HISTORIA | Nueve años sin Copa
El Real Betis estuvo ausente del torneo del K.O. durante los duros años de la travesía del desierto y retornó a la competición en 1959 en una eliminatoria contra el Tenerife
Por Manolo Rodríguez
De 1950 a 1959 el Real Betis no jugó la Copa. No pudo jugarla. En esos años, el torneo copero estaba reservado para los equipos de Primera y los campeones de Segunda y los verdiblancos no formaban parte de ese cupo. Ese fue el tiempo de la Tercera y de los fallidos intentos de ascenso a la máxima categoría. El corazón de la época que ha sido definida como la travesía del desierto.
La renuncia obligada a la Copa fue otro dolor para los béticos de entonces. Este era un torneo en el que los verdiblancos habían cincelado algunas de sus mejores hazañas, sobresaliendo por encima de todas ellas el subcampeonato de 1931. Cuando el Betis se erigió en el primer equipo de Segunda que escalaba una montaña tan alta y dejaba en el camino a escuadras de gran raigambre como el Madrid o el Arenas de Guecho.
Quizá la final copera de 1931 contra el Athletic de Bilbao en el estadio de Chamartín fue el primer timbre de gloria de la historia bética a nivel nacional. Aquella derrota inevitable le propició el viento de cola que lo empujó a ascender a Primera un año más tarde y fue tal vez el origen de todas las ambiciones que desembocaron en el título liguero de 1935.
En 1934 volvió a ser semifinalista eliminando al FC Barcelona en los cuartos y firmando una victoria espléndida por 1-2 en el campo blaugrana. Un triunfo sostenido por la firmeza defensiva que proclamaba Mister Patricio O´Connell y por la calidad de muchos de los jugadores que alcanzarían la gloria al año siguiente.
De aquel partido se dijo en "La Hoja del Lunes" de Barcelona que: "El Betis parece un equipo especialista de la forma en que se juega la Copa de España, y ayer lo puso nuevamente de manifiesto. Salió al campo con gran empuje y entusiasmo, hasta llegar a desconcertar a la delantera azulgrana".
Hasta el estallido de la Guerra Civil el Betis alcanzó como mínimo los cuartos de final y a partir de ese momento se apagó el fulgor de la Copa, como se apagaron los brillos de todo lo demás. El único canto del cisne fue el protagonizado en 1947 cuando, ya descendido a Tercera, se cruzó con el Real Madrid en los octavos. Una eliminatoria que parecía no tener color, pero que durante una semana de mayo fue el gran asunto del que hablaba todo el mundo.
Y fue así porque en el partido de ida, jugado en Heliópolis, aquel Betis deprimido y desahuciado se entretuvo en meterle un sonoro 4-0 a quien después acabaría proclamándose campeón del torneo.
Una victoria que sorprendió a todo el mundo, incluso al cronista del ABC, Gil Gómez Bajuelo, "Discóbolo", quien había sido presidente del club en 1922. Este dijo en su relato del encuentro que: "El Betis, desde los primeros momentos, impuso un tren endiablado que desorientó a las líneas madridistas (?) Lo que no esperaba el Madrid es que ese tren rapidísimo, ilustrado con regates, fintas y toda la trama del juego pinturero, habría de seguir en la segunda parte, acreditando el equipo sevillano un fondo excepcional"
Aquel partido llenó hasta los topes las gradas del estadio. Quizá el último en mucho tiempo. "Hasta el extremo -dijo el cronista- de que el árbitro no ordenó el comienzo del encuentro hasta que las gentes, desbordantes por todas partes, no se colocaron en su sitio".
Al domingo siguiente, sin embargo, las cañas se volvieron lanzas y el Madrid levantó la eliminatoria con un aparatoso 6-0. El Betis actuó cohibido y sin energía. Una impresión que llevó a pensar a los béticos de la época que algunos de los jugadores que actuaron aquella tarde no dieron todo lo que tenían. Sobre todo, cuando supieron que varios de ellos abandonarían la disciplina de la entidad a los pocos días.
Después de aquello cayó la noche y desde la edición de 1950 el Real Betis desapareció de los sorteos coperos. Nueve años de pesarosa abstinencia. Así hasta 1959, cuando ya en Primera, el club retornó a la competición más antigua. En una época distinta, cargada de aspiraciones y proyectos y marcada por el mandato de Benito Villamarín.
