Alineación del Real Betis que obtuvo la primera victoria en Europa. De izquierda a derecha, de pie: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Sabaté, Benítez y López; agachados: García Soriano, Alabanda, Eulate, Cardeñosa y Ladinszky.

HISTORIA | La primera vez que el Real Betis ganó en Europa

Fue precisamente contra el Milán, en septiembre de 1977, cuando los verdiblancos, con goles de García Soriano y Eulate, consiguieron su primera victoria en la Recopa

Por Manolo Rodríguez

 

Tras su participación pionera en la Copa de Ferias del año 1964, el Real Betis no volvió a Europa hasta 1977. Trece años y muchas cosas después. Por medio, se había ido para siempre Benito Villamarín y la entidad hubo de navegar peligrosamente cuando acababa la década de los 60. Después llegó Pepe Núñez, estabilizó de nuevo al club en la máxima categoría y se fue confeccionando una formidable plantilla que abrió las puertas de la gloria ganando la I Copa del Rey.

El éxito que hizo posible que los verdiblancos volvieran a las competiciones continentales. A la Recopa de Europa, el torneo que enfrentaba a los clubes campeones de Copa. Un baño de prestigio que los béticos más veteranos vivieron como un sueño. La definitiva confirmación de que tanta lucha y tanto sacrificio habían merecido la pena.

El emparejamiento de las eliminatorias de dieciseisavos de final tiene lugar en el hotel Atlantic de Zurich el martes 5 de julio de 1977. Como ya ocurriera trece años antes, el representante del Real Betis en el sorteo es el secretario técnico José María de la Concha, un hombre feliz y esperanzado, aunque consciente de que el sorteo tiene cabezas de serie y que entre ellos no se encuentra el Real Betis. Por tanto, es seguro que le tocará un rival de nivel.

La bola que anuncia al equipo verdiblanco es la decimotercera en aparecer. Se han cerrado ya seis cruces y, de momento, se ha podido eludir a enemigos tan potentes como el Manchester United, el Anderlecht, el Oporto, el Hajduk Split o los dos equipos alemanes, el Hamburgo (este en su condición de campeón de la Recopa el año anterior) y el Colonia.

Quedan en el bombo algunos equipos asequibles y sólo un grande de verdad: el Milán, campeón de Italia. Y como suele ser común en la legendaria historia verdiblanca, todo lo malo que pueda pasar, le acabará pasando al Betis. Quizá por esto, De la Concha no se sorprende cuando el siguiente nombre que anuncia el presidente de la UEFA, el doctor Artemio Franchi, es el del Milán. Ese será su rival.

A partir de ahí, las reacciones se suceden en cascada. La prensa nacional interpreta que "el Betis bailará con la más fea" y el beticismo recibe la noticia con una mezcla de alegría por lo imponente del rival y de cierto desencanto por lo difícil que será la empresa.

El presidente Núñez se apresura a declarar que "no vamos a enfrentarnos al Milán con ningún tipo de prejuicios, ni tampoco cohibidos", mientras que De la Concha asegura que "intentaremos asegurar la eliminatoria en nuestro campo para poder viajar a Italia con cierta tranquilidad".

El entrenador bético, Rafael Iriondo, recibe la noticia en la localidad vizcaína de Pedernales, donde pasa las vacaciones. Y pronuncia una frase muy gráfica. Dice: "El Milán es un hueso duro de roer, pero con buenos dientes todo es posible".

En Italia, por el contrario, no se escucha una sola palabra que invite a la euforia. Respetan al Betis y, según algunas publicaciones, incluso lo temen. El AC Milán, esa magnífica escuadra en la que sigue reinando el legendario Gianni Rivera, viene de una temporada liguera muy deficiente, pero se ha redimido con creces en la Copa de Italia, ganándole la final por 2-0 a su eterno rival, el Inter.

En el mes de agosto los milanistas juegan en el Vicente Calderón el trofeo Villa de Madrid. Lo ganan con claridad y ofrecen una muy buena imagen. Pocos días después, Rogelio Sosa viaja a Italia para espiar a los 'rossoneros'. Los ve en Florencia y completa un informe en el que, sobre todo, destaca su firmeza defensiva.

Los responsables del Milán también se dedican al espionaje en aquellas fechas. El 24 de agosto, llega a Sevilla el entrenador del equipo italiano Nils Liedholm, Il Barone, como gusta llamarlo la prensa italiana. El mejor futbolista sueco de todos los tiempos, campeón olímpico en 1948 y finalista en la Copa del Mundo de 1958, y figura sobrenatural en el Milán de los años cincuenta.

