HISTORIA | Rogelio y Antón, con la camiseta del Barça
Ambos jugadores, figuras del Real Betis en 1966, vistieron de azulgrana en un partido amistoso disputado en el Camp Nou como homenaje a un veterano entrenador barcelonista
Por Manolo Rodríguez
A principios de junio de 1966 el FC Barcelona se dirigió a la directiva del Real Betis solicitándole autorización para que dos de sus jugadores pudieran alinearse con el equipo blaugrana en un partido amistoso que se disputaría en el Camp Nou como homenaje a un veterano entrenador barcelonista.
Estos jugadores eran Rogelio Sosa y Antón, figuras verdiblancas del momento, muy de moda por el brillante rendimiento ofrecido en el último tramo de la temporada. Ambos despertaban el interés de los equipos grandes y el Barça quería tenerlos en su órbita de cara a un posible fichaje. Así lo entendieron en el Betis, donde no pusieron ningún reparo a la petición barcelonista.
Rogelio, con 23 años, venía siendo objeto de deseo de los azulgranas desde su éxito en el trofeo Carranza dos años antes. Ya entonces, el conocido agente futbolístico Luis Guijarro ofreció por su traspaso 12 de millones de pesetas, pero Villamarín dijo que no.
Antón, por su parte, de 21 años, acababa de hacer su primera gran temporada en la máxima categoría. Poderoso y versátil, lo mismo podía jugar como lateral izquierdo que como central o mediocampista. Se le auguraba un enorme porvenir y todas las secretarías técnicas de España tenían puestos sus ojos en él.
Uno y otro habían sido piezas fundamentales en la extraordinaria trayectoria del Real Betis en la Copa del Generalísimo, donde había llegado hasta las mismas puertas de la final tras eliminar al Oviedo, al Espanyol y, sobre todo, al Real Madrid, campeón de Europa. Rogelio hizo goles muy llamativos (en especial el que le marcó a Iribar en San Mamés) y Antón había sido capaz de imponerse a algunos de los extremos más importantes del fútbol español.
Pero el brillo de esa Copa no podía ocultar el dolor del descenso. El equipo se había ido a Segunda en esa campaña 1965/66 y, además, la situación social y económica que vivía la entidad era muy delicada. Dimitido Villamarín (quien moriría un par de meses más tarde), accedió a la presidencia el doctor Andrés Gaviño tras el interinato previo de Avelino Villamarín. Como medida de choque se llevó a cabo el traspaso de Fernando Ansola, pero todos los paliativos eran pocos para un club que apenas contaba con algo más de 6.000 socios.
Por ello, no se veía con malos ojos una nueva venta que ayudara a sanear las arcas del club. Pero siempre que la oferta fuera muy ventajosa. El Betis sabía que sus mejores talentos (Rogelio, Antón y Quino) eran aún lo suficientemente jóvenes como para que se fueran revalorizando con el correr de los años y eso le evitaba tener prisa.
De hecho, pocas semanas antes, Quino y Antón habían jugado con la selección de aficionados en Málaga contra Italia y fueron los mejores. Ganó España por 3-0, con una excelente escuadra en la que también formaron, entre otros, el portero Deusto y los delanteros Rexach y Pujol. Todos ellos futbolistas importantes en el futuro.
Esa temporada la Liga y la Copa terminaron muy pronto, ya que en el mes de julio de 1966 se disputaba en Inglaterra el Campeonato del Mundo. Por ello, el Betis apuró el mes de junio participando en varios amistosos que lo llevaron a Huelva, Jaén y Alicante. En el primero, jugado en la capital onubense, se alinearon Rogelio y Antón, en un encuentro que concluyó empatado a uno y que fue calificado por la prensa local como "el partido de la cordialidad" por la excelente relación que unía a ambos clubes.
Eso ocurrió el sábado 4 y desde allí marcharon ambos a la Ciudad Condal para participar en el partido homenaje a José Planas, antiguo jugador del FC Barcelona que después fue entrenador blaugrana al final de Guerra Civil. Un hombre de fútbol que, al decir de sus biógrafos, fue un innovador que cambió los métodos de entrenamiento y aplicó nuevos sistemas de juego.
