HISTORIA | Ansola y los americanos
Fernando Ansola entrecruza las historias del Real Betis y del Valencia; un goleador que en 1964 fue homenajeado en Heliópolis por un grupo de jóvenes estadounidenses
Por Manolo Rodríguez
Los caminos del
Real Betis y del Valencia CF se han cruzado en infinidad de ocasiones a lo
largo de los tiempos. Algo natural en dos clubes históricos (de 1907 los
verdiblancos; de 1919 los valencianistas), que simbólicamente representan tanto
y que siempre han podido presumir de una lealtad incondicional por parte de sus
aficiones.
De la relación entre ambos están llenos los libros del fútbol español. De vibrantes partidos de Liga, de apasionantes eliminatorias coperas y, también, de un permanente trasvase de futbolistas que fueron de Heliópolis a Mestalla o de Mestalla a Heliópolis para enriquecer el patrimonio futbolístico y sentimental de ambas entidades.
Un largo catálogo de nombres que sería prolijo detallar en su conjunto y en el que figura con letras de oro uno de los más grandes goleadores de los años 60 y 70: Fernando Ansola San Martín. Un ?9? clásico de prodigioso remate de cabeza, incansable en la pelea y buen chutador, al que se venera por igual entre béticos y valencianistas y que al final de su vida deportiva le regaló sus goles a la afición de la Real Sociedad, el club de su tierra natal.
Nacido en Elgoibar (Guipúzcoa) en 1940,
comenzó a jugar en el equipo de su pueblo, desde donde marchó al Eibar,
entonces en Segunda División. El salto a la máxima categoría lo dio en 1959 con
el Oviedo, club en el que comenzó su brillante trayectoria goleadora.
En 1961 ficha por el Real Betis, que paga
dos millones por su traspaso. Llega a la entidad acompañado de Luis Aragonés,
también procedente del club asturiano, y ambos visten por primera vez la
camiseta verdiblanca en el partido contra la Fiorentina la noche que se
firmaron las escrituras de compra del estadio.
La primera temporada le cuesta entrar en
el equipo porque el entrenador Fernando Daucik prefiere poner a su hijo Yanko.
Pero su presentación es todo un suceso. El 12 de octubre de 1961 debuta contra
la Real Sociedad y firma los dos tantos del triunfo bético por 2-1. Esa
campaña, aun sólo jugando 14 partidos hace 12 goles, con un hat-trick incluido contra el Hércules? ¡en
Alicante!
A partir de la
1963-64 se convierte en titular de referencia. En figura grande. Para siempre
quedarán en el recuerdo sus poderosos remates de cabeza suspendiéndose en el
aire, sus choques con los porteros y defensas, su fútbol, quizá de otra época, pero
lleno de verdad y pureza. Un goleador inmortal en Heliópolis.
Esa temporada alcanzará sus mejores números, marcando 17 goles que resultarán decisivos para que el Real Betis Balompié termine tercero en la Liga. De ahí en adelante, en las dos campañas más que permanece en Heliópolis, su rendimiento será excelente. Goles que no cesan y homenajes de la afición.
Aunque para homenaje el que se le tributa en el Villamarín el domingo 18 de octubre de 1964. Octava jornada del campeonato. Nada más y nada menos que un Betis-Sevilla al que llegan los eternos rivales muy apretados en la tabla. Lleno absoluto en el estadio. El morbo añadido lo pone la presencia de un ilustre ex como Fernando Daucik en el banquillo sevillista. Al Betis lo entrena Luis Hon.
Saltan los equipos al campo y forman, junto con el trío arbitral, frente a la tribuna de preferencia. Con ellos ingresan en el terreno de juego un nutrido grupo de muchachos vestidos con el atuendo propio de los jugadores de fútbol americano. Son los miembros de la ?American Football Fans?, norteamericanos residentes en Sevilla, que juegan en la ?high school? de San Pablo.
Sonrientes, hacen pasillo en la banda por el que desfilan el coronel McCoy, jefe del asentamiento de radar de Constantina; Míster Jankins, director de la Escuela de Santa Clara y, por supuesto, Benito Villamarín, que en aquella época mantiene una intensa relación comercial con los Estados Unidos.
Suenan los himnos nacionales de ambos países y los muchachos yanquis le hacen entrega a Fernando Ansola de un vistoso trofeo que le reconoce su carácter de futbolista pundonoroso y de digno representante de la ?furia española?. A continuación, y a través de la megafonía, se lee un manifiesto en el que se le nombra digno sucesor de los grandes delanteros del fútbol español, al tiempo que se le define como ?ariete a la española? al que se le valora su ?arrojo, honradez y nobleza?.
Por ello, a través de los altavoces se dice: ?Estos jugadores que te forman guardia de honor representan a la juventud americana que ve también en ti, Fernando Ansola, esa serie de factores positivos que te caracterizan y que a nosotros, americanos seguidores de tu éxito, nos han servido para ofrecerte este trofeo?.
El estadio aplaude cuando los jóvenes americanos pasean en hombros a Ansola. Después, se retiran portando banderas españolas y estadounidenses.
Concluidos los fastos, comienza el juego. Gana el Betis 2-0 y aunque Ansola no marca, su papel es determinante. Terminado el partido, los representantes de la ?American Football Fans? y los equipos de las bases de Morón y Rota vuelven al césped para realizar una demostración de su deporte, tan extraño en la España de los sesenta. Un locutor explica la naturaleza y las características de las jugadas, mientras que seis muchachas jóvenes animan a los contendientes. Se llaman ?cheerleaders?, según explican los iniciados.
Son tiempos de Guerra Fría y cualquier motivo es bueno para trasladar una imagen positiva del estilo de vida americano. Quizá en ese contexto haya que entender este curioso acto.
Fernando Ansola permaneció en el
Real Betis hasta el mes de abril de 1966, cuando fue traspasado al Valencia por
cuatro millones de pesetas. Antes, le cupo el honor de ser el séptimo
jugador internacional del club verdiblanco. Debutó con la selección
española el 8 de diciembre de 1965 en un duelo España-Inglaterra celebrado en
el estadio Santiago Bernabéu, de Madrid.
Durante las 5
temporadas que defendió la camiseta del Real Betis, disputó 134 partidos
oficiales (114 de Liga; 18 de Copa y 2 de la Copa de Ferias), marcando 64
goles. El cuarto máximo goleador histórico del Real Betis en Primera División,
sólo por detrás de Rincón, Rubén Castro y Alfonso.
En Valencia estuvo hasta la campaña 70-71, ganando una Liga y una Copa. Acabó su carrera en la Real Sociedad, donde jugó cuatro años más, coincidiendo durante dos campañas con José Ramón Esnaola en el equipo blanquiazul.
Desgraciadamente, se fue muy pronto. Murió en su pueblo natal de Elgoibar a las cuatro y cuarto de la tarde del 30 de junio de 1986. Tenía 46 años y se lo llevó para siempre un tumor cerebral.
Pero siempre estará en el corazón de los béticos. Como siempre estuvo el Betis en el suyo. Algo que Fernando Ansola, ya retirado, demostraba cada año cuando el Betis visitaba a la Real Sociedad. Ese día colgaba una bandera verdiblanca en el balcón de su casa de San Sebastián.
Detrás de una de las porterías del estadio de Atocha y a la vista de todo el mundo.