HISTORIA | La primera Copa
El Real Betis debutó en la competición copera en febrero de 1926, disputando una liguilla que lo enfrentó al Cartagena y al Athletic de Madrid
Por Manolo Rodríguez
El Real Betis Balompié se estrenó en la competición de Copa en 1926. En la Copa del Rey Alfonso XIII, que era como se llamaba cuando se produjo su debut. Desde entonces, con las distintas denominaciones de Copa de la República, Copa del Generalísimo y Copa del Rey, el Betis sólo ha estado ausente del torneo durante los años que militó en Tercera o Segunda a mediados del siglo pasado (de 1950 a 1959) y en la edición de 1969, que sólo jugaron los equipos de Primera.
Algunos investigadores de la historia bética, entre lo que destaca Manolo Carmona, han revelado que ya en 1910 el Sevilla Balompié fue invitado a disputar este torneo. Pero rechazaron el ofrecimiento. No se conocen exactamente las causas de la negativa, pero cabe pensar que se debió a la conflictiva situación que se vivía en aquel momento en el incipiente fútbol español, ya que fue en ese año de 1910 cuando se produjo el primer gran cisma en el torneo de Copa.
Ocurrió que el campeón de 1909, el Club Ciclista de San Sebastián, exigió organizar el campeonato del año siguiente y que éste se celebrara en su ciudad. La Federación, nacida precisamente en 1909, se negó y ordenó que se disputara como siempre en Madrid, según recogía el reglamento del torneo. Entonces, el Club Ciclista se escindió del organismo federativo y buscó el apoyo de una serie de equipos, entre los que se encontraba el Sevilla Balompié.
Pero los balompedistas no acudieron y, seguramente, hicieron bien, ya que aquello terminó como el rosario de la aurora. Ninguna de las partes dio su brazo a torcer y, al final, se disputaron dos campeonatos distintos. El de los rebeldes lo ganó el Athletic Club de Bilbao y el oficial se lo adjudicó el FC Barcelona, aunque con el paso del tiempo ambos campeones fueran reconocidos por la Real Federación Española de Fútbol y figuren como tales en el palmarés de la Copa de España.
Así pues, la primera participación bética en la competición copera se retrasó hasta 1926. El año que nació el profesionalismo de modo oficial y los futbolistas comenzaron a cobrar por jugar. Algo que puso patas arribas todo lo vivido con anterioridad, como refería en sus memorias Manuel Simó (el patriarca que lo fue todo en el Betis y al que tantas veces hemos citado), cuando dejó dicho que: "Hasta ese momento el fútbol era una cosa romántica y nadie pensaba que se fuera a cobrar por darle patadas a una pelota. Es más, infinidad de veces lo único que compraban los clubes, y a escote, eran el balón y las maderas de los postes. Lo demás, las botas y las camisetas las ponían cada uno de los que jugaban o, en todo caso, se conseguían a través de colectas. Al aparecer el negocio, todo cambió y hay muchas anécdotas de cómo el fluir el dinero de los futbolistas cambió el asunto. El sueño del fútbol se convirtió en un asunto de dinero".
Precisamente con el fin de aumentar el número de encuentros de Copa, ampliación que exigían los clubes con profesionales en sus filas (aún no había nacido la Liga), se acordó que cada una de las 12 regiones que intervenían en el campeonato nacional presentaran en éste a dos de sus equipos. Los 24 conjuntos se repartieron luego en 8 grupos, donde figuraban clubes de distinta región, lo que se dio en llamar campeonato mancomunado. Los componentes de cada grupo jugaron por sistema de liguilla, todos contra todos, clasificándose el primero de cada uno de ellos para los cuartos de final.
Debut con victoria
El Real Betis quedó encuadrado en el grupo IV junto con el Athletic de Madrid y el Cartagena. Aquel Betis, al que muchos aún seguían llamando Balompié, era el que jugaba en el remozado campo del Real Patronato Obrero desde diciembre de 1924 y el que había estado de gira por Alemania en agosto de 1925. Un club cargado de ambiciones que presidía Antonio Pol, industrial textil, y en el que se alineaban jugadores legendarios como Aranda, Jesús, Adolfito o Enrique.
El debut del Betis en la Copa tuvo lugar el domingo 28 de febrero de 1926 enfrentándose en el Patronato al Cartagena. Campo prácticamente lleno y triunfo cómodo por 3-0. Los dos primeros goles los hace "Chico" Álvarez en el primer tiempo y el marcador lo abrocha Carrasco en la continuación.