Una vez en Barcelona, Rogelio y Antón coincidieron con otros futbolistas llegados de distintos clubes. Todos ellos, jugadores nacionales que habían destacado en sus equipos. Jóvenes muy cotizados a los que el Barça quería tener cerca y que interesaban como posibles fichajes.
Allí estaba Vavá, delantero centro del Elche, que acababa de proclamarse máximo goleador del Campeonato de Liga. Y Lico, centrocampista también del Elche que años más tarde sería figura en el Espanyol y en el Valencia. Y Marcial Pina, fino interior recién fichado por el Espanyol, personificación del fútbol elegante que pasado el tiempo lo convertiría en una estrella del propio Barça y del Atlético de Madrid. Completaba el cupo el defensa Torrent, entonces en el Sabadell, que ya había pasado por el Barcelona, y la única ausencia significativa fue la del canario Tonono (después tan grande y tan prematuramente desaparecido), que no pudo acudir por lesión.
Estos jugadores serían los encargados de cubrir las ausencias de los 7 jugadores del Barça que se hallaban concentrados con la selección para el Mundial de Inglaterra y que eran Reina, Gallego, Olivella, Eladio, Zaldúa, Rifé y Fusté. Nombres muy importantes que le cedían sus puestos a ese grupo de jóvenes que buscaban la gloria.
El partido se disputó en el Camp Nou el miércoles 8 de junio y el rival del Barcelona fue el Club de Regatas Vasco de Gama, equipo brasileño al que entrenaba Zezé Moreira, padre de Wilson Moreira, quien había sido jugador del Real Betis en la temporada 1958/59.
A los azulgranas, por su parte, los dirigía el argentino Roque Olsen, uno de los más representativos ejemplos del entrenador duro y amante de la disciplina tanto en el campo como en el vestuario. Curioso contraste, ya que Zezé Moreira pasaba por ser uno de los más incondicionales defensores del "jogo bonito", definición brasileña de lo que hoy en día conocemos como "tiqui-taca" y que tanta gloria le ha dado al fútbol español.
Arbitró el encuentro el colegiado Gaspar Pintado y los equipos formaron con las siguientes alineaciones:
FC Barcelona: Sadurní; Benítez, Torrent, Antón; Lico, Torres; Zaballa, Muller, Vavá, Pereda y Rogelio.
Vasco de Gama: Amauri; Ari, Sergio, Andrade; Maranhao, Ananías; Luizinho, Alcir, Celio, Bianchini y Menezes.
Casi se llenaron las gradas del Camp Nou y el partido acabó con empate a uno. El gol barcelonista lo anotó Lico a los dos minutos de la segunda parte y el empate carioca lo firmó Wilson, que poco antes había reemplazado a Celio.
Al decir de las crónicas, el encuentro fue entretenido en conjunto. Se vio buen fútbol, con pases al primer toque y mucha calidad entre los futbolistas que estaban sobre la hierba.
En cuanto a los jugadores verdiblancos, Rogelio sólo actuó durante la primera mitad. Tiempo suficiente para dejar la firma de "dos soberanos disparos de izquierda", según reflejó el "Mundo Deportivo" en su reseña del partido. Antón, a su vez, realizó un primer tiempo casi perfecto de fuerza, colocación y juego.
Regresaron satisfechos de la experiencia y, en particular Rogelio, fue muy feliz aquella noche, como lo atestiguó durante mucho tiempo la foto que guardaba con enorme cariño en su casa coriana, donde se le ve posando con la elástica azulgrana. Seguramente la que más le hubiera gustado lucir después de la verdiblanca que fue su vida. La que se puso su hijo Fran como jugador del Barça B.
Aún ese mismo verano el Barcelona volvió a pretenderlo con una oferta de 5,5 millones de pesetas, más el delantero Vidal. Pero el Betis volvió a rechazar la propuesta.
Tres días después de jugar en el Camp Nou, Rogelio y Antón volvieron a alinearse con el Betis en Alicante. Partido amistoso contra el Hércules que ganaron los verdiblancos por 1-2.
Después de aquello, ambos continuaron bajo la disciplina bética. Antón fue traspasado al Valencia en 1969, pero Rogelio no se marchó nunca. Ni al Barcelona ni a ninguna parte.
Sólo fue, y para siempre, patrimonio del Real Betis.