana hablando del fútbol de Francia (tan de moda por ese campeonato del mundo recién conseguido) y, sobre todo, de equipos franceses. Algo natural dados los enfrentamientos de pretemporada que el Real Betis viene disputando estos días con equipos de esta nacionalidad: el pasado miércoles en Faro contra el Olympique de Marsella y esta tarde en Jerez ante el Lille.

Con anterioridad, la historia verdiblanca ha contabilizado algunos cruces decisivos en competición europea frente a conjuntos galos (Stade Français, Girondins de Burdeos, Auxerre, Mónaco y Olympique de Lyon), y también merece ser recordado que varios jugadores franceses han vestido la camiseta del Real Betis a lo largo de la historia. Futbolistas que desde Michel Pavón, que fue el primero, hasta Jonas Martin, que ha sido el último, pasaron por Heliópolis con mayor o menor fortuna a lo largo de los tiempos.

Pero dicho todo esto, quizá el momento en que más presente estuvo el fútbol francés en el entorno bético fue en el mes de junio de 1987. Un tiempo lleno de ruido y confusión que concluyó con las salidas del club de Gabriel Humberto Calderón y de Faruk Hadzibegic, muy posiblemente los mejores jugadores del Real Betis en aquella época. Los ídolos del beticismo junto con Rincón.

Y lo curioso es que ambos se fueron a equipos franceses, Ese fue su destino. Calderón marchó al Paris Saint Germain y Hadzibegic se fue al Sochaux. Dos figuras extraordinarias jugando en una Liga menor, pero en la que corría generosamente el dinero. El que llevó años más tarde al Olympique de Marsella a ganar la Copa de Europa y después al PSG a imponerse en la Recopa.

La noticia fue devastadora. La afición se sintió consternada. Calderón y Hadzibegic significaban mucho entre los béticos. El argentino había llegado a Heliópolis en 1983 procedente de Independiente de Avellaneda cuando ya había sido campeón del mundo juvenil en 1979, jugando al lado de Maradona, y había formado parte de la selección de su país que disputó el Mundial-82. Un extremo prodigioso que se movía por ambas bandas.

En el Betis triunfó a lo grande. Su calidad llamaba la atención y sus lanzamientos de falta, de manera especial. Un espectáculo que provocaba silencios de Maestranza al final de la Palmera. Llevaba jugados 171 partidos oficiales y había marcado 48 goles.

En el verano de 1986 Gabriel Calderón había renovado su contrato con el Betis por 4 temporadas más incluyendo una cláusula en la que se especificaba que el futbolista sería traspasado si algún club ofrecía 70 millones de pesetas por su contratación. Una suerte de moderna cláusula de rescisión a la que ya amparaba el entonces conocido como Real Decreto 1006 que regulaba la relación laboral especial de los deportistas profesionales desde 1985.

Y eso ocurrió un año más tarde. El 3 de junio de 1987 se hizo oficial que el Paris Saint Germain pagaría esa cantidad. El delantero, con permiso de la entidad verdiblanca, acudió a París, pasó el reconocimiento médico y firmó un contrato de tres años.

Aun así no pudo evitarse una agria polémica con Gerardo Martínez Retamero, el presidente que lo había fichado. Un enfrentamiento en el que se oyeron duras palabras y que le puso un feo epílogo a la carrera en el Betis de tan gran futbolista.

Calderón vistió por primera vez la camiseta del PSG el 25 de junio en un partido jugado en Milán contra el FC Barcelona y a partir de ahí completó su carrera en Francia y Suiza, alcanzando su culminación como futbolista al disputar la final de la Copa del Mundo de 1990 en Italia.

Como entrenador, retornó al Real Betis en enero de 2014 después de una brillante trayectoria que principalmente se había desarrollado en los países del Golfo Pérsico.

La historia de la marcha de Hadzibegic al fútbol francés fue aún más tremenda y conflictiva. Llegado al Betis en agosto de 1985, a cambio de 12 millones de pesetas, venía precedido de su condición de titular indiscutible en la selección yugoslava y de capitán del FK Sarajevo, el vigente campeón de Liga. Tan importante era en su país que no se le permitió salir de Yugoslavia hasta que no hubiera cumplido los 28 años, algo muy común entonces en los países del Este.

