Pedro Areso y Serafín Aedo, en la tarde de su debut en la selección española.

HISTORIA | El debut en la selección de Areso y Aedo

Se han cumplido 84 años del estreno como internacionales de los dos únicos jugadores del Betis que han debutado juntos en el equipo nacional

Por Manolo Rodríguez

 

Esta semana pasada se han cumplido 84 años del debut en la selección de Pedro Areso y Serafín Aedo, dos nombres mitológicos en la historia del Real Betis. Los defensas de aquel prodigioso equipo que se proclamó campeón de Liga en 1935. Dos nombres de culto.

Ambos vistieron por primera vez la camiseta de España el 24 de enero de 1935 en el estadio Chamartín de Madrid (hoy Santiago Bernabéu), protagonizando un hecho sin precedentes que no ha vuelto a repetirse. Nunca antes y nunca después dos jugadores del Betis han debutado juntos en la selección nacional en un mismo partido.

De cualquier modo, Areso y Aedo no eran los primeros futbolistas verdiblancos que gozaban de las mieles de la internacionalidad. Ya contamos aquí que el pionero en el entorchado fue Simón Lecue, quien se estrenó con la camiseta roja el 27 de mayo de 1934 en un apasionante España-Brasil disputado en Génova que ganaron los nuestros por 3-1.

Después, llegó la hora de estos dos poderosos zagueros. España iba a enfrentarse a la selección de Francia y el seleccionador nacional, Amadeo García Salazar, tenía problemas en la defensa. Estaban lesionados los madridistas Ciriaco y Quincoces y muy tocado el barcelonista Zabalo. Por ello, se precisaba un blindaje que evitara riesgos en el equipo nacional.

Y ante tal tesitura, el seleccionador decidió apostar por los baluartes de aquel Betis que comandaba la Liga en la temporada 1934-35. Dos futbolistas de garantía que, formando línea con el portero Urquiaga, apenas habían encajado 7 goles en todo el torneo.

Pedro Areso Aramburu, nacido en Villafranca de Ordizia (Guipúzcoa), había llegado al Betis en octubre de 1932. Contaba 23 años y era rápido y contundente. Fue titular indiscutible desde el mismo momento de su llegada al Patronato y siempre destacó por su madurez y su entendimiento del juego.

Serafín Aedo Renieblas, por su parte, nacido en Baracaldo (Vizcaya), fichó por el Betis en el verano de 1933. Tenía 26 años y era un zaguero enérgico, de poderoso juego aéreo y enorme plasticidad en sus acciones. Un ejemplo, además, de compromiso con el club.

El domingo 20 de enero de 1935 el Betis juega en Barcelona contra el Español. En el campo de Sarriá. Empate a uno (gol de Lecue) que le permite mantenerse líder en solitario con un punto de ventaja sobre el Madrid. En esa fecha ya se sabe que van a jugar con la selección y la prensa catalana los mira con lupa. Destacan su trabajo y, al final el choque, los entrevistan generosamente.

Ambos declaran que defender la elástica nacional es la meta de todo jugador. Por ello, confiesan haberse llevado la alegría de sus vidas. Para acabar la conversación con los periodistas presumen de la aportación de los vascos en aquel gran equipo del Betis. "Hasta seis han jugado hoy", dice Aedo. En concreto, Urquiaga, Areso, Aedo, Larrinoa, Lecue y Saro. "Y si hubiera actuado Unamuno (esa tarde se alineó Rancel) habríamos sido siete", apostilla Areso.

Desde Barcelona, los dos flamantes internacionales viajan directamente a Madrid. El resto del equipo retorna a Sevilla. Areso y Aedo quedan concentrados junto con el resto de convocados en el hotel Victoria de El Escorial. Allí está hospedado también el boxeador aragonés Ignacio Ara, toda una celebridad en la época. Campeón de los pesos medios en 1932, firmó gloriosas peleas en Nueva York, La Habana y Buenos Aires y fue conocido como "el catedrático de las doce cuerdas". Según reseñan los periódicos, Ara se encuentra en El Escorial haciendo una cura de reposo y recuperándose de sus lesiones.

