HISTORIA | Iribar en el campo del Betis
El mítico guardameta vasco jugó su primer partido completo en Primera División en el estadio Benito Villamarín, enfrentándose al equipo verdiblanco en abril de 1963.
Por Manolo Rodríguez
Para mi generación, Iribar fue el gran icono del fútbol español durante los años 60 y 70. El portero de la selección española, el gran símbolo del Athletic Club de Bilbao, la leyenda viva ante la que se rendían los públicos y el deportista ejemplar que siempre tenía gestos de afecto y comprensión para los rivales.
Lo que quizá se conozca menos es que el gran Iribar jugó su primer partido completo en Primera División en el estadio Benito Villamarín. Fue en una cálida noche abrileña de 1963 y acabó con victoria verdiblanca. Un hito que merece ser recordado por la trascendencia del personaje y por la importancia histórica que ello conlleva.
José Angel Iríbar Cortajarena nació en Zarauz el 1 de marzo de 1943. Se hizo futbolista jugando en la playa y con 18 años fue fichado por el Basconia. Corría la temporada 1961/62 y ya esa campaña deslumbró a los aficionados con su memorable actuación en una eliminatoria de Copa en la que el modesto equipo de Basauri dejó en la cuneta al Atlético de Madrid. Ese fue el aldabonazo que ni siquiera desmerecieron los 10 goles que le hizo el Barcelona en el Camp Nou en la siguiente ronda copera. Tanto destacó, que todo el mundo lo quiso fichar al concluir el campeonato.
Prefirió al Athletic de Bilbao porque era el equipo de sus amores y comenzó el curso 1962/63 como suplente de Carmelo Cedrún. En la segunda jornada, sin embargo, una lesión del portero titular le dio la oportunidad de jugar media hora en Málaga. Perdieron los "leones", pero mantuvo el tipo y no encajó ningún gol en el tiempo que estuvo en el campo.
Desde ese momento, no volvió al marco rojiblanco a lo largo de toda la temporada. Hasta la penúltima jornada, en la que el Athletic visitó el Benito Villamarín, en el apure de una Liga donde el Betis no había estado del todo bien. Esa campaña la había comenzado en el banquillo verdiblanco Fernando Daucik, pero en la jornada 10 fue relevado del mando para que se hiciera cargo del equipo Ernesto Pons. Andaban los béticos en la mitad de la tabla, pero no podían equivocarse en ese último turno casero, ya que aún amenazaba en lontananza el riesgo de la promoción.
El partido se disputa el domingo 14 de abril de 1963, a las 8 se la tarde, ya que el Betis retrasa la hora de inicio del choque para no colisionar con la corrida de toros que se celebra esa tarde en La Maestranza. Es Domingo de Resurrección y se abre el abono taurino con un festejo en el que actúan los hermanos Peralta, como rejoneadores, y los diestros Rafael Pedrosa, José Julio y Andrés Hernando, lidiando el ganado de Lisardo Sánchez.
Acude mucho público al coso maestrante y también se roza el lleno en Heliópolis en una jornada primaveral de sol radiante. Todo lo contrario de lo que había ocurrido en la Semana Santa recién concluida, donde los percances meteorológicos estuvieron a la orden del día. De hecho, según recogen los testimonios periodísticos de la época, el Lunes Santo
tuvieron que volverse el Beso de Judas y Santa Marta, mientras que las demás no salieron. El Martes Santo no hubo cofradías al persistir el temporal. El Miércoles Santo retornaron a su templo precipitadamente San Bernardo, el Buen Fin y la Lanzada y el Viernes Santo tan solo fue a la Catedral la Carretería, mientras que la O lo intentó y regresó al poco de salir.
El Sábado Santo, víspera del partido, llega a Sevilla el Athletic de Bilbao que se concentra en el hotel Oromana de Alcalá de Guadaira. El Betis, por su parte, acude a su tradicional refugio de aquellos años en la finca Los Álamos de Sanlúcar la Mayor. También en esos días vuelve de Boston el presidente del Real Betis, Benito Villamarín, tras serle realizadas unas nuevas pruebas médicas que intentan combatir el mal que lo aflige desde hace ya varios años. El estadio lo recibirá con una enorme ovación.