A las órdenes del colegiado madrileño señor Larrañaga, las alineaciones de aquel histórico partido son las siguientes:
Real Betis: Jesús; Jiménez, Aranda; Saldaña, Estévez, Adolfito; Romero, Carrasco, Álvarez, Enrique y Manolín.
Cartagena: Amadeo; Cuervo, Jiménez; Dionisio, Macías, Tapia; Marín, Piñera, Morales, Pando y Bayo.
La siguiente cita es el 14 de marzo en Madrid, contra el Athletic. Pierden los verdiblancos por 3-1 (gol de Enrique), pero causan una buena impresión. Así lo deja escrito en su crónica el vespertino madrileño "La Nación": "El Betis es un equipo temible por su movilidad infinita y por la gracia desconcertante de su estilo. Domina el pase corto y la filigrana en la conducción del balón, pero también conoce la eficacia de las aperturas amplias, ejecutadas además con una rápida decisión y recogidas con una vivacidad extraordinaria. La timidez en el momento del "chut", sobre todo al verse marcado, es su principal defecto, y, con él, el vicio de la propia escuela, de pasar siempre, aun en la más próxima vecindad del "goal". El Real Betis no es ya una esperanza, sino una realidad, que no tardará en imponerse".
Sin embargo, el fútbol competitivo sufrió un duro golpe aquella misma mañana al conocerse la triste noticia de la muerte de Enrique Gómez "Spencer", gran figura del Sevilla FC y deportista ejemplar. Los jugadores del Real Betis recibieron la noticia en el descanso del partido y a todos les invadió un profundo pesar. Inmediatamente, los responsables béticos se ofrecieron al eterno rival para colaborar en cualquier partido benéfico que pudiera organizarse.
El tercer turno copero lleva a los verdiblancos a Cartagena una semana más tarde, el domingo 21 de marzo. Antes, y con el fin de ganar unas pesetas que mitiguen los gastos del viaje, juegan un amistoso en Albacete el día de San José. Se imponen por 5-0 y obsequian a las señoras y señoritas con ramos de flores, según recogen las crónicas.
En Cartagena también gana el Betis. De nuevo por 3-0, como en la ida. Marcan Carrasco, Romero y Estévez, este último de tiro libre muy lejano (free kick, como gustaban escribir los periodistas de la época). Incluso falla un penalti cuando el encuentro se acaba. En "La Correspondencia de Valencia" se puede leer al día siguiente que: "El partido fue fácil para el Betis, dejando una bonísima impresión. Practican la clásica escuela sevillana, especialmente la línea delantera, en los que más se observa la influencia del juego de pases cortos y ceñidos".
También el Athletic de Madrid le gana los dos partidos al Cartagena, por lo que, a una jornada del final de la liguilla, el Real Betis tiene dos puntos menos que los rojiblancos. Pero si los derrota en el Patronato forzará un partido de desempate, ya que para nada cuentan todavía los averages particulares o generales.
El choque se programa para el domingo 4 de abril, a las cuatro y media de la tarde. La directiva quiere que el campo se llene a rebosar y establece unos precios muy populares: General, 2,50 pesetas; Tribuna de Paseo, 3 y Banco de Pista, 3,50.
Acude mucho público y el ambiente es excelente. Los jugadores del Betis salen con lazos negros por la muerte de Spencer y desde el principio embotellan a los madrileños, aunque serán estos los que marquen primero. Anota Palacios y al descanso se van 0-1.
Lo mejor llega en la segunda parte. En apenas 20 minutos los verdiblancos ponen el marcador 3-1. Empata Álvarez en brillante jugada personal y después aciertan con la puerta visitante Enrique y Manolín. En las postrimerías vuelve a marcar el Athletic por medio de Olaso y eso llena los últimos minutos de emoción e incertidumbre. Pero el Betis aguanta y se hace acreedor al desempate. "Al terminar el partido sonaron fuertes aplausos para el Balompié por su buena actuación", refirió "El Noticiero Sevillano".
La polémica del desempate
El tercer partido, según estaba previsto, debía jugarse en Cartagena. Así lo determinaba el reglamento: "En caso de empate entre dos clubes pertenecientes a un mismo grupo, se celebrará el desempate en el campo del otro club del grupo que, pertenece, desde luego a una región neutral".
