HISTORIA | El escudo de Doña María
En marzo de 1995 la madre del rey emérito y abuela de Felipe VI recibió la insignia de oro y brillantes del Real Betis, el club de sus amores, en el palco del Villamarín
Por Manolo Rodríguez
Hace 26 años Sevilla estaba preciosa. Más hermosa que nunca en los tiempos recientes. El sábado 18 de marzo de 1995 la Infanta Doña Elena de Borbón (hija del rey emérito D. Juan Carlos) contrajo matrimonio en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla con Don Jaime de Marichalar y la ciudad vistió sus mejores galas para la ocasión. Las propias de un acontecimiento irrepetible.
Sus calles más céntricas parecieron sacadas de un cuento de hadas y todo fue glamuroso y principesco en aquellas jornadas festivas. Tanto, que, por analogía con la corte del Rey Arturo, a Sevilla la llamaron "Camelot". Balcones con mantones de Manila, macetas con gitanillas ya florecidas, reposteros en las fachadas oficiales con el acrónimo No8Do (el lema de la ciudad) y bullas al sevillano modo cuando atravesaba la Avenida de la Constitución la carretela que transportaba a los recién casados.
La abuela de la Infanta Elena, Su Alteza Real Doña María de Borbón, también recibió los vítores de la gente cuando recorría la ciudad que tanto amaba. "Bética" le gritaban, haciéndole los honores a un sentimiento que nunca ocultó tan augusta dama desde su traslado a Sevilla en 1921.
Doña María siempre tuvo pasión por el Real Betis. Lo llevó en el corazón desde la infancia y también el Betis procuró devolverle ese cariño cada vez que estuvo en su mano. Como ocurriera en febrero de 1963 cuando el club lo presidía Benito Villamarín.
Los verdiblancos, entonces, acudieron a Lisboa para disputar un encuentro amistoso contra el Sporting y una vez llegados a Portugal lo primero que hicieron fue acudir a Villa Giralda, la casa de los exiliados Condes de Barcelona, Don Juan y Doña María de las Mercedes, para presentarles sus respetos y entregarle un ramo de flores a tan destacada bética.
Un gesto de indudable valentía política en la España franquista, que se vio realzado horas más tarde, cuando, a petición del Real Betis, Doña María presenció el partido desde el palco presidencial junto a las autoridades lusas, ante el desconcierto de los representantes diplomáticos españoles.
Años más tarde, en 1978, Julio Cardeñosa llegó a emocionarse cuando oyó al Rey Juan Carlos hablarle del beticismo de su madre en la recepción ofrecida en La Zarzuela a los jugadores de la selección española que acudirían al Mundial de Argentina. Y en cierta ocasión, Doña María le confesó a Curro Romero, según ha dejado por escrito el propio maestro, que ella era "muy currista y muy bética".
Otro gran bético, el Teniente General Gonzalo Rodríguez de Austria, Jefe del Cuarto Militar de la Casa del Rey, ha contado en diversas ocasiones la curiosa anécdota de que Doña María solía asistir al Relevo de la Guardia Real en el Palacio de Oriente, y al posterior concierto, desde una terraza donde se le servía un refrigerio que se colocaba sobre unos posavasos con el escudo del Real Betis.
Este beticismo, expresado de modo público y sin reservas, siempre acompañó a la abuela del actual Rey Felipe VI. Y una nueva muestra de ello pudo vivirse en el estadio Vicente Calderón en octubre de 1994. El Real Betis jugaba en el campo del Atlético de Madrid y, dada su filiación verdiblanca, el presidente colchonero, Jesús Gil, invitó a Doña María al palco presidencial.
Allí, y esta vez ante las cámaras de televisión, la augusta dama no perdió la ocasión de hacer protestación de su fe verdiblanca. Declaró que ella era del Betis manquepierda y recordó sus orígenes béticos en aquella Sevilla de la década de los veinte. Una demostración de cariño que cuatro días más tarde llevaría a la directiva heliopolitana a concederle la insignia de oro y brillantes del club.
