HISTORIA | El Mónaco, Telechía y la Champions
El equipo del Principado visitó por primera vez el Villamarín en 1975 y 30 años más tarde fue derrotado por el Real Betis en la eliminatoria previa de la Liga de Campeones.
Por Manolo Rodríguez.
Sea en la época que sea, cualquier partido que enfrente al Real Betis con el Mónaco siempre estará marcado por el emotivo recuerdo de aquella eliminatoria previa de la Liga de Campeones que disputaron ambos conjuntos en 2005. Un éxito superlativo en la historia verdiblanca gracias a los goles de Edú y Oliveira, al penalti parado por Toni Doblas en el estadio Luis II y hasta por el balón que, a ras de césped, sacó Juanito de cabeza bajo los palos en el choque de vuelta. Un acontecimiento como no hubo otro, ya que le permitió a los verdiblancos estrenarse en la competición continental más grande y prestigiosa.
Pero no fue esta la primera vez que el Real Betis se vio las caras con el conjunto monegasco, al que se volverá a medir de nuevo durante esta pretemporada de 2023 en un campo neutral inglés. El antecedente más remoto está fechado en 1975 cuando el equipo del Principado vino al Benito Villamarín para participar en el partido homenaje a Paco Telechía, ese futbolista y amigo que ahora hace justamente un año que falleció entre el dolor y el sentimiento de la ingente legión de béticos que lo admiraron y quisieron.
Aquel Betis-Mónaco se disputó el 2 de septiembre de 1975, apenas unos pocos días después de que la escuadra verdiblanca, dirigida entonces por Ferenc Szusza, se hubiera adjudicado la 4ª edición del trofeo "Ciudad de Sevilla" derrotando en Heliópolis al eterno rival por 1-0, gracias a un tanto anotado por Eduardo Anzarda a base de regates y amagos, como era marca de la casa.
Esta fue la primera vez que los dos equipos sevillanos se midieron en la final de aquel trofeo que paralizaba la ciudad y atestaba los estadios y la victoria cayó del lado del Betis, de ese Betis que lució calzonas verdes en los partidos del torneo y presentó a sus dos fichajes más principales para la campaña que ya llamaba a las puertas: Juan Antonio García Soriano y Attila Ladinszki.
Ambos, García Soriano y Ladinszki, se habían estrenado como goleadores en el Villamarín en el partido de presentación contra el Palestino de Chile a mediados de agosto y, a partir de ese momento, fueron titulares en la larga pretemporada que llevó al Betis a Gandía, a Málaga, para disputar el Trofeo Costa del Sol, y a Cádiz, donde jugó un amistoso contra los locales.
Lo siguiente fue el "Ciudad de Sevilla" y aquello acabó mejor que bien. El Betis se impuso con una enorme autoridad a su "eterno" y esa supremacía local elevó a los béticos al séptimo cielo, provocando una formidable apoteosis en la plaza de América, lugar donde se celebraba la verbena posterior al trofeo.
Los jugadores del Real Betis alzaron la hermosa copa de plata salida del taller del insigne orfebre Fernando Marmolejo casi en la madrugada de un sábado y al martes siguiente volvieron a la hierba para jugar contra el Mónaco, en el partido que le rendía tributo de agradecimiento a Francisco Labrado Telechía, un jugador que sólo vistió la camiseta verdiblanca a lo largo de toda su carrera (lo que hoy, en el esplendor de los anglicismos, llamaríamos un "One Club Man") y que en la década de los 60 y 70 fue un defensa que derrochó profesionalidad, sacrificio, entrega y honradez.
En el Betis desde siempre
Nacido en Sevilla el 15 de agosto de 1945, hijo de un sargento de la Policía Armada, comenzó a dar sus primeras patadas en la actual calle Asunción, que entonces era sólo un descampado. Su tío Antonio había jugado en el Betis al acabar la Guerra Civil y esa tradición la continuó el joven Telechía desde adolescente, ya que con 15 años lo llamaron de Heliópolis para una prueba. La salvó con éxito y le dio un nuevo rumbo a su vida.
