HISTORIA | La segunda visita a Alemania
En el verano de 1964 el Real Betis jugó siete partidos en Centroeuropa que le sirvieron para preparar el debut en el Carranza y en la competición europea
Por Manolo Rodríguez
En el mes de agosto de 1964 el Real Betis volvió a viajar a Alemania para jugar tres partidos amistosos. Algo que no ocurría desde 1925 cuando los verdiblancos cruzaron por primera vez las fronteras peninsulares para llevar sus colores a otras tierras del continente europeo. Un tiempo lejano en el que amanecía el fútbol profesional y al Betis lo presidía el industrial textil Antonio Pol Roma. En 1964, por su parte, el máximo dirigente de la entidad era Benito Villamarín y el fútbol ya se había erigido en un fenómeno de masas que cada vez abarcaba más espacios en la sociedad
Además, ese verano de 1964 era muy especial para los béticos. Por primera vez en su historia el club iba a disputar una competición europea (la Copa de Ciudades en Feria) y eso obligaba a acometer nuevos retos que dieran desde muy pronto la medida de sus ambiciones. Y, por si faltara algo, el Real Betis iba a debutar a finales de ese mes de agosto en el Trofeo Ramón de Carranza, el torneo amistoso más prestigioso del mundo.
Quizá por ello, la directiva de Villamarín decidió aceptar la propuesta de una gira por diversos países europeos. Un proyecto que le presentaron algunos empresarios futbolísticos que consideraban al Betis como un equipo muy atractivo después de que en la temporada anterior (la 1963/64) hubiera quedado clasificado en tercer lugar en la Liga española, sólo por detrás del Real Madrid y del FC Barcelona.
La gira se apalabró con ocho partidos (que después serían siete) a jugar en Alemania Occidental, Holanda y Bélgica. Tres países que ya gozaban de una casi plena normalidad tras la devastación de la Guerra Mundial y que empezaban a ser oídos en el fútbol continental. De hecho, en Alemania se había estrenado en 1963 la Bundesliga, que había tenido al Colonia como primer campeón.
La expedición verdiblanca se puso en marcha el martes 4 de agosto para realizar un largo viaje con varias escalas. Salieron del aeropuerto de Sevilla a las ocho menos cuarto de la mañana y una hora y media después aterrizaron en Madrid. Desde allí volaron a la ciudad suiza de Zurich, donde aguardaron la salida del avión que los trasladó a Frankfurt. La siguiente etapa fue por carretera hasta Dortmund. Total, doce horas mal contadas.
Al frente de la expedición viajaban el secretario técnico José María de la Concha y el entrenador francés Luis Hon, un técnico recién llegado al que perseguía desde el primer momento la sombra alargada de su antecesor, Domingo Balmanya, el hombre que había conseguido el importante éxito de meter al equipo entre los tres primeros.
Pero Balmanya había decidido irse unos meses antes. Unos decían que porque no le había gustado nada que el club hubiera traspasado a Luis, Colo y Martínez al Atlético de Madrid, algo que pensaba que limitaba mucho el crecimiento del equipo, y otros lo achacaban a que Villamarín no había estado dispuesto a pagarle las importantes cantidades que solicitaba el entrenador. Sea como fuere, Domingo Balmanya se marchó al CD Málaga, un conjunto de Segunda División entonces, aunque eso sí, con una ficha de un millón de pesetas; un sueldo mensual de 15.000 pesetas y, por supuesto, primas dobles.
Luis Hon, el nuevo responsable técnico, era un hombre de modales suaves, aunque de carácter fuerte. Nacido en Francia, había sido un futbolista que destacó en el Stade Français y que en 1950 fichó por el Real Madrid. Un defensa que, al decir de quienes le conocieron, fue un adelantado a su tiempo. Un central de buen pie que sacaba el balón jugado desde atrás, algo poco común en la Europa de ese tiempo. El primer francés que le abrió el camino en el Bernabéu a otras estrellas galas como Raymond Kopa, Zinedine Zidane o Karim Benzema.