Liedholm viene a ver el Real Betis-Vasas de Budapest, segunda semifinal del Trofeo Ciudad de Sevilla. Se le invita al palco, pero prefiere presenciar el encuentro desde el voladizo. Ganan los verdiblancos por 1-0 y al sueco le impresiona López y, en conjunto, el mediocampo bético. Afirma sin rubor que en esa zona el Betis es mejor equipo. Parte al día siguiente y excusa no poder quedarse a la final porque "no puedo perder ni un día de trabajo. Hay mucha tarea por delante".

El Betis gana aquel trofeo. De hecho, lo ganaba todo en aquellas fechas. Se impone en el Ciudad de Palma y en el Ciudad de Sevilla (en éste último, venciendo con claridad al eterno rival con un hat-trick de Attila Ladinszky), y ello le otorga un aire triunfador que tiene embriagada a la afición.

El primer partido de la eliminatoria contra el Milán se juega en Sevilla el miércoles 14 de septiembre. Y para entonces, Iriondo no anda muy sobrado de delanteros. Es público y notorio su distanciamiento con Megido (al que José María de la Concha le busca equipo) y Hugo Cabezas, el fichaje más importante del verano, está lesionado. Tampoco puede contar con el joven y prometedor Gordillo, un vendaval por el costado zurdo, aún más extremo que defensa, quien se halla haciendo la mili. Las únicas alternativas son Ladinszky (que sale de una lesión) y Eulate. Y los pone a los dos.

La expedición italiana aterriza en Sevilla el lunes 12 por la tarde. Al frente viene su presidente, Felice Colombo, un empresario del sector del plástico que años después pasaría tristemente a la posteridad por verse implicado en el caso de las apuestas ilegales que acabaron determinando el descenso milanista a la serie B.

Traen hasta su propio cocinero, pero la figura que más destaca es la de su entrenador, Nils Liedholm, Alto y rubio, elegante y refinado, causa admiración al día siguiente en el entrenamiento que realiza el equipo en la Ciudad de San Juan de Dios, en Alcalá de Guadaira. Le pega a la pelota como los ángeles y ni siquiera avisándole de por dónde va a ir el balón puede detener sus disparos el legendario portero Enrico Albertosi.

Heliópolis no se llena en su integridad -quizás porque las entradas fueron muy caras-, pero la asistencia es masiva. El estadio vistió sus mejores galas y tal vez los béticos recibieron aquella noche el espaldarazo definitivo a su vertiginoso ascenso como entidad.

El choque comienza a las nueve y media de la noche y a las órdenes del francés Michel Kitabdjian, los equipos presentan las siguientes alineaciones:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Sabaté, Benítez; López, Alabanda, Cardeñosa (Muhren, m.85); García Soriano, Eulate y Ladinzsky (Cobo, m.66).

AC Milan: Albertosi; Sabadini, Morini, Boldini, Maldera; Turone, Bigon, Capello, Tosetto (Antonelli, m.80); Biasiolo (Calloni, m.67) y Buriani.

Aquel Betis tan grande suelta un partidazo imponente. Es mejor de principio a fin y basa su indudable poderío en el prodigioso mediocampo que componen López, Alabanda y Cardeñosa. Tan evidente es el recital que el propio entrenador italiano reconoce al final del encuentro que: "El Betis tiene el mejor centro del campo de España".

Ganan los verdiblancos por 2-0 y el marcador lo abre Garcia Soriano en el minuto 15, tras agarrar un impresionante disparo que llega a doblar las manos del cancerbero lombardo. El segundo gol lo materializa Eulate en el 73 al colocar por encima del portero un medido centro de Benítez. Pudieron ser más, pero la madera en dos ocasiones y las paradas de Albertosi impidieron que el tanteo fuera más amplio.

Fue la primera victoria del Real Betis en Europa. El triunfo que le abrió senda a todos los que llegarían después. Juan Garcia Soriano tomó el testigo de José López Hidalgo y se convirtió en el segundo goleador verdiblanco en las competiciones continentales.

La hazaña acabó por concretarse dos semanas más tarde en San Siro, el 28 de septiembre de 1977. Un estadio atestado de béticos. Aunque a la escuadra italiana volvió su gran mito Gianni Rivera (ausente en el Villamarín por acumulación de amonestaciones), el Betis fue capaz de arrancar un 2-1 (gol de López) que lo metió en los octavos de final. Una noche inolvidable en la que ya estuvo presente Rafael Gordillo.

Ahora, 41 años después, el Real Betis vuelve al templo 'rossonero'. Y, como entonces, con miles de béticos proclamando su orgullo. La historia de nuestras vidas.