El seleccionador sólo les permite a los jugadores breves sesiones de gimnasia y paseos, mientras que el hotel se llena de periodistas y fotógrafos. Los más requeridos son, naturalmente, los defensas béticos a quienes Amadeo García Salazar define como sólidos e incansables. En la portería tendrán al "divino" Ricardo Zamora y eso refuerza la confianza de todos. El martes, tras el almuerzo, se desplazan a Madrid y quedan recluidos en el hotel Mercedes.

También el martes, a las ocho de la tarde, llegan los franceses a la estación del Norte de Madrid. En el rápido de Irún. Acompaña a la expedición oficial el presidente de la FIFA, Jules Rimet, y esa misma noche son agasajados con un banquete de bienvenida en el hotel Savoy. La expectación para el encuentro es enorme. Tanto, que, según recogen con admiración los medios españoles, por primera vez funcionará en nuestro país un servicio de transmisión tele-fotográfica a cargo del rotativo L'Intransigeant que, gracias a ello, podrá publicar fotos en la edición de la tarde del día siguiente.

Chamartín se llena el miércoles 24 de enero de 1935. Todas las entradas están vendidas desde dos días antes. Se va a jugar el sexto España-Francia de la historia y el palmarés es claramente favorable para los españoles: cinco victorias y una sola derrota, aunque, eso sí, los galos se impusieron en el último enfrentamiento jugado en 1933 y eso escuece.

Desde entonces, España ha completado un excelente Mundial en Italia-34 y la afición tiene gran interés en que esa buena imagen se refleje en el duelo contra los vecinos del norte. La selección no puede fallar.

La pelota echa a rodar a las dos de la tarde. Aunque oficialmente se informa que se han vendido 18.000 localidades, la prensa especula con que hubiera en el graderío 25.000 espectadores. Gráficamente, el diario ABC refiere que "diez minutos antes del comienzo, era imposible acercarse a los accesos del estadio, congestionados por una muchedumbre que forcejeaba ante las puertas".

Dirige el encuentro el enérgico árbitro inglés Mr.Lewington y las alineaciones son las siguientes:

España: Zamora; Areso, Aedo; Cilaurren, Muguerza, Marculeta; Lafuente, Regueiro, Lángara, Hilario y Gorostiza.

Francia: Thepot; Vandooren, Matter; Gabrillargues, Verriest, Lehman; Courtois, Alcázar, Nicolás, Río y Langiller.

El partido no es brillante, pero España lo gana con claridad por 2-0. Abre el marcador Luis Regueiro a los 13 minutos y lo redondea Hilario en el 80. Ambos, jugadores del Madrid. La prensa habla bien de Areso y Aedo. Dice que estuvieron algo nerviosos al principio, pero que se fueron asentando a medida que avanzaba el encuentro. Están entre los destacados. A su vuelta, los futbolistas béticos son agasajados por el club y por los aficionados.

Sin embargo, nunca más volvieron a coincidir en la selección. Areso participó en un par de encuentros más en 1935 y Aedo volvió en 1936 para jugar tres partidos como titular.

Pedro Areso fichó por el FC Barcelona en el verano de 1935, mientras que Serafín Aedo fue jugador verdiblanco hasta que estalló la guerra en 1936. De hecho, días antes de que se iniciaran las hostilidades, dejó firmada en blanco la cartulina de su renovación por el club bético.

En 1937, ambos formaron parte de la selección de fútbol de Euskadi que jugó diversos partidos amistosos por Europa y América. Areso se estableció en Argentina y retornó a España en 1945; Aedo se quedó para siempre en Méjico. Pero nunca olvidaron la pasión del Betis. El sentimiento por el equipo que los hizo campeones.

Y así se lo demostró la afición del Real Betis en octubre de 1987, cuando fueron ovacionados en el estadio Benito Villamarín. Un emocionado reencuentro que en algún momento habrá que recordar como se merece.

El debido homenaje a los dos únicos jugadores del Betis que han debutado juntos en la selección española