El Sporting de Lisboa encendió la luz de Heliópolis
El club portugués fue el rival del Betis aquella noche de junio de 1959 en que se inauguró la iluminación artificial del estadio y debutó Xanin, un prometedor futbolista fallecido en plena juventud
Por Manolo Rodríguez
El sábado 6 de junio de 1959 se inauguró la iluminación eléctrica en el campo del Betis. Una fecha señalada que venía a confirmar que el club ya era muy distinto al de las décadas anteriores. Estaba creciendo en todos los sentidos bajo el gobierno de Villamarín y así lo atestiguaba su estelar entrada en la Primera División, tan extraordinaria que esa temporada había acabado sexto en la clasificación y se había permitido la satisfacción de ganarle al eterno rival los dos partidos de aquella liga.
Eran, pues, tiempos de expectativas y modernidad. Tiempos que traían innovaciones hasta entonces ajenas al fútbol. Entre ellas, la iluminación artificial. Una mejora que abría la posibilidad de que el espectáculo pudiera desarrollarse en horas nocturnas y que hacía intuir otros hábitos en una sociedad que, pesadamente, salía de la asfixiante postguerra.
En la ciudad de Sevilla el primer club que había dispuesto de iluminación eléctrica en sus instalaciones fue el CD Puerto, que las inauguró en 1955, mientras que el Sevilla FC laestrenóen mayo de 1959, en un partido amistoso contra el Bayern de Munich que ganaron los bávaros por 1-5.
Más o menos por esa fecha comenzaron las obras en Heliópolis. Villamarín le encargó los trabajos a la empresa “Industria eléctrica F. Benito Delgado S.A.”, que contaba con el aval de haber sido la encargada de iluminar el Santiago Bernabéu, y que presentó para la ocasión un diseño original y único en los estadios europeos de fútbol.
Tal como informaron generosamente los periódicos de la época, la instalación estaba compuesta por 4 torres metálicas, soportada cada una de ellas por un volumen de hormigón de 200 metros cúbicos, según exigía el Reglamento Eléctrico de Alta Tensión. Cada torre poseía 48 focos a los que había que sumarles las numerosas lámparas de vapor de mercurio destinadas a alumbrar las dependencias restantes, así como los exteriores del estadio. Lámparas, con equipos de arranques,que se situaban en cajas de hierro herméticas y que habían sido suministradas por la subcontrata Chamartín S.A., que construyó los transformadores y proyectores para el alumbrado del interior del campo, de las galerías y del exterior.
En fin, lo mejor de la época, como acostumbraba el presidente del Betis, quien se ilusionó tanto con la nueva luz que incluso llegó a promover un partido nocturno entre los directivos de la entidad, en el que Villamarín, vestido con un chándal verde y blanco, ofició como árbitro.
Así pues, a principios de junio del 59 todo parecía a punto para que se encendieran los focos. El beticismo vivía con pasión novelera esta nueva señal de que a su club no le iba a faltar de nada, pero, entonces, como ahora, lo primero era siempre el fútbol. Y en aquellos días se hablaba mucho del entrenador de la siguiente temporada. Una incógnita que permanecía abierta desde el mes de abril cuando, de manera abrupta,fue cesado Antonio Barrios, el gran conductor del ascenso a Primera y de la consolidación en la máxima categoría.
Ocurrió que el último partido de liga lo jugó el Betis en casa contra la Real Sociedad. De haberlo ganado, habría sido cuarto y, además, hubiera condenado al Sevilla a jugar la promoción de descenso. Pero perdió. Faltaron algunos titulares (Del Sol, Moreira, Castaño) y el encuentro acabó 0-1.
Esa misma noche, reunida en el estadio con carácter de urgencia la Junta Directiva, despidieron a Barrios. Y en los mentideros se instaló la opinión de que el entrenadorno había alineadoa los mejorespara que el Sevilla se salvara. Algo que no cabía en cabeza humana, pero que tanto dio que hablar que la directiva tuvo que emitir días más tarde una nota en la que afirmaba que “las razones de la separación de la dirección técnica deAntonio Barrios en nada afectan a su honorabilidad ni a su honesto proceder”.
La verdad, quizá más simple, es que el fuerte carácter del entrenador le había hecho enfrentarse desabridamenteconalgunos dirigentes y jugadores que, llegada la primera oportunidad, le pasaron factura.
