HISTORIA | "No diga gol, diga Mel"
Antes que entrenador de éxito, Pepe Mel fue un goleador que dejó huella en el Real Betis: Pichichi en Segunda y autor de un recordado hat-trick en Primera División.
Por Manolo Rodríguez
Las generaciones más jóvenes del beticismo quizá recuerden mayormente a Pepe Mel como entrenador del primer equipo. Viéndolo en el banquillo como ese exitoso técnico que en dos etapas distintas consiguió ascender al Real Betis a Primera División y que, además, fue capaz de conducirlo a una clasificación para la Uefa Europa League.
Pero antes que eso, Mel fue un goleador que dejó huella en el Real Betis. Un delantero puro, de aquellos que aún lucían el 9 a la espalda, que marcó tantos decisivos en la historia verdiblanca y que se convirtió en un ídolo para la afición al proclamarse máximo goleador de Segunda División en la temporada 1989/90. Un orgullo que testimoniaba el estadio con un grito que definía su grandeza. Aquel que proclamaba: "No diga gol, diga Mel".
José Mel Pérez, nacido en Madrid el 28 de febrero de 1963, se formó en los escalafones inferiores del Real Madrid, adonde había llegado cuando aún era un niño. Goleador nato, tras su paso por el Castilla fichó por Osasuna, aunque no llegó a debutar con el equipo rojillo. Después, fue contratado por el Castellón, donde completó dos felices temporadas en Segunda División, marcando 21 tantos en la temporada 1988/89 y siendo el segundo máximo goleador de la categoría tras el racinguista Quique Estebaranz.
En el mes de septiembre de 1989 fue traspasado al Real Betis por una cantidad cercana a los 18 millones de pesetas, culminándose así una operación que había tejido, como en los viejos tiempos, el sabio José María de la Concha, entonces directivo en la Junta que presidía Hugo Galera.
A Mel se lo rifaban muchos equipos y entre esos pretendientes estaba incluso el eterno rival. Pero prefirió al Betis y así lo explicó en una entrevista concedida al diario ABC: "A última hora, cuando iba a firmar por el Betis, me llamó mi representante para decirme que el presidente del Sevilla daba siempre un millón más de lo que ofreciera el Betis. Por entonces, yo ya había quedado de acuerdo con el señor De la Concha y ya me había hecho a la idea de jugar en el Betis, y pienso que lo que hace falta es un poco de formalidad y no debía ser yo el informal en este caso. El Betis había demostrado bastante interés por mí y no les podía fallar. Estoy convencido de que no me he equivocado".
Su fichaje se erigió en un éxito sin precedentes en la temporada de su debut. Esa campaña ascendió el Betis a Primera División y su aportación goleadora fue absolutamente decisiva. Jugó 37 partidos (todos los posibles, ya que sólo faltó en la primera jornada al haber llegado a la entidad verdiblanca apenas unos días antes) y marcó más de la mitad de los goles conseguidos por el equipo verdiblanco a lo largo de la campaña (23 de 44), lo cual le permitió alcanzar el entorchado de máximo goleador de la división de plata en ese ejercicio.
Su primer tanto en la Liga lo materializó en Murcia en la tercera jornada (el primero fuera de casa que conseguían los verdiblancos) e igualmente anotó en el último encuentro disputado en Santander. Suyo fue el gol frente al Sabadell que certificó el ascenso y una semana antes también había materializado un tanto decisivo en Sarriá en el partido frente al Espanyol que colocó al Betis muy cerca de la Primera División.
Firmó un hat-trick (tres goles en un mismo encuentro) contra el Recreativo de Huelva en el Villamarín el 22 de abril de 1990 (choque en el que le anularon otras dos dianas) y marcó 2 tantos en otros 3 partidos, los jugados como visitante frente al Xerez y el Sestao y el disputado en campo propio contra el Elche.
Anotó goles de penalti, de cabeza, con ambas piernas, dentro y fuera del área, y, para siempre estará en la memoria el segundo tanto que le hizo al Bilbao Athletic en Heliópolis al rematar con una prodigiosa chilena un centro medido de Zafra.
En la Copa del Rey también marcó en las dos primeras rondas, viendo puerta tanto en la ida como en la vuelta, y siendo decisivos sus goles para eliminar al Mallorca y al Castellón.
Un hombre de área que tenía las ideas muy claras y que, por eso, siempre mantuvo que: "Un goleador no se puede fabricar en los entrenamientos ni a base de partidos. Eso es algo innato. Tú naces o no con ese don y tienes que aprovecharlo si eres inteligente. A mí nadie me ha enseñado a rematar ni a colocarme para que los rebotes me caigan a mí. Es algo que intuyo y por eso estoy en el sitio exacto".
El triplete
Al año siguiente, en el ejercicio 1990/91, ya en Primera, anotó 14 goles, siendo particularmente recordado el hat-trick obtenido ante el Logroñés en Heliópolis el 7 de abril de 1991. El único triplete de Pepe Mel en la máxima categoría. Un momento muy singular que vino a coincidir con el mejor partido de la temporada. El más emocionante y el de mejor fútbol. Y en el que, curiosidades de la vida, los goleadores fueron, precisamente, dos futbolistas que, con el correr de los años, llegarían a ser entrenadores de éxito en el banquillo verdiblanco.
