HISTORIA | La piscina, los penaltis y la lesión de Anzarda
Recuerdos de los partidos de Copa jugados por el Real Betis en el campo del Espanyol y que hasta en seis ocasiones le permitieron superar las eliminatorias
Por Manolo Rodríguez
Tradicionalmente, el Espanyol se la ha dado bien al Real Betis en la Copa. Una verdad incontestable que avala la estadística: siete eliminatorias disputadas y seis clasificaciones verdiblancas. Tan sólo un revés, pero en una época muy remota. Tanto, que ya cumple 87 años. Fue en 1932, cuando en el viejo campo del Patronato Obrero todavía se celebraba el primer ascenso a la máxima categoría del fútbol español del Betis (sin el Real por ser los tiempos de la República). Cuando la figura de la época era Mariano García de la Puerta, al que la prensa de la época apodaba 'Maravilla'.
Desde entonces, el Real Betis se ha impuesto en todos los cruces coperos con los blanquiazules. Hasta seis enfrentamientos que se concentraron en la década de los sesenta y de los setenta. La última vez, en aquella gloriosa semifinal que llevó a los verdiblancos a la mítica final de 1977 contra el Athletic de Bilbao. A su primer título.
En sus turnos visitantes, hasta el que llegará este jueves, el Real Betis siempre acudió al recordado campo de Sarriá. No hay, pues, ningún precedente de una eliminatoria copera en la que los verdiblancos hayan jugado en el ahora llamado RCDE Stadium o, con anterioridad, en el Olímpico de Montjuic.
Haciendo recuento de estos desplazamientos, el primer dato tiene fecha de 1961. Ganó el Betis por 0-2. En cuartos de final. Aquel equipo lo entrenaba Fernando Daucik y ya se había dado un festín en Heliópolis goleando en la ida por 5-1. Gerardo y Pallarés hicieron los goles en Sarriá.
En 1966 volvieron a verse las caras, esta vez en los octavos. El Betis acababa de descender, pero empezaba a agigantarse en la Copa. En el partido de Sarriá se impusieron los blanquiazules por 2-1. Di Stéfano marcó el gol del triunfo blanquiazul y Frasco anotó el tanto bético. Con el Espanyol se alineó esa tarde un joven defensa de 18 años llamado Jaime Sabaté, quien una década más tarde encontraría la gloria en el Real Betis al formar parte del equipo campeón de Copa.
Aquella eliminatoria la resolvió el Betis goleando en casa y haciendo disfrutar a su público. Cuajando un partido imponente que ganó por 4-0. Quino marcó dos goles y Landa y Rogelio completaron la goleada.
Lo mismo ocurrió un año más tarde, en 1967, aunque esta vez el choque de ida se disputó en el Villamarín. En dieciseisavos. La victoria bética fue holgada por 3-0 y la vuelta no trajo novedades. Empate a tres, con dos goles de González y uno de Rogelio.
Mucho más extraordinario fue lo ocurrido en 1971. El Real Betis iba como un cohete hacia el ascenso cuando se encontró con el Espanyol en los dieciseisavos de final de Copa. Con la Liga aún en marcha. El primer partido se jugó en Heliópolis y terminó empatado a cero.
La vuelta se disputó el viernes 30 de abril y se desataron las aguas. El equipo se fue para Sarriá en medio de la lluvia, convencido de que el partido no se jugaría. Impresión que corroboraron al pisar el césped. Una laguna, en particular en las bandas, donde claramente no corría el balón. Unos y otros hablaron con el árbitro, el balear Rigo, quien salió un par de veces a testar el estado del terreno de juego. Y para sorpresa general, les anunció que el encuentro se iba a disputar.
Así las cosas, el partido se convirtió en un ejercicio de supervivencia. La pelota saltaba entre los charcos y tras 120 minutos de juego se mantuvo el empate a cero. Ello obligó a resolver la eliminatoria en una tanda de penaltis. Tandas que habían entrado en vigor de manera oficial en esa temporada 1970-71.
Cada equipo lanzó de manera consecutiva los cinco disparos y se impuso el Betis. Días después el Espanyol elevó un recurso denunciando que "el Reglamento estipula que los castigos se tirarán alternadamente y esto quiere decir un penalti cada equipo, hasta completar la serie, y no cinco seguidos por parte de cada rival ya que ello puede comportar una fuerza psicológica notable".
La Federación falló en contra de los blanquiazules y mantuvo al Betis en la Copa, aunque al año siguiente incluyó en el reglamento federativo una normativa en la que se especificaba que "ambos conjuntos se alternarán en la ejecución". Es decir, como la conocemos hoy.
De este partido jugado sobre las aguas se pueden ver unas significativas imágenes de RTVE en Youtube bajo el título 'RCD Espanyol-Real Betis (1970-71). La piscina de Sarriá'. Lástima que no figure entre ellas la tanda de penaltis.
Tras aquello, la siguiente eliminatoria entre unos y otros llegó en 1976, el año en que el Betis acarició la final. Eran los cuartos y la ida en casa la ganaron los verdiblancos con claridad por 3-1, con un magnífico partido de Rogelio. En el campo de Espanyol, Biosca abrió el marcador, pero los béticos hubieron de sufrir hasta el último momento. Esnaola estuvo inconmensurable y aguantó el definitivo 2-1 con que acabó el partido. Quizá el momento de mayor sufrimiento en estos cruces.
El último antecedente de una eliminatoria copera entre el Real Betis y el RCD Espanyol está muy vivo en el imaginario de los béticos. Y en sus corazones. Tuvo lugar en las semifinales de la edición de 1977 y permitió que se abrieran las puertas de gloria.
Allá en Sarriá, en el partido de ida, vencieron los blanquiazules por 1-0, gol del chileno Caszely. La noche en que, para su infortunio, se lesionó Eduardo Anzarda, el máximo goleador verdiblanco en aquella competición. Una mala caída tras saltar por un balón. Le crujió la rodilla y se perdió la final que más hubiera querido jugar.
Esa final que empezó a hacerse realidad una semana más tarde. Algo de lo que nos ocuparemos cuando dentro de seis días el Espanyol vuelva al Benito Villamarín para disputar una eliminatoria de Copa. 42 años después.