Sin embargo, la misma noche del partido del Patronato, en el transcurso del banquete que el Betis le ofrece (como era habitual en aquel tiempo) al Athletic de Madrid, los dirigentes de uno y otro club empiezan a hablar de la posibilidad de jugar este tercer encuentro en Sevilla o Madrid y así ahorrarse el viaje a Cartagena.
Esgrimen para ello que en el campo cartagenero entra muy poco público (con lo que la recaudación sería muy exigua) y que tanto a béticos como a atléticos les resultaría más cómodo viajar por tren a Sevilla o Madrid que a la localidad murciana.
De las palabras pasan de inmediato a la acción. Informan a la Federación Española que no irán a jugar a Cartagena y esto le sienta muy mal a los responsables del fútbol murciano, que hacen duras declaraciones en las que lamentan ser la cenicienta del fútbol español.
Pero ya está hecho y, según explican, será un sorteo el que decida en qué campo se jugará el desempate: si en el Patronato o en el Stadium Metropolitano. Y la suerte le sonríe al Athletic. El tercer partido será en Madrid.
Sin embargo, hay sectores muy vinculados al Betis que critican duramente la decisión adoptada por los directivos verdiblancos. Por ejemplo, Gil Gómez Bajuelo, "Discóbolo", el afamado periodista que había sido presidente del Betis en 1922.
En su columna de "La Unión" escribió que: "El Betis debió jugar con el Athletic en Cartagena (?). El público murciano nos era favorable, factor importante para comprimir el ánimo del árbitro a proceder con justicia, y no que, de contrario, y cediendo a los decaimientos de la flaqueza humana, se dejara influenciar por la actitud parcial del público madrileño y atletista. Además, el campo del Cartagena es de suelo duro, como el del Balompié, ventaja que también se desperdició. Y todo porque en el Stadium madrileño cabe mucha gente? (?) Se ha mirado la ganancia material: se pospuso el ideal de triunfo. Y ahora, ¿para qué sirve el dinero? Pequeño, pequeño y más que pequeño ha sido el designio. Pequeñez hija de la pobreza ambiente.
Ante tanto reproche, la directiva presidida por Antonio Pol se vio obligada a explicar lo ocurrido. Y lo hizo a través de una nota informativa en la que decía lo siguiente: "Esta modesta sociedad, digna de que la afición sevillana le preste todo el apoyo como a la que más, cuenta con un número muy exiguo de socios, unos cien. Con tal cantidad, aunque todos ellos son entusiastas hasta lo infinito, de su sociedad y de su equipo, no es posible hacer milagros, ya que los gastos sobrepasan los ingresos, por cuya lógica está en déficit. Al ganar el día 4 quedamos empatados en puntos con el Athletic por cuyo motivo era preciso ir a Cartagena al desempate. ¿Cómo ir sin fondos? De ahí vino la determinación de hacer el sorteo de campo en igualdad de condiciones, y la suerte, perseguidora del más débil, nos fue adversa. Nadie nos puede ganar en cariño al club ni nadie nos puede exigir más sacrificios de los que podamos hacer. Solo a la afición le rogamos que se inscriba y cada uno ponga su grano de arena, en la seguridad de que esto solo es lo que le falta al Betis Balompié para llegar al sitio que le corresponde, y al que con todo entusiasmo ha procurado elevarle esta directiva".
Esta nota la publicaron los periódicos el jueves 15 de abril de 1926, el mismo día en que, a partir de las cuatro y cuarto de la tarde, se jugó el partido de desempate en el Stadium Metropolitano. La tarde fue infernal, con viento, lluvia y hasta una violenta granizada que descargó al final del primer tiempo. Un panorama que no podía traer nada bueno.
Y no lo trajo. El Betis perdió por 4-2 y quedó apeado de aquella primera Copa de su historia. Carrasco y Álvarez marcaron los goles de los verdiblancos, quienes retornaron de Madrid con la convicción de que la próxima edición sería mejor.
Algo que se cumplió en 1927, cuando el Betis, por fin, pudo superar la liguilla (también en lucha con el Athletic de Madrid) y se clasificó para los cuartos de final que disputó contra el FC Barcelona.
Desde entonces, ha corrido mucha agua por debajo de los puentes. Muchos recuerdos, buenos y malos. Y dos años para la mejor historia copera: 1977 y 2005.