El cese de Barrios
Pero cuando volvió la Copa a la casa de los béticos, el club vivía otro tumulto. Corría el mes de abril de ese año y la Liga recién terminada había noqueado al entrenador Antonio Barrios, el "viejo zorro" que obtuvo el ascenso y dejó al equipo sexto en la clasificación en esa temporada del retorno.
A Barrios lo cesaron la misma noche del último encuentro liguero contra la Real Sociedad. Un partido que perdió el Betis por 0-1, con una alineación en la que, sin mucha explicación, faltaron varios de sus mejores jugadores.
Se reunió de urgencia la Junta Directiva en el mismo estadio y salieron a la luz todos los desencuentros que se habían venido produciendo con el entrenador desde hacía meses. Un tortuoso memorial de agravios que tuvo como colofón la inesperada derrota ante los donostiarras, que, por cierto, le evitó al eterno rival la contingencia de haber tenido que jugar la promoción de permanencia.
Aquello fue y vino en los periódicos, con expresa adhesión de las peñas y los aficionados a la figura del presidente Benito Villamarín, y en medio de ese cruce de opiniones se presentó en Heliópolis el Tenerife en los dieciseisavos de final de Copa.
El banquillo se lo dieron a José Seguer, ex jugador verdiblanco en la temporada del ascenso y ayudante de Barrios en el ejercicio 1958/59. Una gloria del FC Barcelona, donde militó 14 años y ganó 5 Ligas y 5 Copas. Todo un hombre de fútbol.
Con esas premisas regresó el torneo del K.O. a Heliópolis. Y no pudo ser mejor el reencuentro. El Betis, en un partido completísimo, arrasó a los chicharreros con un contundente 6-1. En particular, la primera parte fue extraordinaria, con 4 goles del centro delantero Vila, el gran especialista histórico en este tipo de alardes.
Aquel equipo con el que los verdiblancos volvieron a la Copa estuvo compuesto por: Menéndez; Portu, Ríos, Areta; Isidro, Valderas; Castaño, Bosch, Vila, Lasa y Del Sol.
La vuelta en Tenerife no pasó de ser un trámite y después le correspondió medirse al Celta en octavos de final. Una eliminatoria asequible contra un equipo descendido.
Y lo fue, ya que en el Villamarín todo quedó decidido con un inapelable 3-0 favorable a los verdiblancos. La figura del choque fue Luis del Sol, autor de 2 de los goles, haciendo el tercero Eusebio Ríos con un formidable testarazo a la salida de un córner. En Balaídos el Betis empató a cero y, como estaba previsto, pasó de ronda.
Cuando se sortearon los cuartos de final todavía quedaban en el bombo algunos equipos a los que se les podía meter mano. Sobre todo, el Plus Ultra, único representante de Segunda. Pero no pudo ser: al Betis le tocó el Barcelona de Helenio Herrera. El campeón de Liga.
La eliminatoria, además, traía recuerdos de lo que había pasado en Heliópolis apenas un par de meses antes. Un apasionante Betis-Barça jugado el Domingo de Ramos cuando los verdiblancos rozaban el tercer puesto de la tabla. Un partido durísimo en el que expulsaron a Del Sol por agredir a Segarra y cuyas previas se habían agitado al atribuírsele al controvertido HH aquella famosa sentencia de que "le ganarían al Betis sin bajarse del autobús". Frase, por cierto, cuya autoría jamás reconoció el entrenador más célebre de cuantos ha habido.
La ida se jugó en casa y todo fue versallesco en los días previos. Helenio Herrera dijo que el Betis era un equipazo y que les costaría mucho trabajo eliminar a los verdiblancos. Pero no fue verdad. Cuando el balón echó a rodar en Heliópolis quedó demostrado que el Barça era intratable. A los 3 minutos ganaba ya 0-2 y al final del partido la ventaja se hizo escandalosa.
Una semana más tarde en el Camp Nou el Real Betis se despidió de aquella Copa que había vuelto a jugar después de casi una década de abstinencia. Desde entonces, sólo ha faltado en la edición de 1969, la que únicamente disputaron los 16 equipos de Primera.
La Copa es siempre una ilusión renovada que ojalá que no falte nunca.