Faruk Hadzibegic fue un acontecimiento desde el mismo momento de su llegada. Un defensa central, elegante y sobrio, que se convertiría en un grande de la historia del club, a pesar de que solo militara dos años en la entidad. Todo el mundo lo llamó Pepe desde su llegada y jugó 93 partidos oficiales marcando 10 goles.

Su sonado caso empezó a gestarse el martes 24 de marzo de 1987. Ese día se reúne con el vicepresidente Francisco García de la Borbolla (el dirigente que lo fichó y con el que mantenía una estrecha amistad) para negociar las condiciones de su renovación. El yugoslavo terminaba contrato a final de temporada y el Betis le ofrecía mantener su vinculación por un año, con dos más opcionales.

La reunión acaba con acuerdo entre las partes, quienes firman un documento manuscrito (para la leyenda quedó que fue en una servilleta) en el que se detallan las condiciones. En el mismo se hace constar expresamente que todas las cantidades que en él figuran son “libres de impuestos”.

Sin embargo, una semana más tarde la Junta Directiva rechaza el preacuerdo con Hadzibegic, quien monta en cólera y denuncia la falta de seriedad de los directivos béticos. El vicepresidente matiza que los únicos impuestos que se ha comprometido a pagar la entidad son los derivados del envío del dinero del contrato a Yugoslavia, pero el jugador sigue insistiendo en que todo lo que le prometieron era libre de impuestos.

Tal estado de cosas provoca que García de la Borbolla presente su dimisión en el mes de abril. Sin embargo, el presidente Martínez Retamero no se la acepta, pidiéndole que continúe en su cargo al menos hasta el 30 de junio.

A partir de ahí se rompen las relaciones. Frialdad y silencio, aunque la tribuna pida una y otra vez que el futbolista siga. Martínez Retamero se defiende diciendo que “el Betis no puede pagar lo que Hadzibegic pide” y el yugoslavo comienza a negociar su futuro que, como se supo desde el principio, lo llevaría a jugar en el equipo francés del Sochaux, el club de Peugeot.

Cuando se acaba junio, en vísperas del último partido del campeonato, Hadzibegic convoca una rueda de prensa y le entrega a cada uno de los periodistas asistentes una fotocopia con el famoso documento firmado por él y por García de la Borbolla. En esa comparecencia, afirma que no se va del Betis por su gusto, sino porque lo echan, y vuelve a arremeter contra Retamero al que hace culpable de todo lo ocurrido.

Al Presidente se le agota la paciencia y lo aparta del equipo, con una réplica furibunda en los medios, en la que acusa al yugoslavo de haber manipulado el documento entregado a los medios y de irse única y exclusivamente por dinero.

Es el punto y final. El 22 de junio de 1987 Hadzibegic toma el avión que lo lleva a Francia. En el Sochaux estará 7 temporadas y acabará su carrera como futbolista en el Toulouse. Con Yugoslavia participó en el Mundial de Italia-90 y desde 1991 su vida estuvo marcada por los horrores de la Guerra de los Balcanes. Comprometido activamente con Bosnia, su patria, participó activamente en tareas humanitarias, ayudó a huir a cientos de compatriotas en traslados especiales para refugiados y en 1999 le cupo el honor de ser nombrado seleccionador de su país.

En el año 2000 regresó a la disciplina verdiblanca para dirigir al equipo en los últimos tres partidos de aquella Liga, en la que, desgraciadamente, no pudo evitar el descenso. A la temporada siguiente se hizo cargo de la dirección deportiva, abandonando el club al final de esa campaña en la que el equipo verdiblanco retornó a la máxima categoría del fútbol español.

Calderón y Hadzibegic son dos nombres que sobreviven para siempre en la memoria de los béticos. Dos ídolos que en 1987 abandonaron Heliópolis para ir a jugar a Francia. A ese fútbol del que tanto se habla en estos días.