El equipo se lo dieron al exjugador José Seguer, que lo dirigió en la Copa contra Tenerife, Celta y Barcelona, aunque las miras estaban puestas en contratar un nuevo entrenador. Y el 4 de junio, a cuarenta y ocho horas de que se inaugurara la iluminación, se anunció que el nuevo inquilino del banquillosería Sabino Barinaga, un prohombre de aquel Betis que salió de las catacumbas de la Tercera División.
Por fin, a las diez y media de la noche del sábado 6 de junio comenzó a jugarse bajo la luz de Heliópolis. El rival elegido para tal gala fue el Sporting de Lisboa, equipo de renombre que presidía el abogado Guilherme Braga BrásMedeiros, bien relacionado con algunos dirigentes béticos. De hecho, diecinueve días más tarde el Betis le devolvió la visita en el estadio José Alvalade.
Encuentro internacional amistoso que justificó que los equipos salieran al campo portando las banderas de los dos países y que la banda municipal interpretara los himnos nacionales. En el palco presidencial, junto a Benito Villamarín, se encontraba el alcalde de la ciudad, Mariano Pérez de Ayala.
En gesto de cortesía, el Betis permitió a “los leones” vestir su tradicional camiseta verdiblanca a rayas horizontales, mientras que los de casa lucían camiseta verde y calzón blanco. El campo se llenó en tres cuartas partes y bajo la dirección arbitral del señor Pardo, los equipos formaron así:
Real Betis: Domínguez; Portu, Ríos, Santos (Oliet); Bosch, Valderas; Lasa (Vila), Kuszmann, Xanin, Del Sol y Ordaz.
Sporting de Lisboa: Sa (Carvalho); Valente (Lino), Oswaldinho (Morato), Hilario; Julius, Pacheco; Hugo, Faustino, Fernando, Diego y Morais.
La tragedia de Xanin
El partido fue una fiesta y el Betis lo ganó por 4-1 con dos goles de Xanin, un muchacho procedente del CE Sabadell que debutaba aquella noche. Apenas tenía 21 años y parecía que iba a ser un futbolista grande. Formado en el Eibar, triunfo plenamente con el Sabadell en Segunda y desde hacía varios meses lo tenía firmado el Betis, que incluso le cedió a los arlequinados al brasileño EmilsonPessanha para que intentaran el ascenso.
Juan Dorronsoro Landa, que así se llamaba Xanin, entró por la puerta grande en el corazón de los béticos y en la campaña siguiente fue titular indiscutible de septiembre a enero. Catorce partidos en dieciséis jornadas. Cuatro goles. Después llegaron los rumores, las certezas y, por fin, la tragedia. Se le diagnosticó una leucemia y abandonó Sevilla para marchar a San Sebastián, donde permaneció en casa de sus padres bajo tratamiento médico.
Pero las noticias que llegaban de Donosti nunca fueron buenas. Todo lo contrario. Su mal se fue agravando y en la mañana del 9 de agosto de 1960 se recibió un telegrama en la secretaría del club en el que se informaba de su fallecimiento. Contaba 22 años. Cuentan que Villamarín lo sintió tanto que enseguida dispuso que los gastos del entierro y del funeral fueran costeados por el Betis.
La sacudida en la ciudad fue enorme. La plantilla verdiblanca ofreció una misa de réquiem por su eterno descanso ante la Divina Pastora de Triana y los jugadores del Sevilla se la dedicaron en la iglesia del Sagrario de la Catedral. Y un destacado periodista de la época, Manuel Alonso Vicedo (muerto también él mismo en un trágico accidente de circulación en 1972), escribió en la revista “Verde y Blanco” lo siguiente: “La gran masa deportiva se ha conmovido, se ha conmocionado y ha sentido como si fuera algo suyo esa muerte, allá en el verano norteño de San Sebastián cosmopolita”.
De vuelta a la luz, aquella iluminación eléctrica inaugurada en 1959 alumbró ese mismo verano apasionante partidos nocturnos en Heliópolis, entre ellos el histórico encuentro que trajo a Sevilla a Pelé jugando con la camiseta del Santos. Se mantuvo en vigor hasta 1972 y le cupo el honor de acoger el debut verdiblanco en las competiciones europeas allá por 1964.
Pero la primera vez fue contra el Sporting de Lisboa, club que esa noche de junio entrenaba el uruguayo Enrique Fernández, quien, curiosamente, apenas un mes más tarde sería contratado como entrenador del Betis, pasando Sabino Barinaga a la secretaría técnica. Pero, evidentemente, esa ya es otra historia.