Como entrenador había desarrollado gran parte de su carrera en el Racing de Santander y pasaba por ser un hombre de futuro que deseaba hacerse un hueco entre los técnicos de élite a través del banquillo del Real Betis. Partidario de darle su sitio a los jóvenes, apostaba por la continuidad y por exigirle responsabilidad a sus hombres. “Yo no pido cosas raras”, solía decir, aunque siempre pareció leérsele entre líneas que hubiera sido partidario de que el equipo se hubiera reforzado con mejores nombres.
Sin embargo, la gira por Europa no estuvo mal. Tampoco bien del todo, pero pareció un principio para algo mejor. En el primer partido los verdiblancos empataron a uno contra el Borussia de Dortmund (el rival más potente, sin duda) y una semana más tarde ganaron 1-2 en Duisburgo al Meidericher SV, subcampeón de la Bundesliga.
Más tarde fueron a Holanda, donde perdieron en Rotterdam contra el Feyenoord y en ocho días disputaron hasta tres partidos más, con sendas derrotas ante el Stuttgart alemán, el Fortuna holandés y el Anderlecht belga.
La expedición regresó a Sevilla el lunes 24 de agosto y más allá de los resultados, la gran preocupación eran los lesionados. Volvieron con problemas físicos el portero Corral y los jugadores Eusebio Ríos, Cruz, Montaner, Azcárate, Grau y Paquito. Incluso León Lasa tuvo que participar en el último partido, a pesar de hallarse renqueante, por falta de hombres disponibles. Mucha tela, habida cuenta de que en apenas una semana se iniciaba el Carranza.
Respecto a su impresión sobre la gira, a Luis Hon se le notaba algo escéptico. Asi lo declaró en el Marca: “Realmente no vuelvo del viaje por Centroeuropa con conclusiones definitivas sobre las posibilidades futuras del Betis Balompié. Tal como se ha ido desarrollando el programa deportivo en el viaje, no lo ha permitido, y en cierto modo retorno como marché”.
Más optimista parecía el secretario técnico José María de la Concha quien le confesó al ABC que: “La excursión ha sido cómo un banco de pruebas. En él tenía que verificarse la consistencia de nuestro equipo de cara a la inmediata temporada. Y, en este aspecto, vengo realmente satisfecho. El equipo, cuando ha jugado completo, ha exhibido muy buen juego y una extraordinaria conjunción. Si en Cádiz puede ser alineado lo que ya es el equipo base, se hará un gran papel”.
Y ya lo creo que se hizo. Gran parte de los lesionados se recuperaron y volvió a la portería Pepín, quien había estado ausente en la gira por hallarse negociando un nuevo contrato con Villamarín. Con ese equipo base del que hablaba De la Concha y con un excepcional Rogelio el Real Betis ganó el primer Carranza de su historia, tras derrotar a equipazos tan imponentes como el Boca Juniors argentino y el Benfica portugués.
Después vendría la participación europea y una Liga en la que pasó de todo. Luis Hon fue cesado apenas iniciarse la segunda vuelta, desfilaron hasta cuatro entrenadores y, para dolor general, incluso hubo que lamentar la trágica muerte del venerable Andrés Aranda cuando acababa de hacerse cargo del equipo. Pero, en fin, todo eso forma parte de otra historia que en algún momento deberá ser contada.
La historia de una temporada (la 1964-65) que se inició con siete partidos en Europa, tres de ellos en Alemania, donde hoy vuelve a jugar el Real Betis. Inicialmente se habían previsto ocho, pero el Werder Bremen no llegó a tiempo por su participación en el torneo de Nueva York. Quizá esta tarde tengamos la oportunidad de ver de nuevo a los dos “verdes” frente a frente, como ya ocurriera en 2016, aunque esta vez en la Essen Cup.