Para empezar, aquel partido lo ganó el Betis, algo poco habitual esa temporada. Y lo hizo, además, ante un muy buen equipo que ya había eliminado a los verdiblancos en la Copa y que llegó al Villamarín situado en el cuarto lugar de la clasificación.
El Betis, por el contrario, arrancó el partido como colistas. Apenas sumaba 18 puntos y se hallaba a 5 de la salvación. Corría la jornada 29 del torneo y desde hacía cuatro se sentaba en el banquillo de Heliópolis el carismático José Ramón Esnaola.
Faltaba una semana para que comenzara la Feria y en Sevilla hacía mucho calor. El estadio se llenó en tres cuartas partes y dirigió el partido el canario Jiménez Moreno, que mostró cartulinas amarillas al bético Merino y a los riojanos Salva, Canales y López Pérez, a este último en dos ocasiones, por lo que lo mandó a la caseta en el minuto 79.
A sus órdenes, los equipos presentaron las siguientes alineaciones:
Real Betis: Trujillo; León, Ivanov, Julio, Rodolfo; Chano, Merino, Bilek, Monsalvete (Recha, m.66); Valentín (José Luis, m.64) y Mel.
C.D. Logroñés: Canales; Cristóbal; Herrero, Salva, López Pérez; Martín, Moreno (Hurtado, m.46), Quique Setién, José María; Gilson (Aguilá, m.46) y Rosagro.
El primer tiempo verdiblanco fue excelente y tuvo reflejo en el marcador desde muy pronto. Ya en el minuto 11, Mel aprovechó un error defensivo de los visitantes para poner en ventaja a su equipo. Sin embargo, el Logroñés ?entrenado entonces por el volcánico David Vidal- empató pronto. A los 18 minutos. Fue un golazo de Quique Setién, el mejor de largo de los suyos, al empalmar formidablemente un balón desde fuera del área.
La igualada hizo barruntar fantasmas pasados, pero la tarde estaba metida en goles. En los goles de Mel, quien en los minutos 29 y 39 subió al marcador un 3-1 que parecía claro y definitivo. El segundo de penalti y el tercero al aprovechar un rechace tras una falta sacada por Bilek.
Así se fueron los equipos al descanso, con la sensación de haber visto a un Betis que, de la mano de Esnaola, parecía haber mejorado en sentido colectivo, en ilusión de grupo, y en la fluidez con que circulaba la pelota en el mediocampo.
En la segunda mitad, un error del portero bético Trujillo propició el 3-2 y de ahí hasta el final al Betis se le juntaron sus urgencias por ganar, su miedo a no hacerlo y su incapacidad para explotar el contragolpe.
Hubo escenas de angustia hasta última hora, aunque no pasó nada más. Los verdiblancos salvaron los muebles y siguieron en la pelea.
El mejor del partido fue, obviamente, Pepe Mel, quien sacó a relucir todo su esplendor goleador, reabriendo el debate sobre las muchas tardes en que el anterior entrenador, José Luis Romero, lo había dejado en el banquillo sin motivo aparente.
Mel confesó que "sacrificaría mis goles por la salvación del equipo" y José Ramón Esnaola, serio y lacónico como siempre, se permitió presumir de que "este ha sido el mejor partido del Betis en mucho tiempo". Algo que confirmó, asimismo, el entrenador del equipo riojano, David Vidal, quien declaró que "el Betis ha jugado muy bien y sólo cabe felicitarle. Este equipo no ha tenido nada que ver con el que enfrentó a nosotros en la Copa".
Otra voz que se oyó para piropear al Betis fue la del mítico extremo madridista Francisco Gento, el único que tiene en su palmarés haber ganado seis Copas de Europa, el jugador más laureado del fútbol español de todos los tiempos. Gento, como ojeador del Real Madrid, presenció el partido desde el palco ?ya que los del Bernabéu serían los próximos visitantes en Heliópolis-, y se mostró impresionado "por lo bien que ha jugado el Betis, algo que no esperaba en un equipo que se halla tan mal clasificado".
Pero tanto elogio no trascendió de esa tarde. El Betis volvió enseguida a las andadas y jamás acabó por remontar el vuelo aquella campaña. Lo demás, es sabido, aunque, para siempre, quede ya el agradable aroma de aquel partido con tantos goles y tan buen fútbol. Y, sobre todo, con los tres tantos de Pepe Mel? y los dos de Quique Setién.
Mel abandonó el Real Betis en 1993 dejando el legado de 59 goles en 133 partidos. El duodécimo goleador histórico de la entidad. Después, inició una fecunda carrera como entrenador de la que también sabemos mucho en Heliópolis. Aquellos años suyos en el banquillo del Villamarín hicieron posible que los béticos fueran felices y el estadio le recordó muchas tardes que su apellido seguía teniendo eco en la historia verdiblanca.
Pero eso ya está escrito en otro cuaderno. Y algún día deberemos abrirlo para hacerle los honores que merece.