Con apenas 20 años
En los medios de comunicación no se especula en absoluto los días previos con que el conjunto vasco vaya a cambiar de portero. Todas las previsiones siguen situando a Carmelo como titular. Sin embargo, llegada la hora del choque, se anuncia que en el marco del Athletic estará el joven Iribar, un muchacho que apenas tiene 20 años. Estas son las alineaciones:
Real Betis: Pepín; Montaner, Ríos, Paquito; Bosch, Martínez; Pallarés, Luis, Ansola, Lasa y Portilla.
Athletic Club: Iribar; Orúe, Etura, Canito; Aguirre I, Uriarte; Sáez, Arteche, Arieta, Argoitia y Plácido.
El partido no da tregua y lo gana el Betis por 3-2. Se adelantan los vizcaínos hasta por dos veces con tantos de Arteche y Arieta, pero los verdiblancos culminan la remontada con goles de Luis, Bosch y Portilla. Dice el Marca que: "El Betis ha cerrado la Liga cuajando el mejor partido que se ha visto esta temporada en Sevilla".
Respecto a la actuación de Iribar, el ABC destaca que: "Junto a intervenciones notables, muestras de inseguridad e indecisión. Junto a paradas difíciles y arriesgadas, inhibiciones y reservas". Más duro es el corresponsal del Marca, que lo califica con un suspenso.
Una semana más tarde, en el último partido del campeonato, Iribar debuta como titular en San Mamés, perdiendo por 0-1 contra el Real Madrid. Ello provoca que el Real Betis supere en la clasificación final al equipo vasco. Los verdiblancos son novenos en la tabla, décimo el Athletic y undécimo el Sevilla. El Betis esa campaña llegará en la Copa a los cuartos de final, donde será eliminado por el Real Madrid en aquel famoso desempate de Valencia que contamos en el tercer volumen de "Historias del Betis" (pág. 105 a 114), aquel que retrasó el fallecimiento del Papa Juan XXIII.
A partir de la temporada siguiente, la 1963/64, Iribar ya será titular indiscutible en la portería del Athletic, donde permanecerá hasta 1980. Casi dos décadas en que el equipo vasco estuvo compuesto por Iribar y diez más. En el Athletic jugará 614 partidos (más que nadie hasta el momento) y en la selección española su debut tuvo lugar el 11 de marzo de 1964, precisamente en Sevilla, con una goleada a Irlanda por 5-1.
De ese año es una anécdota que solía contar el llorado Eusebio Ríos, el gran capitán verdiblanco de los años 60. Refería que el portero bético Pepín (que había sido titular con España a finales de 1963) le confesó a la vuelta de un entrenamiento de la selección que "ya se ha acabado jugar en el equipo nacional. A partir de ahora el único portero que va a defender la portería de la selección es Iribar, este muchacho del Athletic que es mejor que todos los que he visto en mi vida".
Tras aquel primer partido completo en Primera División, Iribar volvió ocho veces más a Heliópolis en el torneo liguero y en dos ocasiones en el torneo de Copa, con un balance de 4 victorias verdiblancas, 4 empates y un solo triunfo vizcaíno. Estuvo memorable en las igualadas a cero de 1972 y 1976 y se despidió del Villamarín en aquel partido de enero de 1978 en que Hugo Cabezas le hizo el impresionante gol de chilena que también contamos con detalle en "Historias del Betis 2" (pág. 205 a 210). Una obra de arte que el propio Iribar reconoció con deportividad yendo a felicitar al goleador uruguayo entre los clamores del estadio.
Unos meses antes, en junio de 1977, Iribar defendió la portería del Athletic Club en la primera final de la Copa del Rey que ganó el Betis desde el punto de penalti. Eterna es la foto en que se roza las manos con Esnaola en una alternancia de los guardametas en las tandas decisivas y para siempre lo acompañó el dolor de haber fallado el lanzamiento decisivo que hizo campeón al Betis.
De haber jugado en el Real Madrid o en el Barcelona, muy probablemente hubiera ganado no sé cuantas Ligas y hasta alguna competición europea. Pero estando en el Athletic su palmarés se quedó en 2 Copas de España y, eso sí, en el gran éxito de la Eurocopa de 1964, obtenida con la selección española en aquella mítica final del gol de Marcelino ante la URSS.
Pero, además de todo eso, queda para la posteridad que la primera vez que jugó un partido completo en la máxima categoría fue en el estadio Benito Villamarín. Un recuerdo imperecedero para todos los que lo admiramos en esos años en que José Ángel Iribar fue la viva personificación del Athletic Club de Bilbao y, por extensión, del fútbol español.
Y un nuevo jalón en la memoria, ahora que "los leones" vuelven, otra vez, a la casa de los béticos.