Pasó a ser el central de los juveniles, a las órdenes de Santiago Tejera, y allí conoció a nuevos amigos que, con el tiempo, llegarían a ser viejos y entrañables camaradas. Es el caso, por ejemplo, de Pepe González, con quien vivió tan cerca que hasta debutó en el Betis el mismo día. Después, aquel defensa corpulento pasó por los campos de Regional y de Tercera, dejando la impronta de ser un zaguero roqueño, de buen salto y facilidad para el marcaje. En el Triana llegó a ser capitán y desde ahí proyectó sus posibilidades hacia el primer equipo. Y, como es lógico, le llegó la hora.
Fue el 27 de noviembre de 1966, contra el Levante. Había jurado bandera apenas veintiún días antes y ya ese primer año disputó 16 partidos. Una campaña marcada por el éxito, ya que el Betis consiguió ascender a Primera después de ganarle una recordada promoción al Granada. En el banquillo había iniciado la temporada Luis Belló, pero en la segunda vuelta volvió al Villamarín el entrenador de los milagros. Ese castellano seco llamado Antonio Barrios con el que los verdiblancos dieron por tres veces el salto hacia la máxima categoría y con el que tan bien se llevó siempre Paco Telechía, a pesar de que otros muchos no pudieran referir la misma experiencia. Incluso estuvo a punto de jugar el primer partido contra los granadinos, "ya que Barrios me llevó concentrado a Oromana, pero, en la misma mañana del partido, Eusebio Ríos pasó la prueba a la que fue sometido", según me contó alguna vez.
Precisamente con la retirada de Eusebio Ríos en 1968, Telechía se convirtió en el defensa central de referencia del equipo, principalmente por la confianza que en él depositó Pepe Valera, el gran apóstol de la cantera verdiblanca, y comenzó a compartir la capitanía con Rogelio. Vivió ascensos y descensos y estuvo siempre en los días difíciles.
Disputaba una media de 40 partidos por temporada, y eso a pesar de que, como unas décadas antes le ocurriera a Portu, cada año le traían posibles sustitutos. Algo tan cierto, que una vez me reveló: "Desde que yo debuté llegaron Pachín, Manolo Díaz, Frigols, Torréns, Biosca, Vicente López, Iglesias y Sabaté. Y, casi siempre, era yo el que jugaba".
A principios de la década de los 70 alcanzó sus mejores momentos, de nuevo a las órdenes de Antonio Barrios, pero en la temporada 1973/74 las lesiones lo acosaron y Ferenc Szusza, deja de contar con sus servicios. Tenía entonces 30 años y decidió retirarse del fútbol, a pesar de que contaba con ofertas del Tenerife y del San Andrés, culminando una carrera que sólo estuvo dedicada al Real Betis.
Camisetas de distinto color
La Junta Directiva presidida en aquellas fechas por Pepe Núñez aprobó dispensarle el partido homenaje que merecía y este, como ya ha quedado dicho, se jugó en septiembre de 1975 contra el Mónaco, equipo que militaba en la Liga francesa y que la temporada anterior había quedado clasificado en 10ª posición.
Una escuadra que ya había sido campeona de Liga y Copa en el país galo y que, como gran reclamo, contaba en sus filas con José Omar Pastoriza, una de las grandes figuras del fútbol argentino de principios de los 70. Una leyenda en Independiente de Avellaneda.
El encuentro lo ganó el Real Betis por 5-2, con goles de Cardeñosa, Anzarda, Ramón Blanco, Alabanda y García Soriano. Volvieron las calzonas blancas al equipo bético y las medias eran de vueltas verdes y blancas. El homenajeado Telechía apenas permaneció cinco minutos en el campo, siendo reemplazado por Sabaté, y con los verdiblancos probó el defensa paraguayo Insfran (no confundir con el jugador del mismo nombre que también en esos años jugó en el Zaragoza y en el Granada), quien no agradó a los técnicos y se volvió por donde vino.
Conservo la entrada de aquel partido y, si los años no me traicionan, fue la única vez que vimos en el campo del Betis al Mónaco con su camiseta dividida en diagonal en blanco y rojo, uniforme que ya no lució 30 años más tarde en la previa de la Champions, cuando saltó al césped vestido de amarillo.
Eran otros tiempos para todo y, muy particularmente, para nuestro querido Paco Telechía, quien se nos murió como del rayo en julio de 2022, tras una vida que siempre tuvo al Betis como eje y en la que sus últimos años estuvieron al servicio de sus compañeros en la Asociación de Ex Jugadores.
Sirva este emocionado recuerdo como homenaje a su memoria.