A partir de ese momento, quedó pendiente la fecha en la que se le haría entrega de tan alta distinción. Una oportunidad que surgió, naturalmente, cuando se conoció que su nieta se casaría en Sevilla meses más tarde y que con este motivo Doña María viajaría a nuestra ciudad, produciéndose incluso la feliz coincidencia de que al día siguiente del enlace regio el Real Betis jugaría en casa un partido de Liga contra la SD Compostela.
Y así ocurrió. El domingo 19 de marzo de 1995 Su Alteza Real Doña María de Borbón pudo acudir, por fin, al estadio Benito Villamarín para recibir la insignia de oro y brillantes del Real Betis Balompié, el club de sus amores.
Ese domingo en la vida de la Condesa de Barcelona no pudo ser más sevillano. Escuchó misa en las Hermanas de la Cruz y almorzó en Casa Ricardo, junto a SAR la Infanta Doña Pilar. Y a las cinco menos diez de la tarde llegó al estadio acompañada por la Marquesa de Tablantes, por su doncella, señora Didar, y por el coronel Luis Fernández Mesa y esposa.
Los jugadores formaron en la hierba y poco antes del inicio del partido el Consejero Delegado de la entidad, Manuel Ruiz de Lopera, le impuso en el palco la máxima distinción del club. Entonces, las tribunas corearon el nombre de la egregia dama, quien devolvió el favor del público con ostensibles gestos de satisfacción, mientras que se tocaba con cariño el escudo de las trece barras prendido en la solapa de su chaqueta azul.
Un momento único que quedó reflejado en la hermosa foto que aquí reproducimos y cuyo original le fue regalado por el Real Betis al Rey Felipe VI en mayo de 2019 cuando el monarca acudió al estadio Benito Villamarín para presidir la final de Copa que disputaron en Heliópolis el Valencia y el FC Barcelona.
Las aclamaciones a Doña María de Borbón no cesaron durante todo el encuentro que disputaron el Real Betis y el Compostela. Entusiasmo que se hizo aún más ostensible cuando en el minuto 60 llegó el gol de Ángel Cuéllar que acabaría dándole la victoria al equipo verdiblanco.
Un tanto que la Condesa de Barcelona celebró jubilosamente en el palco, ya que, aunque estaba previsto que abandonara Heliópolis en el descanso, decidió seguir viviendo las emociones de la segunda parte. Sólo a falta de diez minutos para el final se despidió de los béticos y, como regalo directivo para sus biznietos, recibió un balón firmado por los jugadores. Asimismo, solicitó que le fuera enviada una foto de aquella visita antes mencionada de la expedición verdiblanca a Estoril en 1963, en la que se le podía ver junto a su esposo, Don Juan de Borbón, saludando a los jugadores del Real Betis. Unas fotos que han sobrevivido a los tiempos gracias al ejemplar trabajo historiográfico y bético de la familia de Manuel Simó.
Además, la victoria verdiblanca por 1-0 sirvió para dar un nuevo paso en la brillante andadura liguera del Real Betis, dirigido por Lorenzo Serra, que se colocó en el tercer puesto de la tabla clasificatoria. Algo espectacular para un equipo recién ascendido y que aquella hermosa tarde de marzo jugó con los siguientes hombres: Jaro; Jaime, Ureña, Vidakovic, Josete; Márquez, Alexis, Stosic (Roberto Ríos, m.66), Menéndez; Aquino (Sabas, m.57) y Cuéllar.
El sentimiento bético siempre estuvo en el corazón de Doña María hasta su fallecimiento en Teguise (Lanzarote) el 2 enero del año 2000. Una semana más tarde, el Real Betis le rindió el debido homenaje en el estadio al portar los jugadores verdiblancos una bandera de España con un crespón negro y una foto de tan augusta dama.
Y en 2009, tras el doloroso descenso de ese año, El Rey Juan Carlos le confesó en La Zarzuela al entonces presidente de la Federación Española de Tenis, José Luis Escañuela, reconocido bético: "Menos mal que mi madre no lo ha visto, porque lo hubiera pasado realmente mal".
Nuestro reconocimiento, pues, a quien tanto amó los colores verdiblancos, mientras que seguimos recordando aquel irrepetible momento en que le fue impuesta a Doña María de las Mercedes la más alta dignidad que otorga el Real Betis.
Un acontecimiento que está cumpliendo estos días 26 años.