El Real Betis Balompié cumple 110 años
Hoy, 12 de septiembre de 2017, cumple 110 años el Real Betis Balompié
Un club que es mucho más que un equipo de fútbol. Una entidad que ya ha navegado por dos siglos y que en esa larga travesía ha tejido una leyenda tan formidable que resulta casi imposible poderla abarcar con palabras.
El Betis es memoria de la ciudad, parte indisociable de la historia deportiva y social de Sevilla, marca capital en el fútbol español y sentimiento apasionado en el corazón de sus aficionados.
Una sociedad deportiva que amaneció en 1907 vinculando su nombre al recién nacido balompié y que, desde entonces, ha recorrido los calendarios con un sello genuino y particular que, sin duda, lo hace irrepetible. Una creación continuada, que es el resultado de la capacidad creativa de los béticos.
Por eso, durante estos 110 años el Real Betis ha sido capaz de alcanzar los más grandes éxitos deportivos y de sobrevivir a todos los huracanes. Una larga aventura que siempre se ha apoyado en las mismas razones por las que el poeta Joaquín Romero Murube confesó su beticismo: por “romanticismo, tesón y sevillanía”.
Tres excelentes motivos para entregarse a este misterio tan difícil de escrutar. A esa suma de actos de amor en los que se mezclan los nombres y los recuerdos, las luces y las sombras y las voces y los ecos.
En este tiempo, el Real Betis Balompié ha sumado incontables triunfos deportivos entre los que destacan, sobre todo, el Campeonato Nacional de Liga de 1935 y los títulos de Campeón de la Copa del Rey en los años 1977 y 2005.
En 1914 le fue concedido el título de realeza que adorna su nombre y desde las primeras décadas de siglo XX viste los colores verdiblancos que le identifican con la región a la que representa.
Su vida deportiva, más allá de los tiempos pioneros, ha tenido como epicentros fundamentales el campo del Patronato Obrero, donde se proclamó campeón de Liga en 1935, y el estadio de Heliópolis, de su propiedad desde 1961, que pasó a llamarse Benito Villamarín, en homenaje a tan gran presidente.
En los años más difíciles, aquellos de la travesía del desierto en Tercera División, la ejemplar afición bética acuñó el manquepierda. Un grito senequista que jamás significó una rendición, sino todo lo contrario. Fue el triunfo de la dignidad, del orgullo, y de una filosofía que esperaba el resurgir esperanzado que, sin duda, acabaría por llegar.
De entonces aquí, el manquepierda ha sobrevivido a modas y generaciones. Se ha establecido como el gran icono nominal del Real Betis Balompié, y sólo de él, sean cuales sean sus circunstancias. Sin duda, uno de sus mayores activos y su recreación más precisa. El término que lo hace más reconocible a nivel nacional e internacional y el que mejor define la eterna fidelidad que le dispensan sus seguidores.
Esta singladura de 110 años ha tenido innumerables héroes sobre el terreno de juego y modélicos líderes en la dirección de la entidad. Tantos que no cabrían en este relato. Pero resulta indispensable mencionar a ídolos eternos como Andrés Aranda, Pepe Valera, Luis del Sol, Rogelio, Esnaola, Cardeñosa o Rafael Gordillo y a presidentes tan admirados como Antonio Moreno Sevillano, Pascual Aparicio, Manuel Ruiz Rodríguez, Benito Villamarín o José Núñez Naranjo.
Pero por encima de cualquier otra cosa, el Betis son los béticos. De padres a hijos y de hijos a nietos. Los cientos de miles de corazones que han convertido su sueño en una manera de vivir. Lo que se siempre están cuando se les necesita, los que jamás permitirán que camine solo. Los béticos que han ido encadenando generaciones porque su ser natural trasciende los años y los siglos hasta convertirse en una pasión. La simple pasión de ser del Betis.
Después de haber gozado y penado tanto, el Real Betis y su afición llegan a esta redonda fecha de los 110 años con la ilusión en perfecto estado de revista y esperando, como siempre, que el futuro le haga justicia al sentimiento inabarcable de los béticos.
Presumiendo de contar con uno de los estadios más imponentes de España y superando hasta límites increíbles el número de abonados. Nada más y nada menos que 50.000 socios. Una cifra abrumadora que, sin duda, se erige en la mejor demostración de que el beticismo y su leyenda están más vivos que nunca tras un siglo largo de historia.
Esa historia interminable que a lo largo de 110 años de fidelidad han sido capaces de construir los béticos.