HISTORIA | El carnet de Martínez de León
El carnet de la temporada 1958-59 fue pintado por este genio del dibujo y la ilustración, autor del libro conmemorativo de las Bodas de Oro del Real Betis
Por Manolo Rodríguez
Hasta el 31 de julio puede verse en el Museo de la Autonomía de Andalucía la exposición "Martínez de León ¡Va por ustede!" Una muestra comisariada por Antonio Bizcocho y Sara González que recorre el universo de este genio del dibujo y la ilustración nacido en Coria del Río.
Más de cien piezas divididas en cuatro grandes secciones (Compromiso Social, Folklore Andaluz, Fútbol y Tauromaquia) que incluyen una selección de dibujos, portadas de libros, carteles, ilustraciones, colaboraciones en diarios y revistas, historietas y lienzos. Algo extraordinario.
Esta exposición se inauguró el 20 de febrero y allí estuvo el Real Betis. Colgado en las paredes como una referencia obligada y representado por Rafael Gordillo, presidente de la Fundación RBB, quien le puso voz en su discurso al profundo vínculo que desde siempre unió al artista con el sentimiento verdiblanco.
Porque Andrés Martínez de León fue, por sobre todas las cosas, bético. Un bético militante y leal que ya en 1935 reflejó con extraordinario ingenio los pormenores de aquella prodigiosa Liga ganada por los verdiblancos y que en 1957 completó una obra magna que en la actualidad es objeto de culto para el beticismo.
En concreto, el libro que le encargó Benito Villamarín para que contara la historia del club en 101 dibujos, distribuidos en 33 capítulos, en los que se recorren los distintos avatares de la institución desde su fundación en 1907. Una historia que tiene como hilo conductor la figura de Oselito, el alter ego del artista, ese personaje popular y entrañable inspirado en el torero Joselito El Gallo que representa al genio andaluz con su peculiar fonética trianera y su característico sombrero ladeado.
Este libro lo regaló Benito Villamarín a los socios del Real Betis con ocasión de las Bodas de Oro que celebró el club en 1958 y en el mismo queda magníficamente reflejada, entre otras muchas circunstancias, la heroica resistencia de los béticos que sobrevivieron a la Tercera División. Esos que atravesaron el desierto y entronizaron para siempre el legendario grito del "Manquepierda" que con tanta precisión queda recreado en la obra. Esos tiempos dramáticos que llevaron a Martínez de León a proclamar que "El Betis fue mil veces alanceado, pero nunca muerto" o que "El Betis, como el junco, se dobla, pero nunca se quiebra".
El Real Betis lo nombró socio de honor de la entidad y para la temporada del retorno a Primera División el presidente Benito Villamarín le hizo un nuevo encargo muy especial. Le pidió que ilustrara el carnet de socio de esa campaña. El que encabeza este artículo. Otra sentida encomienda que hacía recaer sobre sus pinceles un momento tan simbólico. Como si fuera natural que su genio le anunciara al mundo que el Betis había vuelto a su sitio natural. A la grandeza competitiva que le fue negada durante tanto tiempo.
El carnet muestra a Oselito en un doble plano. Como aficionado y como jugador. Uno vestido de calle y el otro con el camisolín verdiblanco, sus calzonas y sus medias. Ambos cogen por cada uno de los extremos una pancarta que reza: ¡Viva er Beti. Primera División". A los pies del aficionado se halla una señal que indica que están en el barrio de Heliópolis y a la altura de las botas del futbolista hay un balón. Al fondo, entre los dos, se pueden ver la Giralda y la Catedral. Las encarnaciones de la mejor Sevilla.
Debajo de la firma de Martínez de León se despliega un banderín donde se hace constar la temporada en disputa, la 1958-59. En el centro, el escudo de la entidad y los colores verde y blanco en cada una de sus mitades. Un modo elegante y señorial de expresar que el Real Betis Balompié volvía por la puerta grande.
El carnet que les mostramos, convertido en una reliquia de otro tiempo, presenta, incluso, las muescas del uso en aquella temporada. Tamponados figuran los nombres de los rivales que disputaron en Heliópolis partidos fuera de abono. Entre ellos, los del Madrid y el Barcelona -los dos grandes de todos los tiempos- como máxima referencia de aquellos encuentros de Liga en el que tenían pagar los socios y que recibían la denominación de "Día del Club".
También en el partido contra el Sevilla hubieron de pasar por taquilla los socios. La Junta Directiva lo designó como Jornada Económica "Pro campo", a fin de amortizar las obras realizadas en el estadio tras el ascenso. Aquel partido lo ganó el Betis por 2-0, con goles de Moreira y Castaño. Esa tarde que el Betis lució calzonas negras.
Pero, además, figuran los nombres del Vasco de Gama y del Santos, los dos equipos brasileños que vinieron a Heliópolis al final de la campaña, en el verano de 1959. Contra el Vasco pudo jugar Luis del Sol, pero no contra el Santos por hallarse convocado por la selección, lo que impidió que los aficionados béticos disfrutaran de un histórico enfrentamiento entre Del Sol y el gran Pelé.
Junto a todos estos nombres solemnes está también el del Levante, un equipo que entonces militaba en la Segunda División del fútbol español, categoría en la que era un gallito. Y es así porque el conjunto granota visitó al Betis en la tarde del miércoles 11 de febrero de 1959 para disputar un partido amistoso de carácter benéfico.
Los verdiblancos en aquel momento de la temporada iban francamente bien. Cuartos en la clasificación. El domingo anterior habían goleado por 5-3 al Sporting de Gijón con tres tantos de Jorge Vila y uno por cabeza de Castaño y Moreira. El Levante, por su parte, era segundo en la división de plata a cuatro puntos del líder Elche.
El partido amistoso contra los valencianos se jugó el mismo día que el Ayuntamiento agasajó al Real Betis por sus Bodas de Oro y le hizo entrega de una hermosa placa que se conserva en el club. Villamarín dio las gracias con sentidas palabras.
Por la tarde, con mucho público en las tribunas, se disputó el encuentro que, por cierto, ganó el Levante, donde se alineaban ex jugadores verdiblancos como Espejín o Manolito Ordaz.
En el Betis, cuajado de suplentes y de muchachos canteranos, lo más trascendente fue volver a ver al brasileño Emílson Pessanha, un volante de 26 años que había llegado entre grandes expectativas del Internacional de Porto Alegre. Pero el entrenador Antonio Barrios le puso la cruz y no llegó a debutar en partido oficial. En el mes de marzo de esa misma temporada marchó cedido al Sabadell y al terminar la campaña volvió a Brasil. Según explicó años más tarde, afectado por la saudade, esa palabra de la lengua portuguesa que intenta explicar la melancolía.
Todo ese mundo de recuerdos y evocaciones contiene el carnet que en 1958 pintara Martínez de León para los béticos. Esos béticos a los que tanto les dio con su talento de artista mayor. La razón última de que el Real Betis figure con caracteres protagonistas en esa exposición que hasta el mes de julio puede verse en el Museo de la Autonomía de Andalucía.